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Brisa

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Brisa





No podía creer el don de la inoportunidad que tenía Yael, de hecho, parecía que lo hacía adrede, porque cada vez que estábamos a punto de consumar con Luc, él llamaba, se aparecía o le permitía el paso a brujas indeseables.
Ahhh, pero claro, hace pocos minutos había tratado de impedirme el paso, a mí, la única persona inofensiva aquí.

Sin dudas se merecía la patada en las bolas que le había dado y sin ir más lejos, estaba buscándose una repetición ahora mismo y no imaginaba cuan encantada estaba de ayudarlo.
Me alejé de Luc y solo di dos pasos hacia su amigo, antes de que volviera a poner sus manos en mi cintura, con la clara intención de evitar que continuará avanzando.

-Suéltame Luc, aún debo solucionar ciertas cosas con tu socio. -no me importaba lo que pudiera hacerme, con la frustración que crecía en mí, era más amenazante que él. - Como el jodido hecho de que el imbécil bebió de mí sin permiso y el que ahora vuelva a cortarnos un buen momento. ¿No te diste cuenta de que nos estábamos reconciliando?

-¿Tengo que recordarte que hace un rato me dejaste en el suelo tirado, luego de patearme sin ningún reparo? ¿Cómo podía estar seguro de que no estabas lastimando a Luc?

-Te golpee porque no querías dejarme entrar.

-¿Esa es tu excusa? Porque es obvio que no te dejaría entrar, has tenido a este imbécil luciendo como un patético alma en pena, por los últimos dos meses y ahora vienes como si nada. Si que eres desvergonzada Brisa. - Traté de avanzar nuevamente, pero otra vez la presión de las manos de Luc, me lo impedían.

-¡Fuera! ¡Sal ahora de mi habitación y no permitas que nadie entre! -Giré mi cabeza y me centré en la intensa mirada de Luc.

Ahora mismo podría volver a besarlo, solo debía esperar para ver si Yael se iba por voluntad propia o nos obligaría a utilizar la fuerza.

-¿Me estás jodiendo? Acabas de decirme que me ayudarías con el bar.

-Y lo haré, pero antes debo terminar un trabajo que empecé hace mucho y que ya no puedo retrasar más tiempo.

-Definitivamente no puedes. -soné un poco ansiosa, pero es que así me sentía, ansiosa, deseosa y tremendamente encendida.

-Lo que sea. -Yael rodó sus ojos y negó, mientras caminaba de regreso al pasillo. -Solo espero que no te tome toda la noche.

Yo esperaba lo contrario...

Cuando la puerta se cerró, Luc agachó la cabeza con una sonrisa de lado bastante inocente, la cual dudaba que fuera así realmente.
De manera casi imperceptible, alzo su mano y comenzó a pasearla por el escote de mi vestido. Su mano me había congelado en mi lugar y solo me movería si él así me lo pedía.

Me había convertido en un títere, en su muñeca y solo esperaba el momento en el que finalmente viniera a mí.

-¿Tú qué crees cariño, tardaremos poco o debemos tomarnos nuestro tiempo? - tragué saliva mientras su mano subía por la piel desnuda de mi cuello.

Martinis, amor y ¿Estacas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora