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ZEDD

─¿Has revisado tu garaje?

─ ¿Qué?– cuestioné.

Alec estaba apoyado a un costado de la puerta de la entrada a su casa. Fui al día siguiente de recibir su mensaje al que no había agregado más palabras.

─Que si has revisado tu garaje─ reiteró.

─No lo creo, siempre estaciono el auto afuera o en el jardín─. Me acerqué unos pasos─ ¿A qué va todo esto?

Suspiró y pasó las manos repetidamente por sus rizos.

─Un amigo me ha dicho que están ofreciendo una batería idéntica a la tuya, la roja que te regalaron hace años. Supongo aún la tienes y está empolvada en tu garaje.

─Esa batería es una de las más difíciles de conseguir, es prácticamente una pieza única─. Dije dudando.

─ ¿Entonces no eres tu quien la está vendiendo?

─ ¡Por supuesto que no! Jamás la vendería–. Contesté.

Aunque el instrumento estuviera deteriorado, poco a poco se estuviera destruyendo con el paso de los años y quedado arrinconado en un lugar de la casa, jamás podría deshacerme de el.
Cada una de las memorias y lo que aprendí golpeando a percusión, se irían guardando cuando no quedara más que me sacara una sonrisa al recordarlo.

─Zedd tranquilízate. Comprueba si está en tu casa, puede ser que sea una confusión y me estén ofreciendo otra que no es la tuya.

─Lo haré, simplemente no puedo pensar que exista otra tan parecida.

Mi mente trataba de conectar los puntos. Sabía que no había ninguna otra igual y mucho menos cerca de la ciudad.

Fue un regalo muy especial al que le tenía mucho cariño, jamás pensé en ofertarla o desecharla. Prefería que se oxidara con el paso del tiempo para convertirla en una reliquia.

─Gracias Alec.

─No es nada─ se encogió de hombros restando importancia-─ ¿quieres pasar?, mi madre dejó un trozo de pastel de chocolate–. señaló en el interior de la casa.

─Gracias, pero necesito ir a revisar si "la roja" sigue en su lugar─ el chico rio por la referencia al instrumento–. Además sabes que he estado evitando el chocolate.

─ ¡Cierto! no te preocupes Zeddy, será para la otra–. Me dedico una ligera sonrisa.

Chocamos los puños en modo de despedida y subí al auto para regresar a casa y corroborar lo que Alec había dicho.

Esperaba encontrarla completa y repleta de polvo después de abandonarla por un buen tiempo en la cochera. Había perdido bastante práctica.

Subí la cortina que resguardaba la habitación, la sábana blanca con la que la había cubierto antes estaba sobre el piso, pero no había rastro de la batería por ningún rincón.

Sabia de quien se trataba, la única persona con la intención de quitar todo lo relacionado con la música en mi vida guardando un rencor que cada vez crecía más.

Subí las escaleras de la entrada y lo busqué. La luz de su despacho estaba encendida, no me tomé siquiera el tiempo de tocar a la puerta y abrí de una vez.

─ ¿Se puede saber por qué estas vendiendo mi batería?─ traté de mantenerme en un tono tranquilo.

No pareció extrañarle mi presencia. Volteó tranquilamente la silla y frotó sus manos.

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora