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Brisa

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Brisa





Mientras salía del bar, siendo saludada por los agradables rayos de sol, no dejaba de rememorar todo lo sucedido la noche anterior.
Recordaba a la perfección cada toque, cada beso y cada uno de los insultos que esta mañana se escuchó a través de la puerta.

Sabía que Yael no estaría para nada feliz, pero no me importaba, ya Luc lo ayudaría está noche con el bar, pero no podía impedir que nos reconciliáramos como se debía.
Una larga noche de sexo, envuelta con el cuerpo sudoroso y ardiente de Luc, la cual esperaba repetir muy pronto.

Sin embargo, mientras me levanté esta mañana, envidié su sueño diurno. Ya quisiera yo no tener que despertarme hasta la noche y no tener que enfrentar a la familia y a los amigos, para explicarles el porqué de la boda fallida.
¿Cuándo lograría terminar de barrer la mugre que Jerry había dejado en mi vida? Esperaba que pronto, pero al menos ya no seguiría sumando más.

Está vez por fin había cerrado ese capítulo en mi vida y era un capítulo que al acabarlo, arranqué y tiré en el cesto de basura, con la clara intención de no volver a toparme con él.
Me había hecho mucho daño y a pesar de que en algún momento lo amé, ahora veo que ese amor no era de ambos lados y que lo que daba, dudosamente algún día lo recibiría de regreso.

Sin embargo, le deseaba suerte, pero se la deseaba, bastante lejos de mí.

Cuando salí del ascensor, lista para abrir la puerta de mi apartamento, no pude ignorar a Mario y a Débora, quienes se encontraban allí, probablemente esperándome.
En su rostro podía notar la sorpresa al verme aún vestida de novia, pero ninguno preguntó la razón del porqué aún lo traía puesto, solo me observaron, a la espera de que tomara una decisión.

El verlos seguía recordándome la traición, la mentira y los pocos códigos que tuvieron para conmigo y para con nuestra amistad, pero sabía que tampoco podía fingir que no existían.
Suspirando, introduje la llave en la cerradura y abrí la puerta. Una vez que estuve dentro, mantuve la puerta abierta, permitiéndoles el paso.

—Pasen, de lo contrario puedo arrepentirme.

Tal vez se debía al hecho de que me encontraba de tan buen humor, que me sentía preparada para enfrentarlos y escuchar, quizás por última vez, lo que tenían para decirme.

—Hablamos con tus padres y con tus hermanos, puede que al principio se mostrarán furiosos ya que no les habías contado nada, pero terminaron entendiendo y ahora están alojándose en el “Nitten”. —me tranquilice un poco al escuchar a Mario, ya que no tendría que darles mis explicaciones ahora, aunque sabia que más tarde, eso sucedería.

—Gracias.

No podía no agradecerles el hecho de haberse hecho cargo de mi familia, algo que debería haber hecho yo, pero que olvidé, mientras estaba perdiéndome en las sensaciones que Luc me provocaba.
El hecho de que la distancia entre nosotros ahora era gigante y que la línea de la confianza se encontraba visiblemente difuminada, ellos se habían detenido a contener a las personas más importantes para mí.

—No fue nada Brisa, ¿Cómo te sientes con todo lo sucedido? —observe a Mario y me pregunté, si él en realidad esperaba que me sintiera mal.

—¿La verdad? —en cuánto asintió, me deje caer en el sillón con un gran suspiro. —Me siento tan feliz, hace tiempo no me sentía así y es algo renovador, energizante y placentero. ¿Cómo pude vivir tantos años sin saber cuan miserable era?

—Al menos terminaste abriendo los ojos.

—Si. —entonces voltee hacia Débora, quien aún se mantenía en silencio, probablemente poseída por la culpa y el arrepentimiento de haber arruinado una bonita amistad, por una persona como Jerry. — ¿Cómo están ustedes?

—Yo con una urgencia por ir al baño, así que mientras me ausento, ustedes hablen. —quería retener a Mario, ya que él estaba actuando como intermediario, pero no podía hacerlo.

Cuando nos quedamos solas, el silencio entre ambas, era terriblemente incómodo y estaba segura de que ella no haría nada para romperlo, por lo que tendría que hacerlo yo.

—¿Cómo estás Débora?

—Haciéndome a la idea de todo. — se encogió de hombros y comenzó a juguetear con el ruedo de su vestido. — De repente me veo sola, sin el hombre con quién tenía una relación casual, sin la amiga que era como una hermana y creo que hasta mi propio hermano está tan decepcionado de mí, que mantiene cierta distancia. Siento que no hice las cosas bien, que tal vez debí ser más precavida, más leal, pero no pude evitar sentirme atraída a Jerry, tú mejor que nadie deberías comprenderme.

—No me importaría sino hubieses traicionado mi amistad. No hablamos de un mes o dos, hablamos de una relación oculta de dos años, dos, Débora. ¿Cómo te sentirías tú en mi lugar? Solo imagina que un día tu prometido te deja y tiempo después descubres que lo hace por mí. ¿Te sentirías bien?

—No. Creo que es obvio que no me sentiría bien y que la sola idea de verte, me pondría triste. —entonces se quedó momentáneamente en silencio, entregándose de lleno al pensamiento en su cabeza. — ¿Es así como te sientes?

—Yo no diría triste, pero aún me siento incómoda contigo cerca.

—¿Algún día me vas a perdonar?

—No lo sé Débora, no puedo decirte que sí, porque aunque lo hiciera, lo haría sabiendo que no confiaría fácilmente en ti. Pero tampoco puedo decirte que no lo haré, porque una parte de mí sigue considerándote alguien importante, alguien que ha estado en mi vida durante años y además, compartimos muchas personas en común.

—También eres importante para mí Brisa, a pesar de que ahora mis palabras sean un poco difíciles de creer.

—Solo no forcemos esto, si en algún momento nuestra amistad resurge, que lo haga por si sola.

—¿Y qué hay de mí? —voltee y encontré a Mario apoyado contra el marco de la puerta.

A pesar de que él no me había engañado, me mintió y no tenía manera de saber si en el futuro no volvería a hacerlo…

—Solo necesito tiempo, aún estoy absorbiendo toda la información y aunque es una etapa que he dejado atrás, se podría decir que sigo en proceso de rehabilitación.

A pesar de que consideraba a Jerry algo pasado, aún seguían abiertas algunas heridas colaterales, como por ejemplo, ellos.

—¿Tiempo? Eso podemos dártelo, solo queríamos venir y ver cómo estabas, haciéndote saber que estaremos siempre para ti.

—Y aunque ahora nos encontremos en una situación de mierda, ustedes también pueden contar conmigo. — al ver que ninguno dijo nada, bufé. — Con el tiempo veremos si podemos volver a ser los de antes.

—Ojalá podamos volver a ser tan allegados. —asentí hacia Débora, deseando poder recuperar la confianza, pero sabía que eso sería muy difícil, o casi imposible.



Martinis, amor y ¿Estacas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora