— Chad te juro que te voy a matar. ¿Dónde está mi jodido sujetador?
Tengo que admitir que habían sido unas semanas de lo más interesantes.
Había decidido aplicar a mi vida algo de la filosofía de Chad Roberts. Vivir el momento y dejarse guiar por el instinto todo el tiempo posible hasta que la verdad me estallase en la cara.
Era absurdo intentar fingir que éramos amigos si en realidad lo único que queríamos era estar el uno en la cama del otro.
Pero los dos conocíamos nuestra naturaleza. No estábamos hechos para las relaciones. No sabíamos qué sentíamos y no queríamos saberlo. No necesitábamos saberlo. Él y yo estábamos bien. Yo me sentía bien y sabía que Chad también. Sin remordimientos. Sin culpabilidad. Solos él y yo con nuestro pequeño secreto que nos hacía sentir bien.
Porque dudo que nadie lo entendiese.
— No lo sé. No lo sé. No lo sé— dice el pobre chico de pelo moreno buscando por toda su habitación mi ropa interior.
— Estás muerto.— gruño entre dientes buscando debajo de su cama.
— ¿Puedes dejar de amenazarme por favor? — pide con sarcasmo Chad mientras se coloca los pantalones de su pijama.
— Si fuese más cuidadoso con dónde lanzas las cosas no tendría que amenazarte.— respondo.
— Si no tuviésemos que esconderle a todo el mundo que nos estamos acostando no tendrías que preocuparte por eso.
Yo me cruzo de brazos mirándole con represalia.
— Perdón— se excusa dejándose caer sobre su cama — Pero es muy temprano, es domingo y solo quiero dormir.
— Habértelo pensado antes de invitarme anoche— digo lanzándole una mirada amenazante.
Él bufa y coge su camiseta oscura del pijama antes de lanzármela a la cara.
Yo gruño de nuevo cogiendo la camiseta.
— Ponte eso y cuando encuentre el sujetador te lo llevo, así tengo otra excusa para verte— dice con un guiño de ojo atrevido.
Ya no hacía falta que disimulara lo mucho que me afectaban los coqueteos de Chad. Porque él siempre lo supo.
— Es imposible estar enfadada contigo ¿verdad?— pregunto rodando los ojos mientras me coloco la camiseta de Chad disfrutando una vez más de su olor que ya era una parte de mí.
— Me quieres demasiado— dice recostándose en su cama — Que tengas un buen día Brookie, y ten cuidado al bajar.
— Ya estoy acostumbrada, pero gracias— ruedo los ojos y salgo de su habitación por la puerta del balcón siendo lo más silenciosa que puedo.
Me engancho a la enredadera de al lado del balcón y la bajo con cuidado.
¿De verdad merecía la pena todo esto por acostarme con Chad?
Una pregunta absurda porque ya sabía la respuesta.
Me dejo caer de una vez más sobre el césped del jardín trasero pero por primera vez en semanas escucho una voz al escaparme. Se me heló la sangre y no tardé ni dos segundos en esconderme. ¿Quién iba a estar despierto tan temprano en Kappa Beta un domingo?
— Ten cuidado— escucho la voz de Dave en la lejanía y yo ya siento como si lo hubiese perdido todo.
Me iban a pillar y mi escondite detrás de un arbusto era patético.

ESTÁS LEYENDO
Variante A [#2]
Teen Fiction"Lo curioso de la genética es como evoluciona con el tiempo. Desde hace poco se habla de una especie de mutación o variante a la que nombraron con la letra A, porque ¿Cómo no podía formar el amor parte de nosotros?" Después de un año en el internado...