Brisa
Los días pasaban más y más rápido, hasta que pronto se convirtieron en meses, los cuales me sentía tan sola, tan abrumada y sin saber que más hacer para librarme de la boda.
A pesar de lo que creí, librarme de Jerry y de Lucero, no era sencillo. Habían soportado mi constante mal humor, mis respuestas sarcásticas e incluso cada boicot que hacía hacia sus planes.No les importó que cambiará el salón, dos veces, que cambiará los souvenirs a último momento y que cambiará el bendito ave María por una versión rock heavy metal de la misma, ellos simplemente lo aceptaban.
Era como si conocieran mis planes y quisieran demostrarme que ellos eran mucho más tercos y obstinados, de lo que yo era.Mario y Débora, habían tratado de acercarse a mí, de que nuestra relación mejorase con el pasar del tiempo, pero cada vez que los veía, cada recuerdo venía de regreso, acompañado por el enojo.
No sabia si podría perdonarlos algún día, esperaba que sí, pero por como avanzaba todo, lo dudaba.Luego estaba Luc, él era a quien más extrañaba y a quien en varias oportunidades me vi deseando acudir. Pero a pesar de que no había día en que no llamará y mandara mensajes, los cuales ignoraba, no podía olvidar que él también me había mentido.
Claro, con los días pude ver todo con mayor claridad y pude comprender que él lo había ocultado por miedo y no para mentirme, pero guardar la distancia era lo mejor por ahora.Esperaba que él pudiera perdonarme, como yo lo había hecho, pero mientras me veía vestida de novia, lista para caminar, del brazo de mi padre, a través de ese largo pasillo, rodeado por amigos y familiares, rogaba por un milagro que impidiera este error.
Ni yo podría perdonarme si por no dar mi brazo a torcer, terminaba diciéndole sí a Jerry.—¿Hija estas lista? — preguntó mi padre, sacándome de mis locos pensamientos.
Nadie iba a rescatarme, ya que él único que podría hacerlo, sería Luc y seguramente estaba prisionero del sueño diurno. Y ni siquiera podía contar con Débora, ya que ella me había dejado bastante claro, que estaba feliz en el lugar de amante.
Por lo que si quería evitar que la boda tuviera un final feliz, al menos para Jerry, debía ser yo quien lo evitará.—Lo más lista que estaré. — suspiré, volviendo a repasar mi apariencia.
A simple vista era otra novia feliz, una la cual nadie sospecharía que lo único que ansiaban era darse a la fuga y no mirar atrás.
Pero nunca fui así, siempre enfrente mis problemas y está no sería la excepción.Mientras comenzamos a avanzar, pude escuchar el comienzo de la música explotar en mis oídos, pero preferí desconectarme.
No observaba a nadie, no escuchaba nada, solo me encontraba perdida en mis pensamientos, rogando aún por un milagro.No pedía mucho, solo pedía que alguien se pusiera de pie y gritara, de manera dramática, que se oponía a este espectáculo de mal gusto.
Pero solo una mirada a mis damas de honor, me bastó para encontrarme con la mirada de Débora y ver que ella no haría nada.—No estés nerviosa amor, ya casi estamos ahí. —dijo mi padre, dándome una sonrisa consoladora, sin sospechar que no eran nervios los que estaban atacándome.
Adelante, sintiéndose victorioso, se encontraba Jerry. Como era normal en él, estaba pulcramente arreglado, con el traje sin una arruga y el cabello perfectamente peinado hacia atrás.
Me gustaría llegar al frente y atacarlo con el ramo de margaritas en mis manos. Veríamos entonces cuando le duraría su falsa perfección luego de mi ataque.—No te preocupes por mí papá, sé como debo actuar. — le devolví la sonrisa, aunque con menos seguridad.
Sabía lo que debía hacer, pero no sabía si sería capaz de hacerlo, si podría enfrentar a la multitud que esperaba que este casamiento terminará para poder celebrar.
Di dos respiraciones profundas y dejé a mi mente viajar hacia Luc. ¿Qué haría él en mi lugar? Pensar en eso no me servía, ya que aunque sabía que era un ser poderoso, se comportaba como un ratón miedoso.¿Acaso debí aceptar su propuesta y haberlo dejado encargarse de Jerry?
Probablemente debí haberlo hecho, pero ahora no había tiempo para arrepentimientos, ahora debía hacerme cargo de mis decisiones.—Estas hermosa Brisa. —Jerry sonrió en el instante en el que llegue hacia él, antes de besar mi mano, mano que mi padre acababa de entregarle. — Por fin llegó el día que tanto esperábamos, hoy por fin te convertirás en mi esposa.
Lo miré y sabía que convertirme en su esposa era lo último que quería hacer. Lo odiaba, sentía tanto rechazo y disgusto hacia él y hacia su madre, que la sola idea de darles gusto, me provocaba arcadas.
Voltee y observé como mi padre tomaba su lugar junto a mi madre y mis hermanos, quienes habían viajado para acompañarme en el que se suponía sería el mejor día de mi vida y tomé mi decisión.No podía seguir con esta locura, no podía casarme y claramente, no podía esperar que alguien me rescatará.
A la mierda el orgullo y a la mierda todo, yo no seguiría con todo esto.Arranque con fuerza mi mano del agarre de Jerry y lo observé con molestia.
Pude ver el momento en el que comprendió que no podría continuar amedrentándome, que ya no había manera de que siguiera el juego y sé que detrás de mí, podía visualizar un enorme cartel, el cual en letras gigantes y luminosas, anunciaba: “game over, imbécil”.—Brisa… —su voz sonaba como una advertencia, pero a mí ya no me importaba, por lo que no tarde en alzar una ceja y sonreír con suficiencia.
—¿Asustado idiota? No tienes porque, no te hare nada, simplemente no pienso casarme contigo.
—Ni se te ocurra. —dijo de manera que solo nosotros escucháramos.
—¿Me estás retando? — entonces voltee hacia todos y vi como nos observaban con una sonrisa, sin imaginar lo que sucedía. — ¡La boda se cancela, no pienso casarme con un cobarde, infiel como Jerry Acosta!
Y mientras el murmullo general comenzaba a crecer, sentí como luego de meses, el aire volvió a entrar a mis pulmones.
Ahora comenzaba a cortar las cadenas que me ataban este miserable.
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Martinis, amor y ¿Estacas?
VampireLuego de que su novio rompiera con ella, Brisa Pizarro, solo quiere una cosa y es distancia de cualquier sentimiento que se asemeje al amor. Pero cuando su mejor amiga Débora Cabrera la desafía a jugar con dos jugadores en el campo de los coqueteos...