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Luc

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Luc






¿De todos los momentos, tuvo que elegir exactamente esté para aparecer?
Por fin tenía un maldito acercamiento con Brisa, algo que no había sido planeado por mí, sino que se dio espontáneamente.

Fue ella quien llegó por sorpresa al bar, dispuesta a que firmemos definitivamente la paz. Pero si tenía que dejarme llevar por la mirada de muerte que estaba dándome ahora mismo, eso no sucedería, a menos que logrará ser rápido y convincente, con mi jodida explicación.
Era irónico, como a pesar de ser mucho más fuerte que ella, lograba asustarme. Pero no era miedo a que pudiera hacerme algo, aunque ciertamente golpeaba con ganas, sino que mi miedo radicaba en el hecho de que ella pudiese tomar la decisión de alejarse.

—¿Necesitas algo? — aún cuando no quería hacerlo, me alejé de Brisa, dándole espacio para que pudiera recomponerse.

—Hablar contigo, ¿O ahora tengo que pedir cita para ello? — Sentí la frustración picar en mi piel. Ella no cambiaría, ni aunque pasarán otros cincuenta años.

—Yo me voy. —Brisa, trataba de escapar, pero no podía irse ahora, no así, creyendo algo que no era. —Ustedes deben hablar y la verdad siento que sobro, así que adiós.

—Claro que no cariño, aún nosotros dos no hemos terminado nuestra conversación.

Sus ojos se entrecerraron, cuando tomé su mano, impidiendo su escape.
Su tranquilidad solo duro unos pocos segundos, ya que comenzó a tirar de está, tratando de liberarse.

—Escúchala Luc, al menos ella reconoce que no está invitada a esta charla.

—Ella no se irá. — miré entre ambas suspiré, lo mejor sería hacer algo antes de que todo se saliera de control. —Ven, voy a presentarlas.

Aún con bastante reticencia, Brisa caminó y se paró junto a mí. Su cuerpo lanzaba un aura de incomodidad y no me extrañaría que en cualquier momento logrará librarse de mí.

—Brisa, te presento a mi madre Mimí…

—¿Tu madre? Vamos Luc puedes ser más hábil, porque está mentira no me la trago. —Brisa repasó a mi madre, mientras está alzó una ceja con suficiencia. —Si ella es tu madre, yo soy Barney y te llevaré de paseo por el tren de la alegría.

—Soy su madre, a pesar de lo que imaginas. Créeme muchachita, —la voz de mi madre comenzó a tornarse burlona, sarcástica y grosera. — nada ganó con mentir, aunque podría hacerlo para ver cómo te vas de aquí.

—¡Ya basta! Mamá no sé que puede ser tan grave, pero estoy seguro de que podrás solucionarlo, así que vete.

—¿Yo? Te recuerdo que soy tu madre, córrela a ella.

—No es ella quien está faltándole el respeto a los demás. —este era mi bar, debía recordarlo. — No voy a permitir que nadie lo haga bajo mis instalaciones.

Pude ver en sus ojos el deseo de continuar con la discusión y transformar esto en un verdadero problema, sin embargo no lo hizo, ya que solo resoplo a través de su nariz y sin una palabra más, dio media vuelta y marchó.
Mi madre era una persona extraña y nunca sabía que locura estaría ideando en su retorcida cabeza, como nunca imaginé que sería capaz de morderme y convertirme en esto que soy, no imaginaba que haría la próxima vez que nos encontramos.

—Eso fue… incómodo. Creo que tú y tu madre no se ganarán el premio a la mejor relación del año. — soltó, luego de mucho tiempo en silencio.

—Nunca nos hemos llevado bien, solo viene cuando necesita dinero.

—Mmm… ¿Lo siento? Nunca sé que decir en este tipo de situaciones, no es fácil para la otra persona, pero debes aceptar que sea como sea, es tu madre. — sin dudas ella no tenía el don de las palabras.

—Creo que eres la peor consolando a otros.

—Lo sé, así que por favor no vuelvas a ponerme en esta situación otra vez.

—Tranquila, trataré de no hacerlo. —a pesar de que su enojo estaba olvidado, el momento fue destruido y no podíamos forzarnos a fingir que no sucedió. — Se está haciendo tarde, vamos, te llevaré a tu casa.

—No hace falta, puedo tomar un taxi. Con el bar lleno, Yael no dará a basto  — a la mierda con Yael, él tendría que poder.

Si mi madre entró aquí, fue porque él le informó dónde estaba, así que ahora podía tomar este favor como un pago por sus malditos actos.
Además, no era la primera vez y no sería la última en la que debería cubrirme. Tampoco nos faltaba tanto para cerrar.

—No te preocupes tanto por él, puede hacerlo.

—¿Lo dejas solo muchas veces?

—Solo desde que te conocí. —si ella creía que caería en esa provocación, aún no me conocía. —Eres una especie de imán y siempre necesito saber que estás bien.

—Muy acosador.

—Aún no he desarrollado esa faceta, pero si continuas huyendo de mí, presiento que ambos la conoceremos pronto.

—En serio puedo tomar un taxi, no tienes que preocuparte por…

—Te llevó. Mientras más te niegas, más me provocas a hacerlo. —y no solo hablaba de un simple paseo.

—Muy bien, si con eso te callas, andando.

Brisa nunca cedía del todo, siempre terminaba poniendo una barrera para alejarme.
Mientras conducía, por las calles vacías, incluso de los jodidos taxis que ella insistía en tomar, no dijimos nada. Yo me encontraba molesto por la interrupción de mi madre y Brisa, creo que ni ella sabía lo que le preocupaba.

—Luc, nos estábamos divirtiendo antes.

—Si, lamento que nos hayan interrumpido, pero tendremos otras ocasiones.

—Si, bueno, me estaba preguntando si quieres subir. — giré mi cabeza y me concentré en ella. —Es decir, no falta mucho para que el bar cierre, por lo que podrías quedarte aquí.

Quería quedarme, en verdad deseaba tanto hacerlo, pero no podía. Si estaba aquí cuando el sol saliera, me convertiría en cenizas y no podría hacer nada para evitarlo.

—Lo siento, pero creo que está vez no puedo. Como tú dijiste, una cosa es dejar solo a Yael un rato, pero el imbécil no podría con lo que aún falta.

—Está bien, entiendo, no importa, era solo una idea. — habló demasiado rápido, dejándome ver su incomodidad.

—Brisa, en serio quisiera poder.

—Tendremos otras ocasiones, no hay problema.

Pero si lo había, uno muy grande y debía encontrar la manera de solucionarlo.

Martinis, amor y ¿Estacas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora