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ZEDD

Es fascinante como la música puede ayudar a una persona en todo momento. Puedes desconectarte y sumergirte en tu propio mundo.

Pasé los dedos rozando cada una de las cuerdas de la guitarra apoyada en mis piernas, era bastante vieja y puede que estuviera deteriorada por el uso. Fue mi primera guitarra, una acústica. Tenía cinco años cuando descubrí que es lo que de verdad me apasionaba. El piano, guitarra eléctrica y un poco de batería se incluyeron después.

Podría tocar todo el día, incluso había llegado a tener la sensación de los dedos se me caerían si practicaba por horas seguidas, las manos adormiladas y el cosquilleo que recorría cuando comenzaba a crear una melodía, era algo increíble.

Di un golpe en seco a las cuerdas deteniéndome, buscando el celular por la cama en mi habitación. Un mensaje de Connor apareció en la pantalla.

Connor: Te veo a las 6:00 para practicar, no llegues tarde.

Quedaban dos horas para ir al lugar en el que tocaríamos, la presentación comenzaría a las ocho en punto. Era un poco más importante porque habría más gente y debía admitir que incluso estaba un poco nervioso, después de invitarla...

Fácilmente podría seguir sumido ignorando el mundo o ir a hacer algo productivo. Bajé las escaleras en dirección a la cocina. Nunca me faltaba espacio para alguno de los deliciosos platillos que mamá preparaba en sus "experimentos" culinarios. Hurgué en el refrigerador cuando escuché sus pasos adentrándose en el lugar.

─Si lo que estás buscando es lo que creo no lo encontrarás─. Interrumpió detrás de mí.

Traté de ignorarlo y saqué un recipiente con pasta de la cena del día anterior. Lo comería frío para subir a mi habitación lo más rápido posible.

Pasé a un lado de su figura sin mirarlo y me detuve unos pasos adelante a pesar de que sabía que no capturaría su atención.

─Si te interesa tengo una presentación hoy en un bar del centro, es importante para mí.

Tomó asiento en la barra y abrió un periódico para clavar los ojos en las letras.

─Diviértete─. Dijo restándole importancia, concentrándose en el papel.

Parecía que aquel trozo con letras era más relevante en su día que lo que yo estuviera anunciando.

─Sabes...tal vez podríamos llevar la fiesta en paz si te interesaras un poco por la vida de tu hijo─. Solté con frialdad, apresurándome por salir y subir antes de que me diese otro de sus discursos.

Mi padre, Andrew Newland y yo, nunca habíamos llevado la mejor relación por distintas razones que al recordar se me revolvía el estómago.

Él se ocupaba de sus negocios y salía de viaje, las únicas veces que estaba en casa eran para discutir sobre el tiempo que perdía dedicándole a la banda y el cómo no llegaría lejos con eso.

Siempre odió mi interés en la música y había tratado que lo abandonara, cosa que no consiguió en dieciocho años.

El favoritismo a mi hermano mayor se notó desde siempre. Nate hacía todo lo que se le ordenara y accedió a completar una carrera en finanzas para atender el negocio familiar.

Andrew siempre lo puso de ejemplo a seguir y mostraba su orgullo ante los demás mientras que yo no dejaba que tomara las decisiones por mí y me atara a algo que no quería. Una marioneta más de su colección.

Mi madre era otro tema. Siempre se preocupó, cuidó y apoyó en todo lo que sus dos hijos necesitaban, aunque algunas veces, sabía que aún dudaba de mí por lo que hice aunque no quisiera admitirlo.

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora