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BLAIR

El contraste de colores transmitía distintas tonalidades en el cielo. Un ligero azul de fondo en donde el naranja, rosa y lila se interponían creando un atardecer.

Los distintos matices que se esparcían en pinceladas, tal como las personas, ocultando distintos colores y tonalidades en su personalidad. Él escondía distintos matices.

El ventanal de su habitación dejaba entrar la suficiente luz mientras yo estaba recostada en su cama con la vista puesta en el atardecer.

Zedd se paseaba de un lado a otro vocalizando y subiendo la voz de vez en cuando, calentando sus cuerdas vocales antes de irnos a la batalla de las bandas que habían programado desde hace unos meses atrás.

La tranquilidad que transmitía en cada nota sin desafinar, dándome un concierto previo sin pagar ni una cantidad, era una gran ventaja.

Comenzó a silbar cuando salió del baño, llevaba el torso desnudo. Posé la vista en su figura. La cintura estrecha encima de sus pantalones negros, siguiendo el camino por la espalda en donde los músculos de su torso estaban más trabajados. Su abdomen ligeramente marcado y el pecho endurecido por haber estado entrenando últimamente más tiempo.

Lucía atlético y fuerte aun siendo bastante delgado. Me descubrí deseando poder pasar mis dedos por su cuerpo y hundirlos en su cabello revuelto y a la vez perfectamente ordenado.

─Mis ojos estan aquí arriba Kai─. Señaló sus dos zafiros cuando me encontró observándolo más de la cuenta.

Sabía que efecto causaba y era un vanidoso al provocarlo, pues hasta él mismo se observaba con detenimiento en el reflejo del espejo.

Seguro que tenía las mejillas coloradas, algo que le causaba bastante gracia y a mi vergüenza.

Tomó una de las camisetas en su armario y unas tijeras de su escritorio.

─ ¿Qué haces?─ curiosee cuando tomó la playera e hizo un corte en la tela al costado de los hombros.

─Las mangas me llegan a estorban cuando estoy tocando la guitarra─ rompió con sus propias manos la camiseta y siguió la costura para dejar una nueva prenda sin mangas como las demás que había en su guarda ropa─ es por eso que mejor se las quito.

─ ¿No sería mejor comprar una camiseta que ya venga sin ellas?

─Le quitas la diversión. No sabes cuanta ropa he cortado y agujerado para que me guste más.

─Estás loco ─. Concluí negando y dejándome caer de espaldas sobre el colchón.

─Tienes razón, nadie en su sano juicio se enamoraría de ti, es por eso que estoy un poco mal de la cabeza.

Lo empujé ligeramente del hombro y sonreí. Sabía eclipsar el momento con cada palabra que salía de su boca.

Me levanté y caminé hacia la pequeña pila de libros que tenía en su escritorio. Levanté uno y otro hasta que encontré el que más llamó mi atención.

─El principito─ señalé levantándolo─ es mi libro favorito.

─Mamá solía leerme fragmentos antes de ir a la cama─. Sonrió poniéndose la camiseta que había alterado.

─Lo tienes en francés ¿Sabes hablar el idioma?

─No, esa es una edición distinta a la que siempre leíamos.

Lo hojee y me detuve en mi página favorita y leí en voz alta. Me las había aprendido de memoria.

─Si tuviera que volver a comenzar mi vida intentaría encontrarte mucho antes...

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora