Juan Pablo Villamil trasladado a NY por su trabajo, él es destacado no solo por su buen desempeño si no también por su discreción y humildad al tratar con los demás. Aún que a sus 32 años hay algo que lo tortura y es que no ha podido tener una relac...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Isaza, Villamil, & Elizabeth" Relata Villamil:
Presión constante con Vanessa por la llegada de Isaza. Me desconcertó un poco cuando me dijo qué se quedaría en un hotel, ¿Cómo iba a permitir que un buen amigo como él se quedará en un hotel? Así que le pedí que le dijera que considerara mi oferta de quedarse en mi departamento. Y es que tener ahí Isaza lo más cerca de mí en una garantía de qué Elizabeth confiaría en mí. Accedió al final de cuentas y eso me tranquilizó ahora no se lo tendría compañía por poco tiempo sino que Elizabeth creería en mí.
Y no era precisamente porque quisiera su aprobación aunque sabía que no era fácil de conseguirla pero la chica dejaba mucho que pensar en mí. Llegué a BDanner, y me Tomé el atrevimiento de entrar a los cubículos de oficina dónde se encontraba ella. Para mi sorpresa al entrar la mire sentada frente a su computadora aplicándose lo que parecía un bálsamo labial, bálsamo que si yo fuera más inteligente ya se lo hubiera quitado de los labios. Camiones con dirección hacia ella un poco nervioso porque era lo que ella provocaban mí. Levantó la mirada y giro la cara hacia mí y me miró sorprendida. Estaba a punto de abrir la boca para saludarla cuándo sin previo aviso la rubia se poso frente a mí.
¡Villamil!.
Exclamó Marina Reche torciendo uno de sus cabellos y mirándome con detenimiento con una gran sonrisa en sus labios.
Hola Marí.
Le salude mientras levantaba la mirada hacia Elizabeth. Ella sostuvo su mirada sobre mí, pero la rubia no se movía de enfrente mío. Yo solo quería hablar con ella pero la linda y extrovertida Reche no me lo permitía. Solo hablaba y hablaba.
...¿Me das un momento?.
Le pregunte amablemente y ella me torció la boca ofendida. Acaricié su hombro pasando sobre ella y me dirigí hacía Elizabeth quien ya nos observaba desde antes.
...hola.
La saludé con una sonrisa en los labios que ella me provocaba cada vez que la veía.
¿Se te ofrece algo?.
Me preguntó muy mamona mirando a otra dirección, debo decir que eran esos detalles los que solían desesperarme de ella y por mucho que me gustará ella no iba a poder continuar cerca de ella si seguía con esas peligrosas señales.
Te molesta mi presencia, ¿no es así?, Quizá si me dieras tu contacto no me verías tan seguido.
Le dije ir, y ella nego riendo.
¡Jamás!, Mejor dime qué se te ofrece porque en verdad estoy muy ocupada.
Me pidió y yo asenti sacando de mi bolsillo sus pases a camerino y sus ojos brillaron tanto que los mismísimos diamantes se quedaban cortos.
