BLAIR
Las gotas de rocío corrían trazando una carrera sobre las hojas de los lirios plantados al borde del patio trasero. El cielo se empañaba de colores grises resaltando los pocos rayos de luz que penetraban a través de las nubes. Respiraba el aire que se había invadido de un aroma a tierra mojada y pasto recién podado.
El suelo estaba completamente seco, podía recostarme sin la inquietud de que cuando me levantase no habría una mancha verde que ensuciara mis pantalones.
Las nubes comenzaban a moverse en una fracción de segundos congelando el reloj, provocando que la luz fuese más tenue. Me recosté por completo en el pasto y levanté el libro entre mis manos para poder visualizar las letras plasmadas en los cachos de papel que habían pasado por tanto para llegar a tenerlo entre mis dedos y poder hojearlo.
Era el único lugar en toda la escuela que tenía flores en una que otra esquina. Los lirios blancos eran los favoritos de mamá. Papá le llevaba ramos con dichas flores en color blanco, a veces rosa o hasta amarillos. Nunca me acerqué tanto por el polen que desprenden, puede que fuese alérgica, aunque siempre he preferido por encima los girasoles.
Me encantaba la forma en cómo se adaptan a la luz y se marchitan cuando no hay sol, cuando nadie les da su propia luz necesaria.
Los pasos sobre el césped me distrajeron y bajé las páginas para encontrarme con el castaño. Traía consigo su mochila, esta vez más repleta de cosas, una carpeta debajo de su brazo y un cartel enrollado debajo del otro. De nuevo estaba usando el color azul en su vestimenta. Sus ojos lucían más intensos, como si el tono se hubiera apoderado de ellos.
Descargó las cosas y se sentó en posición de flor de loto junto a mí.
─Fallaci─. Murmuró con la mirada al frente.
─ ¿Qué?─cerré el libro y volteé a verlo. Se veía más relajado esta vez.
─Oriana Fallaci, deberías saberlo. Fue una de las mayores periodistas, una escritora italiana que murió siendo una víctima en una masacre en México. Una persona brillante y talentosa.
─ ¿A qué viene esto?
─Que podrías llegar a ser tan grande como ella Kaiser. Además que decidí investigar. Te la pasas diciéndome Hendrix, bueno...ahora tú serás Fallaci─. Embozó una sonrisa que conmovió cada parte de mí.
Se había tomado el tiempo de investigar un personaje histórico que coincidiera con mis intereses. Suspiró y se dejó caer en el césped recostándose al igual que yo.
Observó el cielo, sus ojos se reflejaban en él.
─ ¿Qué estabas haciendo antes que llegara?
─Leía─ Levanté el libro para que él pudiera verlo.
Extendió su mano para que se lo pasará y comenzó a hojearlo. Se detuvo en la página que vio que había doblado y subrayado un fragmento. Se aclaró la garganta antes de citar una de las frases.
─"Embriágame el alma, embriágame el cuerpo, embriágame hasta la conciencia y aun perdiéndola no olvidaría el roce de tus labios contra mi piel". Eres bastante masoquista– desvío la mirada encontrando la mía.
─Es una frase preciosa.
Se quedó en silencio, cerró el libro y me lo devolvió. Enlazó las manos por detrás de su cabeza y cerró los ojos sintiendo la brisa y saboreando la sensación del aire removiéndole el cabello.
─ ¿Irás esta noche cierto?─preguntó aun con los ojos cerrados.
─Por supuesto, Alec dijo que pasaría por Tory y por mí.
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Los días que pasé junto a ti (COMPLETA)
Lãng mạnLos dos trataban de juntar los pedazos rotos que habían quedado de su pasado. Zedd estaba dentro de una banda de rock, siendo el cantante principal y una estrella prometedora, sumergido en sus propios pensamientos junto con su guitarra y un secreto...