Luc
Estos días habían sido como un regreso al pasado, solo vivía para trabajar. Una vez que el sueño diurno me soltaba, solo despertaba para atender el bar y luego volver a dormir, no había nada emocionante, nada que me llenase, que en verdad me importará.
O si, si lo había. No podía sacar de mi cabeza a Brisa, odiaba la idea de que ella, aunque lo fingiera, este por casarse.Ya no solo era la sed y la obsesión que sentía hacia su sangre, había comprobado que ella me importaba en realidad, como mujer, como amante y que me juzguen si no había pensado en convertirla en mi jodida compañera en esta vida.
Sin embargo, no podía ser tan egoísta de arrebatarle su vitalidad. Si alguien me hubiera preguntado si quería convertirme en esto que soy hoy, definitivamente me negaría.¿Quién querría convertirse en un ser tan aterrador? Uno que solo es nombrado para generar terror, terror que se desataría si descubrieran que en verdad estamos tan cerca de todos y que muchos incluso aún cazan a ilusos humanos con el fin de alimentarse de ellos y así saciar su interminable sed.
No, definitivamente no podía hacerle eso a ella.-¿Qué demonios te pasa? ¡Concéntrate en el trabajo, jodido imbécil! -si eso fuera tan sencillo - Este es el tercer trago que nos devuelven, mejor tómate un descanso.
Estaba a punto de negarme a cumplir su sugerencia, pero fue cuando vi a Brisa, quien a pesar de la multitud, se encontró con mi mirada y me hizo un gesto hacia el pasillo.
Era patético mi comportamiento, sin embargo, no tarde ni cinco minutos en perseguirla como un cachorro desesperado de atención.No miré a nadie mientras caminaba y dejé de prestar atención a Yael, quien gritaba a mis espaldas que solo me tomé cinco minutos.
Nada importó, no cuando llegué a dónde ella estaba y sin esperar ni siquiera dos segundos, se aferró a mi nuca y me atrajo hacia su boca.No era el único afectado por la atracción entre ambos, aún cuando ella la disimulaba mucho mejor de lo que lo hacía yo.
A pesar de no vernos con la frecuencia que ambos desearíamos, necesitábamos el uno del otro y solo ahora lo comprendía con claridad.-¿Decidiste darme una sorpresa, cariño? -Me alejé un poco de sus labios, antes de volver a besarlos.
-Lo hice, ¿Te sorprendí?
-Sí. Ahora ven, necesito hablar contigo.
Tenía que conocer los detalles de como avanzaba toda esta locura del casamiento, saber si su prometido y su madre le hacían la vida imposible o si al fin se había plantado y les había mostrado su verdadera cara.
Había sido un testigo de su carácter en más de una ocasión y no por merecerlo, así que sabía que tenía esa chispa dentro de ella y esperaba que la avivara y no se dejará apagar por ellos.Al llegar a mi habitación, trató de volver a besarme, pero está vez la alejé un poco y me concentré en lo importante, en descubrir lo que sucedía.
-¿Cómo van los preparativos de tu boda? ¿Está marchando como lo esperabas?
Me era imposible no sonar amargado, resentido e incluso un poco, demasiado, celoso.
Pero es que odiaba cada imagen que venía a mi cabeza.-Ay no, tú también no. -se quejó. -Sabes que esto es una farsa, que no me casare, al menos no con Jerry. Con cada minuto que pasó con él y su madre, se vuelve más insoportable la convivencia. Créeme Luc, si seguimos así, esto terminará antes de lo previsto.
-Pareces tener mucha confianza.
-La tengo. Estoy poniendo todo de mi parte para molestarlos. Ayer les arruiné la elección de los pasteles y ahora deben estar maldiciendo mi nombre, ya que debería estar acompañándolos en la cena que los socios del padre de Jerry organizaron.
-¿Por eso estás aquí?
-Estoy aquí porque quería verte, es un plus que eso signifique que moleste a Jerry en el proceso. Aunque para ser sincera, él no estará tan furioso, si molesto, pero quien ahora debe estar deseándome una muerte lenta y dolorosa, es su madre. -la vi morder su labio inferior, antes de sonreír de lado. -Me odia, me detesta con cada pizca de su alma, pero insiste en casarme con su hijo. Al parecer puede olvidar su odio, solo para que su hijo alcance su maldito propósito.
-¿Y tú puedes olvidarlo?
-Nunca. No imaginas el asco que siento mientras finjo una sonrisa. - bufó molesta, tratando de que sintiera su indignación. - En serio no veo la hora de librarme de ellos. Lo peor de todo, es sentir como todos me juzgan, pero nadie ve porque terminé accediendo a esta locura. Yo odio la idea de estar cerca de él, pero no sé me ocurrió algo mejor para que no siguieran volviendo mi vida un infierno.
-Brisa, lo sé.
Sabía que si no hacía esto, podían volver a intentar lastimarla, pero aún así me sentía incómodo.
-Ya no quiero nada con él, ya no me interesa como hombre, estoy interesada en alguien más. - levanté mi rostro y la observé con una sonrisa creciendo en mí - No soy de jugar con los sentimientos de los demás, porque sé lo mucho que duele, por eso también me siento incómoda haciendo esto.
-Sabes que solo debes pedírmelo y te ayudaría, con solo un par de palabras no tendrías que volver a preocuparte por ellos.
-Luc, gracias, pero esto es algo que debo solucionar yo misma. Además cada vez que me lo ofreces, suena más aterrador.
-Tal vez porque cada vez estoy más involucrado contigo. -confesé, sin ningún tipo de reparo.
¿Para qué seguir fingiendo algo que era más claro que el agua?
Mis cartas estaban en la mesa y ahora debía ver si ella estaba dispuesta a jugarlas o a abandonar la partida.-También lo estoy, es evidente eso. Sin embargo ahora no puedo ofrecerte todo lo que quisiera, pero si me das tiempo, si me esperas, te prometo que me entregaré a ti.
-Ten cuidado con tus palabras, a veces los significados pueden ser diferentes para ambos.
Ella quizás no lo sabía, pero sin ir más lejos, hasta hace media hora estaba pensando en convertirla, en hacerla mi compañera. Por lo que al decirme que se entregaría a mí, era como si me entregará su alma.
-Solo dame tiempo, en cuanto pueda librarme de ellos y vengar un poco de mi orgullo herido, nadie podrá alejarme de ti.
Solo esperaba que así fuera, pero aún ella desconocía la verdad.
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Martinis, amor y ¿Estacas?
VampirosLuego de que su novio rompiera con ella, Brisa Pizarro, solo quiere una cosa y es distancia de cualquier sentimiento que se asemeje al amor. Pero cuando su mejor amiga Débora Cabrera la desafía a jugar con dos jugadores en el campo de los coqueteos...