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BLAIR

Nunca había sido la mejor persona para las mañanas.

Las noches, o mejor dicho las madrugadas eran las mejores. Siempre pasé la vida desvelándome, observando los astros que se pueden apreciar en la oscuridad del cielo. Justo cuando la luz de el sol se está desvaneciendo por el oeste.

El mejor lugar para disfrutarlo era acostándome sobre la azotea con la música a todo volumen, olvidando el mundo y concentrándote en tus propios pensamientos.

7:37 pm. El reloj de mi habitación marcaba la hora cuando decidí bajar del techo a alistarme en mi habitación. Se suponía que Alec iría por mí para llevarme a uno de sus ensayos y compensar el no haber asistido a su presentación. Menos mal que él había comprendido.

No había cruzado palabra con el castaño desde nuestra conversación en las gradas.
Trataba de esquivarme entre los pasillos de la escuela cada que sus ojos tropezaban con los míos.
A decir verdad antes de conocerlo aquella noche del bar no me había percatado de que estudiara en el mismo instituto que nosotros.

Tal vez los dos estábamos tan encerrados en nuestra propia mente, sin ver la realidad exterior.

El pitido del claxon hizo que saliera de mi casa, entré en el auto y saludé con una sonrisa a mi amigo.

─Me lo ha dicho─. Alec siseó tratando de abrochar el cinturón de seguridad─. Me ha dicho que se ha enfadado contigo.

La expresión en mi rostro decayó inconscientemente. Había tenido un impacto en mi, y por alguna razón, me desagradaba que no estuviésemos en los mejores términos a pesar de conocerlo superficialmente.

─Tiene un motivo, es cierto, pero no ha dejado que le explique nada.

─Blair...–Alec suspiró─ Zedd es un buen chico. Existen asuntos, los cuales no me incumbe decírtelos. Es muy reservado con todos pero jamás...─ desvió los ojos del camino un segundo para mirarme acentuando las palabras─...jamás ha invitado a nadie con algo que tenga que ver con la banda, es un terreno importante para él.

─ ¿Tú como sabes eso?

Me dedicó una sonrisa.

─Nos conocemos desde hace algunos años. Su tío tenía una pequeña escuela de música, allí aprendí a tocar la batería. Zedd era el más avanzado de la clase. Tiene mucho talento. No fue hasta que me uní a los chicos que volvimos a hablar. Supongo que nuestra amistad se pausó durante esos años–. Suspiró recordando aquellas facetas de su infancia que podían ser agridulces.

Alec había encontrado un pequeño escondite en la música por lo que me había contado. Al igual que los otros miembros de la banda.

Las cosas en su hogar no eran de el todo reconfortantes.
Su padre los había dejado desde que era muy pequeño, por que lo su madre trabajaba doble o a veces hasta triple turno en un hospital cercano a su casa como enfermera.

Algunas veces me percataba que llegaba con los ojos hinchados delatándose de haber derramado una que otra lágrima la noche anterior a la escuela por situaciones difíciles y aún así, siempre intentaba hacer sentir mejor a la persona que lo necesitara de la forma más madura.

─Lo que quiero decir– alegó–, sin desviarme del tema, es que creo que en verdad le interesaba que fueras.

─ ¿Sería bueno hablarlo con él? – cuestioné.

─Puede que el enojo se le pase rápido...o puede que no─ se encogió de hombros─. Solo explícaselo y entenderá.

Asentí suspirando. La música tranquila que salía por los parlantes de el auto y las llantas de los autos rozando el asfalto en la avenida eran lo único que se escuchaba en el tiempo congelado del trayecto.

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora