10.

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Luc







Necesitaba verla, volver a olerla, saborear su sangre. Sobretodo esto último, pero sabía que no podría hacerlo.
No se vería muy bien beber de ella, además, esto podría dejarla débil y en mi caso volverme un completo dependiente de ella.

Solo habían pasado veinticuatro horas y yo estaba a la espera de que volviera a entrar por las puertas del bar, pero de no ser así, está misma noche iría hasta su casa.
Siempre era prudente y cauteloso, analizando cada paso que estaba por dar, pero no ahora, ahora era un adolescente imprudente, creyendo que podría ir dónde ella y conseguir aquello que tanto deseo.

—¿Por qué estas tan desconcentrado? Apenas abrimos y ya pareces fuera de aquí. ¿Qué rayos anda mal contigo?

Yael seguía molesto, luego de haber sido tan miserable con mis respuestas.
Esa noche, cuando la probé, al regresar de su casa, esté me bombardeo a preguntas. Pero su interrogatorio duro segundos, ya que no iba a decirle nada, eso significaría alentarlo a qué también persiguiera a Brisa y eso no iba a suceder.

Ella ya tenía quien la persiguiera y era yo.

—Solo pensaba en algo.

—¿En algo o en alguien?

Entregué la cerveza a la mujer frente a la barra y preferí centrarme en el pedido de la mujer a su lado. No caería en los juegos de mi socio, no luego de tantos años de conocernos.
Él era tan obvio o más que la mayoría de los clientes ordenando Cosmopolitan o Martini. Solo bastaba una mirada para descifrarlos.

Cuando la noche avanzaba, mi confianza en que se apareciera estaba casi desapareciendo, pero mi determinación de perseguirla estaba alzándose sobre todas las cosas.
Sin embargo, solo necesite un mensaje en el teléfono, para dejar abandonado a Yael en la barra.

*Brisa: Estoy en el bar, pero no iré a la barra, trataré con un imbécil a la vez.

No comprendía muy bien a qué se refería, pero lo averiguaría en pocos momentos.

—¡Oye! ¿A dónde demonios vas? — gritó un molesto Yael a mi espalda, pero no obtuvo respuesta, preferí seguir buscándola entre el mar de gente.

Traerla de nuevo aquí era un riesgo, ya que ella era seguramente la comida que la mayoría de los vampiros aquí, queríamos saborear.
Su sangre era especial, era una entre cientos y pocas veces teníamos la suerte de encontrar a alguien que la tuviera.

Si un vampiro recién transformado la descubriera, no podríamos evitar que en su desesperación, esté acabará con la vida de ella.
También quería entregarme, quería prenderme a ella y no dejarla, pero tengo un poco más de autocontrol.

Cuando finalmente di con ella, la encontré resguardada cerca del baño de mujeres. Tenía su teléfono en sus manos y su atención estaba allí, aunque por su expresión podía notar que lo que veía no estaba agradándole.

—¿Problemas? —mi pregunta la llevó a alzar la mirada y observarme.

—Últimamente.

—¿Quieres contarme?

—No, la verdad que no. Lo que si quiero es saber que era eso tan urgente por lo que debíamos vernos.

De acuerdo, ella parecía no estar de muy buen humor y no me daba tiempo a pensar en algo.

—Aquí no, ven conmigo.

Comencé a caminar con ella siguiéndome, tenía que llevarla hasta mi cuarto, allí podríamos tener más intimidad y podría hacerla decirme lo que le molestaba.
No creía que no fuera nada, no cuando de repente parecía querer matar a alguien. Además, esto me daría tiempo para pensar en algo que justificara mi insistencia en verla.

Al entrar en la habitación, está, se paró en la puerta y tras llevar sus manos a su cintura, Suspiró.

—¿Por qué volvemos aquí? Si lo que buscas es sexo, no me interesa.

—Ven siéntate. Primero, nunca dije que quería sexo, ¿O si? —no respondió, en su lugar su rostro se tiño de color rojo, mientras la llevaba hasta el sillón —Y en segundo lugar, mejor dime la razón de tu enojo o estarás así por un largo rato.

Creí que se resistiría, más cuando clavó en mí, sus ojos inyectados en ira. Pero luego de unos segundos, gruñó y comenzó a quejarse.

—No lo entiendo, él me pidió tiempo, fue él quien ya no quería estar conmigo. Pero ahora el imbécil no hace sino aparecerse en mi puerta y rogarme perdón, pero no lo hace porque este arrepentido, el cobarde lo hace porque su madre se lo pide.

—¿Por qué estas tan segura de que ella tiene algo que ver?

—¿Por qué? Porque esa jodida harpía me odia, pero lo que más odia son los escándalos y no tolerará que cancelemos la boda a pocos meses. —se inclinó hacia adelante, dejando que su cabello cayera frente a ella. — Si no quería esto, debió hablar con su hijo.

—¿Necesitas ayuda con eso? Puedo ayudarte a persuadirlo.

Podía ser muy convincente si me lo proponía y solo bastaba que ella me lo pidiera para que ese idiota no volviera a molestarla.
Pero luego de darle una mirada, supe que aunque lo odiará, ella no querría verlo mal.

—¿Ahora eres un mafioso? Porque conozco a los de tu tipo, nunca hacen las cosas gratis y sé que un favor así, sería costoso. Así que no te gastes, soy pobre. —pese a todo, su respuesta me hizo reír, aún molesta ella era divertida.

—Pero existen otros métodos de pago. — como su sangre…

—Si, me imagino. Sin embargo tampoco dormiré contigo. —Eso llamó mi atención, ya que no se lo había insinuado, pero ella ya lo estaba descartando.

—¿Por qué no?

—Acabo de salir de una relación muy estable, una en la cual creí, erróneamente claro, que todo estaba bien. Ahora me encuentro siendo acosada por mi ex, su madre y quién sabe quién más. —por la mirada que me dio, era evidente que se refería a mí. — No me interesa ninguna relación, ni estable, ni casual con nadie. No volveré a atarme a alguien, al menos por ahora.

—Pero no puedes cerrarte así para siempre.

—Si puedo, pero con el tiempo tal vez quiera estar con alguien. Pero ahora no.

—¿Eso te lleva a rechazarme ahora?

—Sí. Por si no entendiste todo lo que dije, te diré algo más corto. No creo en eso de que un clavo saca otro clavo, veo el panorama completo y el martillo tiene dos lados, por lo que no necesito ayuda de nadie para arrancar esa cosa de mí.

—Ok, no volveré a ofrecerlo. —por ahora…

—Gracias. Ahora quieres decirme para que me querías ver.

Y ahí estaba la cosa, no tenía una maldita respuesta para ello.


Martinis, amor y ¿Estacas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora