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BLAIR

El sentir. Un sentimiento del que ni siquiera tenía una idea, ni estaba segura desde hace mucho tiempo. Me olvidé de cómo se sentía el saborear, el tacto y tener los cinco sentidos desarrollados a pesar de poseerlos y no apreciarlos como debía ser. El vivir una vida al límite sin preocuparse por el mañana.

Despojarse de las sabanas en un día nevado y salir a observar como los copos de nieve caían a lo largo de las calles empañando las ventanas.

Jamás había visto nevar a pesar de que mi ciudad era en su totalidad fría y lluviosa. Anhelaba por que un día lo pudiera apreciar con mis propios ojos, una ventisca o una tormenta, tan solo para poder comprobarlo y llegar a sentir.

Bajé las escaleras de mi casa hasta llegar a la sala, mi madre había preparado el desayuno para mí, antes de ir a la escuela. Los panqueques nunca le quedaban redondos a pesar de que lo tratara.

Salí de casa con el tiempo medido, corrí para poder llegar a clase y no me cerraran la puerta en la cara. Los autos iban de un lado a otro a pesar de que la calle era poco transitada. Entré por las puertas de la escuela con dos minutos restantes.

Los pasillos llenos de alumnos vociferando palabras de un lado a otro y la campanilla penetrando en nuestros oídos anunciando el inicio del día.

Crucé por la puerta de el salón con mala gana dejando la mochila a un lado para que nadie se molestara en sentarse a un lado, no tenía la suficiente energía para mantener una conversación con alguien más que no fuesen las personas que ya me conocían.

Había pasado una semana desde nuestra "aventura". El cansancio se estaba apoderando de mí, sentía los parpados cansados y la cabeza pesada, como si todo el cuerpo no fuese capaz de soportar más días de la misma apegada rutina escolar de siempre.

Trabajos y pilas de libros por leer acumulados en la repisa de mi habitación que había ignorado cierto tiempo, estaban pasando factura y como siempre, dejando todas las cosas al último minuto.

Alec se sentó a nuestro lado en la mesa que Tory y yo ocupábamos en la cafetería de la escuela, esta vez era el chico animado con la sonrisa habitual, sin la mirada decaída como la que anteriormente había mostrado.

─Les tengo una propuesta─. Dijo alternando la vista entre mi amiga y yo.

─Me asustan tus propuestas.

─Esta vez prometo es diferente─. Se acomodó en su asiento y habló─ Hay una fraternidad cerca de aquí, ya saben chicos de último año que se alcoholizan diario ─ levantó haciendo ademanes, siendo muy expresivo la mayoría del tiempo─. Habrá una fiesta y pensé que sería buena idea para despejar un poco su mente. Entonces... ¿Qué dicen?

─ ¡Yo estoy dentro!─ habló Tory-─ Si el plan incluye alcoholizarme está perfecto.

─Yo estoy fuera─ sentencié.

─ ¡Vamos Blair! es para "evadir" las responsabilidades un rato-─. Levantó los dedos simulando unas comillas con ellos.

─Puedo "evadir" las responsabilidades simplemente ignorándolas, lo que usualmente hago.

─Vamos Blair, ahora iré también yo y la pasaremos genial─. El chico aseguró muy animadamente.

Lo pensé un instante. Probablemente pasaría esta tarde sentada en un sillón de mi sala viendo un programa aburrido y dramático, de aquellos que le encantan a mamá para gastar a vida, los cuales habíamos visto una y otra vez en repetición. El cuerpo daba señales de necesitar un descanso, las bolsas debajo de los ojos me delataban.

Los días que pasé junto a ti (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora