Brisa
Lo observaba conducir, con su atención directamente en el camino, con el ceño fruncido y una actitud de enojo. Al parecer este enfrentamiento con su madre, no sería tan fácil de superar.
Mientras pensaba en algo que decirle, dejé a mis ojos llenarse de él. Su rostro ahora se encontraba iluminado con las luces de las calles, pero cada detalle era perfectamente visible.—¿Cómo te sientes? —de acuerdo, no era lo mejor para preguntar, ya que conocía la respuesta, pero no sé me ocurría otra cosa.
—Cansado. Estoy harto de que mi madre crea que puede meterse en mi maldita vida y tomar decisiones por mí. También me siento frustrado, porque a pesar de mi insistencia, te negaste a permanecer conmigo, por lo que ahora me sentiré constantemente preocupado por tu bienestar. —sin dudas no fue la mejor pregunta.
—Yo estaré bien, no saldré de mi apartamento, así que no correré ningún…
—No me digas que no correrás peligro. Brisa, ya te atacaron y de no ser por Yael, no sé dónde estarías ahora.
Eso era verdad, incluso aún me dolía todo el cuerpo y no podía acordarme de todo lo que había sucedido. Pero eso no significaba que volverían a atacarme.
Al menos esperaba que no volvieran a intentarlo.—Pero no podrán entrar a mi apartamento, es muy seguro.
—De cualquier manera hubiera preferido que te quedarás dónde pudiera verte. —también lo quería, pero no me prestaría a que su madre volviera a decirme esas cosas, completamente fuera de lugar.
—Deja de preocuparte Luc, soy una chica grande y sé cuidarme sola. Ese desgraciado solo me tomó por sorpresa y creí que eras tú, luego creí que era Jerry, pero finalmente caí en cuentas de que era alguien desconocido para mí.
—¿Por qué creíste que era yo?
—Quedamos en encontrarnos, creí que era una especie de broma de tu parte.
—No estoy tan loco.
—Lo sé. —en cuanto detuvo el auto frente al edificio, suspiré y muy a mi pesar me vi en la obligación de preguntarle: — ¿Hoy subirás? No lo digo en plan “romántico”, sino para ver si me ayudarás a subir.
—Claro que lo haré, no me iré hasta verte instalada.
Asentí, observándolo salir del auto y rodearlo, hasta llegar a mi lado. En cuanto abrió la puerta, no tardó en volver a tomarme en sus brazos y clavar su mirada en mí.
—¿Segura de que quieres quedarte aquí? Aún podemos regresar. — a pesar de querer decirle que volvamos, me vi asintiendo.
Ya le había ocasionado bastantes problemas y debía pensar bien en lo que había pasado. Tenía que recordarlo, no sabía cómo, pero no pararía hasta recordar cada maldito detalle de lo sucedido.
Aún no creía que esos colmillos habían sido producto de un sueño, siempre que pensaba en ellos, los recordaba tan reales.—No puedo esconderme para siempre contigo, tarde o temprano debo volver a mi casa.
—Como quieras.
—Luc, no quiero discutir. —solo quería recostarme en mi cama y sentirme en un ambiente conocido, dónde podría relajarme.
Pero él no respondió, solo caminó conmigo en sus brazos hasta el ascensor, dónde me dejó sobre mis pies, sosteniendo mi cintura.
No sabía que decirle para que su malhumor desapareciera, ya que todo lo que le decía parecía molestarlo el doble.Suspiré y me apoyé contra su cuerpo, podría no utilizar las palabras correctamente, pero podría hacerle saber que me sentía cómoda a su lado.
Cuando la caja metálica se detuvo en mi piso, volvió a tomarme entre sus brazos y cargarme hasta la puerta de mí apartamento. Sin embargo debió bajarme nuevamente, ya que necesitaba buscar las llaves.—Por favor intenta no salir, no estás del todo recuperada y puede ser peligroso, tampoco le abras la puerta a nadie desconocido.
—Si papá. —Respondí, rodando mis ojos.
No era una niña, por lo que no necesitaba que me cuidara como a una.
—Cada día contigo, descubro que eres más y más descarada. Uno se preocupa por ti y así reaccionas. — volviendo a encontrarme contra su pecho, sonreí, era tierno cuando estaba molesto.
—Ya te irás acostumbrando.
Si él planeaba continuar frecuentándome, lo que esperaba que hiciera, tenía que comprender que seguiría tomando confianza y pronto me comportaría como si lo conociera desde siempre.
Cuando me dejó en el sillón, acercándose a la puerta para cerrarla, me incliné hacia atrás, soltando un pequeño quejido.—Espera un momento, te traeré algo para el dolor. — aún molesto, seguía preocupándose por mí.
Me negaba a sentirme culpable, no estaba haciendo nada malo, solo quería estar tranquila.
Pero aún así, odiaba la idea de verlo enojado, triste e incluso frustrado.—Gracias. — acepté la pastilla y la tomé, sin alejar mis ojos de él. —Tranquilo, no abriré la puerta a nadie, no te preocupes.
—Trataré de no preocuparme.
No sabía si era la abstinencia, el verlo preocuparse de esta manera por mí o el querer recuperar los momentos interrumpidos antes, pero me incliné y tomando su camiseta, lo atraje hasta que nuestros labios chocaron.
El movimiento me produjo una punzada de dolor, la cual elegí ignorar, entregándome de lleno al beso. Barrí con mi lengua su boca, devolviendo sus movimientos con el mismo ímpetu.Éramos compatibles y la química entre ambos era muy evidente, pero cuando sus labios comenzaron a bajar por mi cuello, nuestro karma volvió a atacar y su teléfono sonó.
—No respondas. — pedí alejándome solo unos centímetros de él.
—No. — gruñó contra mi piel, provocando una sensación de hormigueo por dónde pasaba.
El timbre del teléfono paró, para luego volver sonar y al cuarto tono, algo dentro de mí se enfrió y molesta lo empujé lejos.
—Atiende.
Comencé a arreglar mi ropa, mientras él gruñía y tomaba su teléfono.
—¿Qué mierda pasa ahora? —respondió agitado. —¿Y no puedes hacer nada? — escuchó y suspiró. —Ya voy.
Pasé una mano por mi rostro e incliné la cabeza.
—Déjame adivinar, ese era Yael.
—Tengo que ir, ya que ese jodido inútil no puede encargarse solo.
—Está bien, ve. —después de todo ya nos había arruinado el momento. —Pero hazme un favor, golpéalo.
—Dalo por hecho. —me observó una vez más y tras inclinarse y besarme rápidamente, se alejó. —Recuerda no abrirle a nadie.
—No lo haré.
Después de todo, ya no me quedaban fuerzas para hacerlo, solo deseaba dormir.
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Martinis, amor y ¿Estacas?
VampireLuego de que su novio rompiera con ella, Brisa Pizarro, solo quiere una cosa y es distancia de cualquier sentimiento que se asemeje al amor. Pero cuando su mejor amiga Débora Cabrera la desafía a jugar con dos jugadores en el campo de los coqueteos...