EPÍLOGO

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BLAIR

Las piernas me cuelgan al borde del balcón. La taza de café entre mis manos es el único calor que me transmite. Si aspiro con más fuerza llenando mis pulmones de aire, dejándolo salir por la boca se esparcirá un vaho.

Una pareja de ancianos cruza la calle. El hombre toma la mano de la mujer, chequea a los dos lados de la avenida que ningún auto venga y la arrastra hasta la mitad de los carriles para posar su mano en su cintura y balancearse de un lado a otro bailando. La mujer inclina su rostro y lo esconde entre el hueco del cuello del anciano.

Sus pasos son cortos en todas las direcciones. Movimientos lentos en donde solo se disfrutan el uno al otro. La edad no les ha quitado esa mirada, la misma en la que los dos hablan sin palabras y respiran el mismo aire. No les ha quitado su esencia ni su sensación.

La vida debía ser distinta para ellos. Sin saber por todo lo que tuvieron que pasar para llegar allí, en medio de la avenida, a media noche, debajo de las estrellas, los dos pegados cuerpo a cuerpo bailando a la luz de la luna y que después de todos estos años en donde hubo miles de impedimentos, ese día se pudieran levantar y preguntarse ¿Quieres bailar?

Tomé aire cerrando los ojos, sintiéndome una intrusa en su momento y siendo sincera teniendo un poco de envidia por ellos.

Mis días se resumían en estudiar, trabajar, regresar al departamento en la compañía de Tory y Travis, quien la mayoría del tiempo la pasaba en nuestra residencia dejando abandonado su piso.

Los fines de semana eran donde podíamos disfrutar. Salir a recorrer las calles de Alemania iluminadas y poder hacer alguna que otra tontería para pasar la noche. Algunas veces ni si quiera dormíamos, viajábamos a carretera o subíamos a la azotea de varios edificios sin poder controlar las carcajadas porque cada uno soltara un comentario irónico.

Adoro mi vida, a pesar de que dejé atrás todo. Visito a mis padres una vez al mes por lo menos. Su nueva casa está a unas dos horas de la mía. Papá está muy contento en su nuevo trabajo y mamá ha abierto un pequeño negocio para distraerse.

Algunos días en donde voy a verlos, extraño nuestra vida en la antigua ciudad. Mi casa, mi habitación, mi escuela, mis amigos. Algunas veces lo extraño a él.

Perdí todo contacto después de la última vez que nos vimos, cuando nos dejamos...

Jamás volvió a llamarme, enviarme un mensaje o contactarme. Les pedí a los otros tres chicos que no me buscaran, que si algún día nos volvíamos ver, nuestra amistad seguiría intacta como si tan solo la hubiésemos pausado, pero no ahora, no podía hacerlo.

Han sacado su primer disco. Black Florescent, una de las bandas más prometedoras de la industria musical.

Como era de esperarse, subieron como espuma después del primer lanzamiento. Sus canciones se escuchan en cada esquina de cada ciudad. Sus rostros se hicieron conocidos más rápido de lo que alguna vez pensaron.

Estoy feliz por ellos, por todo lo que han logrado y lo que aún falta.

Estoy orgullosa de él. Todas las veces en las que se subestimó y no creía llegar tan lejos, ahora se puede mirar a sí mismo en lo alto de la cima.

Supe que habíamos hecho lo mejor, que había sido lo correcto cuando ese día encendí la televisión con ansias. Tenían cinco nominaciones a los premios de la academia con tan solo su primer disco.

Se levantaron cuando la presentadora abrió el sobre anunciando que la banda BlackFlorescent era la ganadora al mejor disco de rock del año. Y lo vi, allí en el escenario, debajo de los reflectores.

Llevaba un traje que lo hacía ver aún más apuesto. Había cambiado poco y a la vez mucho en tan solo un año. Sus ojos seguían teniendo el mismo color conectando a través de la pantalla y cualquiera podía ver que había nacido para esto. Ser una estrella.

Habían hecho un tour. Las entradas volaron en minutos y a pesar de que me moría de ganas por verlos, no asistí. Porque sabía que no podría soportarlo, estar tan lejos y tan cerca a la vez.

Zedd Newland, al fin su nombre era conocido. El joven que llegó al estrellato y prometía ser aún mejor.

Cada uno había seguido adelante, y a pesar de que me dolía, no cambiaría nada.

Y aquí estoy, mirando con una sonrisa agridulce a aquella pareja que si sabe sobre la vida. Que se han besado tantas veces que los pulmones no han sido suficientes para seguirle en ritmo a sus labios. Que me recuerdan a nosotros.

Había escuchado que las almas gemelas se conocen en algún punto de la vida y estoy segura que nosotros lo fuimos. Nos hallamos en el mismo escondite que nos encubrimos.

Recuerdo todas las horas y cada instante que me dedicaste y que guardaré en mi memoria como eso, un recuerdo.

Pudimos haber sido todo y nada, tener un final de película sin un punto final, pues todas las historias no terminan, tan solo continúan.

Pero si algún día el destino es el que interviene y junta nuestros caminos de nuevo, por que estemos destinados a ser, te encontraré allí. Debajo de las estrellas en aquella colina reflejando las luces de la ciudad en nuestros ojos, con una sonrisa y un nuevo comienzo al final de todos los días que pasé junto a ti.

FIN.

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora