Brooke Grey
No había pasado a penas una hora desde lo que ocurrió en los vestuarios.
Ya estaba en mi cuarto, ya estaba lejos de todo aquello pero seguía sintiendo una incomodidad en mi propio cuerpo que me generaba mareo y angustias.
Quería quitármelo de la cabeza, quería olvidarlo, pero me venía una y otra vez a la cabeza.
Haberme duchado me había ayudado pero no era capaz de tranquilizarme y por si fuera poco mi teléfono estaba sonando como loco. Scarlett me había escrito unas 100 veces, me había llamado y dejado mensajes de voz preguntando por mí, Ava igual. Pero no tenía fuerzas para responderle a ninguna de ellas.
Paso el peine por mi pelo una vez más respirando hondo, apretando los ojos con fuerza queriendo pensar en otra cosa.
Hasta que el sonido de alguien llamando a la puerta de mi habitación me sacó de mis pensamientos.
Me levanto y respiro hondo de nuevo recogiendo todos mis sentimientos y dejándolos de lado para abrir la puerta con mi mejor sonrisa falsa.
Al otro lado de la puerta estaba Chad Roberts y la sonrisa falsa no tardó en irse.
Él estaba apoyado en la puerta, sus ojos castaños brillantes buscando los míos nervioso, el pelo revuelto y un gesto notable de preocupación.
— Sé que aún no me has perdonado. Sé que seguramente me odias. — dice con tranquilidad— Pero no quiero que estés sola ahora.
Yo intento contestarle pero él me frena.
— Te juro que no vengo con malas intenciones, no me voy a aprovechar de ti ni voy a intentar nada. Ni si quiera tenemos que hablar, me puedes ignorar si quieres, pero déjame que te haga compañía por favor.
No era la primera vez que su mirada me hacía ceder. Había algo en sus ojos, no sé si era la manera en la que brillaban, el toque casi infantil e inocente que le atribuía toda la sinceridad del mundo o tal vez la manera en la que sus cejas se arqueaban haciendo ver que su preocupación era real.
— Pasa— digo haciéndome a un lado en la puerta.
Oigo como él suelta todo el aire que había retenido en los pulmones temeroso de que no fuese a dejarle pasar.
Cuando él entra cierro la puerta detrás de él y la luz de mi habitación me hace verle mucho mejor.
Tenía un leve raspón en la mejilla que le delataba, pero eso era lo de menos, tenía los nudillos demacrados, amoratados y con algo de sangre.
Un leve suspiro se me escapó pensando en cómo había conseguido eso.
— Ven, vamos a curarte eso— digo dirigiéndome al pequeño baño de mi habitación.
Él me sigue y espera pacientemente en silencio mientras yo saco el pequeño kit de emergencias.
— No tienes porqué hacer esto, no es la primera vez que pasa, se curará solo— intenta frenarme con nerviosismo. Como si temiera meter la pata con solo abrir la boca.
— Cállate Roberts— murmuro y él me hace caso, estaba demasiado nervioso como para no hacerme caso.
Mojo un algodón en agua oxigenada y me giro hacia él. Sujeto una de sus grandes manos entre las mías.
Se notaba que él no sabía como actuar. Estaba nervioso, preocupado, asustado de que yo le odiara y lo echara en cualquier momento. No sabía qué decir o qué no decir para no fastidiarla y eso solo me pareció adorable.
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Variante A [#2]
Подростковая литература"Lo curioso de la genética es como evoluciona con el tiempo. Desde hace poco se habla de una especie de mutación o variante a la que nombraron con la letra A, porque ¿Cómo no podía formar el amor parte de nosotros?" Después de un año en el internado...