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Brisa







Seguía sintiéndome insegura de hacer esto, pero estaba cansada de tener que ser tan comprensiva, los hombres solo jugaban con nuestros sentimientos, pisoteándolos sin ningún tipo de consideración. Malditos.
¿Entonces porqué tenía que pensarlo tanto? No iba a tratar de jugar con alguien bueno, uno de esos pocos ejemplares en peligro de extinción, aquellos que solo encuentras si la vida te ama, porque claramente a mí la vida me odia con todas sus fuerzas y por eso puso a un sucio infeliz como Jerry en mi camino. Pero este no era el caso, tenía que jugar con alguno de los dos jugadores de "inmortales".

Estaba demasiado segura de que saldría todo mal y mis intentos de coqueteo terminarían yéndose por un tubo, sin embargo aquí estaba lista para dar una buena batalla.
Jerry era sencillo, siempre fue un hombre básico, el cual con solo un par de sonrisas y alguna que otra insinuación se encendía, seguramente eso sucedió ahora y estaba recibiendo sonrisas e insinuaciones mejores que las mías.

El bar era impresionante, desde afuera lo veías como un lugar común y corriente. Tenía sus paredes, de un ladrillo algo deteriorado, una gran puerta de color negro y una simple cartelera con el nombre escrito.
Pero cuando entrabas era completamente diferente. Dentro podías encontrar una decoración increíble, basada en colores negros y rojos, con una importante iluminación.

La música aquí sonaba con fuerza, pero no lo suficiente para impedir que las personas pudieran tener conversaciones agradables. Pero lo que más llamó mi atención, fueron los dos hombres detrás de la barra.
Si estos eran los dueños, definitivamente había perdido la apuesta, no había forma de jugar con alguno de ellos. Pero al menos ellos conseguirían una nueva clienta habitual.

Ambos se parecían, pero no lo suficiente para creerlos familiares.
Uno de ellos era tan blanco como la leche, con un cutis que no dejaba de envidiar. Cabello negro, nariz respingada y unos labios rellenos. Mantenía sin titubear una actitud divertida, como si se burlara internamente de todos nosotros y no le importaba.

El otro, a pesar de tener el mismo cutis y tono de piel, tenía ciertos rasgos que lo volvían un poco más atractivo. La firmeza en su mandíbula o tal vez la pequeña sonrisa de lado que tendía a escaparsele,no hacían sino adueñarse de mi mirada.
Este, desprendía una actitud de " soy mejor que tú y no puedes hacer nada al respecto".

-¿Cómo se llaman? - pregunté sin apartar mi mirada.

Sentía que podía comerlo con la mirada, quería tanto poder hacerlo.

-El de camisa negra es Yael y Luc el de blanco. -Así que Yael era el burlón y Luc era quién se creía superior. -¿Has decidido ya a tu presa?

-No lo digas de esa manera, suena horrible. -la regañe, aún cuando era eso mismo lo que estaba por hacer.

No sabía si sería o no mi presa, pero no había dudas de que quería tanto probar a Luc. Yael no estaba mal tampoco, pero Luc era como más varonil, más imponente, él simplemente llevaba a mi cabeza a pensar cosas totalmente indecorosas.

-Oh vamos, no me digas que estás echándote atrás. Brisa, no tienes porque temer, solo irás, lanzaras un par de curvas y luego, cuando te aburras, nos vamos. - alcé una ceja y la observé. ¿En serio creía que sería tan sencillo?

-¿Y si no me aburro?

-Te gustó alguno ¿Verdad? -lo había hecho, había uno de ellos que hasta me hizo cuestionarme cómo pude considerar casarme con Jerry. -¿Cuál de los dos? ¿Fue Yael? Puedo verte totalmente cayendo por su sonrisa.

En otro momento eso hubiera sido verdad, me gustaban los chicos con buen sentido del humor. Aquellos que sin importar lo malo que podía ser el día, tenían una broma para hacerte sonreír.
Pero ahora no, ahora me atraía el que parecía inalcanzable, el que me desafiaba con su actitud a conquistarlo.

¿Cuándo me había vuelto una demente masoquista? Debería ir por el que parecía seguro, pero aquí estaba, queriendo probar a su amigo.

-No, no fue Yael.

-Entonces fue Luc. Demonios Brisa, sin dudas quieres probarte con un peso pesado.

-¿Acaso no deberías fomentar mi autoestima? Se supone que estamos aquí para reafirmar mi confianza.

-Lo sé, pero creo que sería más sencillo con alguien como Yael. Los chicos como Luc son peores incluso que Jerry, porque parece que los atrapaste, pero encuentran la manera de escaparse.

Esa es una manera directa de recordarme que mi ex me había dejado y que ni el hecho de haber fijado la fecha de la boda, lo mantuvo a mi lado.
A veces Débora no pensaba en sus palabras antes de decirlas, solo las soltaba y estas llegaban como puñales para incrustarse en mi pecho.

-Lo bueno es que yo no quiero atrapar a nadie, solo vine porque me desafiante a jugar con él. Pero si crees que no puedo hacerlo, simplemente deberíamos irnos.

No tenía ganas de sentirme mal y menos de escuchar cómo mi amiga me creía incapaz de llamar la atención de Luc.
De haber sido así, solo me hubiera desafiado a venir y tratar de jugar con Yael.

-No estoy diciendo que no puedes, es solo que estoy viendo que quedaste un poco asombrada por él y no quiero que sufras. Acabas de terminar una relación larga, una en la que tenías grandes planes de un futuro y ahora estás vulnerable.

-No me meteré con cualquiera por despecho.

-Tienes razón, lo siento. ¿Por qué no tomamos algo?

-Eso sería genial, prefiero sentarme y beber con mi mejor amiga, la hermana que mis padres no me dieron, a pensar en los hombres. -eso no significaba que no tiraría mi caña e intentaría pescar a uno de estos dos pececitos.

-A la mierda con los hombres. -empezó a decir Débora, para luego fruncir el ceño. -No puedo brindar sin alcohol, vamos a la barra.

-No, tú quédate que yo voy. -si iba a hacer esto, debía hacerlo sola.

-¿Segura?

-Segura, deséame suerte. - tomé mi bolso y comencé a caminar.

Con cada paso me decidía más, ningún hombre me volvería a pisotear, ahora sería yo quien marcaría el paso y no me importaría a quien dejara en el camino.

Martinis, amor y ¿Estacas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora