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Nota: no considero que sea un capítulo +18, pero si no te sientes cómodo leyendo a Zedd y Blair en esta situación, estás en tu derecho de saltarlo. Espero disfruten y se emocionen igual que yo. :)

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BLAIR

Subí el volumen de la radio, estaba sonando Chasing Cars y sabía cuánto le encantaba esa canción al chico junto a mí.

Me quité los zapatos y sobé mis pies, los tacones me estaban matando y acalambrando desde el momento en el que me los puse.

Condujo un buen rato hasta que la madrugada nos cansó. La garganta ardía después de rasgarla en los cánticos ruidosos que dimos en medio de la carretera cuando una canción daba paso a otra en la radio y los dos nos sabíamos una variedad extensa compartiendo gustos musicales.

─ ¿Quieres ir a casa?─ sugirió con las manos al volante.

─ ¿Podemos ir a la tuya? Quiero descansar y dudo que pueda hacerlo sola en mi habitación.

─Seguro Kai.

Libró las pocas curvas en el camino y aparcó el auto en su sitio habitual cuando llegamos a su casa.

Tomé los zapatos y batallé en ponérmelos de nuevo, los pies estaban bastante hinchados y sospechaba en por más esfuerzo que hiciera no podrían quedarme de nuevo.

─Espera─ el chico chasqueó la lengua y salió rodeando el auto para abrirme la puerta de mi lado.

Puso una mano por detrás de mi espalda y la otra debajo de mis piernas para levantarme. Tomé los tacones y la bolsa en una mano y envolví mis brazos sobre su cuello mientras él empujaba la puerta con un pie para cerrarla.

Solté una pequeña carcajada cuando me imaginé que tan cómicos nos veríamos desde otro punto de vista en donde a la chica tiene los pies tan hinchados como para serle imposible caminar y el chico tiene que llegar a su rescate cargándola en brazos.

Irónico, pues después de todo, era solo un gesto que Zedd no dejaría pasar por alto aunque yo replicara.

Mis pies volvieron a tocar el frio suelo hasta que estuve en los azulejos del recibidor de su casa. Las luces estaban apagadas por lo que la iluminación era escasa a excepción de la que entraba por la puerta con el vitral.

Caminé en puntillas tratando de no tropezar con algo en el camino y voltee a ver al chico detrás de mí que me miraba con una sonrisa lobuna.

─ ¿Qué hacemos ahora?─ susurré tratando de que me escuchara.

─ ¿Por qué susurras?─ habló en voz baja haciéndome burla.

─Tus padres seguro están dormidos, no quiero despertar a nadie.

─Kai, no hay nadie en casa─ soltó una risa y se inclinó a encender la lámpara de la mesa de junto.

Puse los ojos en blanco y me senté en el sillón sobando mis pies con una mano.

─ ¿No tienes hambre?─ preguntó palpando su estómago.

─Siempre tienes hambre en la noche─. Recalqué y me levante siguiéndolo hasta la cocina.

Las persianas estaban abajo por lo que todo estaba oscuro. Abrió el refrigerador y hurgó en las puertas buscando la comida.

Me senté en la silla y recargué mis codos en la encimera apoyando mi barbilla en las manos.

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora