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BLAIR

Los pañuelos estaban amontonados alrededor de toda mi cama, ocupé unas dos cajas en todo el día. Hacía mucho tiempo que no tenía una gripe a ese grado.

La cabeza me daba vueltas, me sentía completamente débil. Me miré al espejo y observé que mi rostro se ha vuelto más pálido, los ojos llorosos y rojos al igual que la punta de mi nariz y la presencia de las ojeras por no dormir bien en la madrugada.

La temperatura me aumentó y decidí no asistir a la escuela. Me quedaría debajo de mis cobijas solo por ese día.

Sentí pena por no estar ayudando a mi madre en los preparativos de la boda. Había pasado más tiempo fuera de casa que cuando papá regresara aún no tendríamos adelantado nada.

Me levanté al escritorio tomando un libro para pasar el rato en lo que el medicamento hacía efecto y lograba mejorarme.

Escuché dos golpes contra la ventana y me sobresalté al ver al chico al otro lado del cristal.

─ ¿QUÉ HACES AQUÍ?

Abrí la ventana. El viento entró en una ráfaga que hizo querer que volviera a la cama. Lo ayudé a entrar cuando pasó una pierna encima de la otra y terminó cayendo sobre el suelo de mi habitación. Se quejó sobando uno de sus codos que se golpeó al caerse.

─ ¡ZEDD ESTAS LOCO, PUDISTE HABER CAIDO! ¡EXPLICAME QUE HACES AQUÍ!

─No fuiste a clases hoy. Quería saber si estabas bien.

─ ¡¿Y entrar por la ventana fue tu opción más convincente?!─ se encogió de hombros y se incorporó sobre sus manos.

─ ¿Por qué no fuiste a la escuela hoy?

─Estoy enferma.

Comprobé si el seguro de la puerta estaba puesto, mamá me mataría si no le avisara que había un chico en mi habitación.

Por primera vez reparé en mi aspecto cuando su mirada analizó mi vestimenta. Estaba usando una camiseta mucho más grande que mi talla, los pantaloncillos cortos de mi pijama y mi cabello recogido en un moño despeinado.

Zedd sacudió sus jeans oscuros por el polvo que se adhirió al subir hasta mi ventana. Estaba usando otra de las camisetas sin mangas, estampada de alguna otra banda de rock.

─ ¿Enferma de qué?─ preguntó.

─Creo que es un resfriado─. Tomé uno de los pañuelos y limpié rápidamente el líquido que se escabullía por mi nariz─ Tienes que irte. Si mi madre descubre que has entrado por la ventana me pondrá un castigo de por vida.

Me levanté de golpe y perdí el equilibrio en un segundo. Él tomó rápidamente mi cintura para mantener equilibrio en mi cuerpo.

Sentí como una de sus manos empujaba ligeramente mi cabeza para apoyarla sobre su pecho, su respiración se aceleró.

Ayudó a que me sentara en el bode de la cama y se puso en cuclillas tomando una de mis manos. Recordé el día en que me llevo a casa después de la fiesta y se quedó hasta que yo me durmiera.

Estiró una mano y la colocó sobre mi frente para medir mi temperatura.

─Tienes mucha fiebre.

─Estaré bien.

─Tienes que ir al doctor.

─ ¡Cálmate Newland estaré bien! solo necesito descansar.

Alzó las cobijas ayudando para que yo pudiera meterme debajo de ellas y arroparme.

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora