Chad Roberts
San Valentín. La fiesta de los enamorados que es increíble sólo y únicamente para los que están enamorados.
No quería sonar como el Grinch de San Valentín pero para mí no tenía nada de especial.
Como muchos dirían era solo un invento de la sociedad para gastarnos dinero en flores, bombones y peluches. Repulsivo.
Aunque claro, ese pensamiento era sólo consecuencia de que hubiese una fiesta la cuál yo no podía celebrar. Menudo asco.
Ver parejas besuqueándose en los pasillos dando escenitas de "Oh Dios mío eres el amor de mi vida" sólo me enfadaba. Y me gustaría pensar que no era envidia. Aunque lo era.
Soporté todo esas cursilerías hasta encerrarme en mi clase por las dos primeras horas. Me creía inmune a ese mundo de corazones rojos al menos por esas dos horas.
Nunca me había importado san Valentín, porque creo que nunca quise celebrarlo. Al menos no hasta hoy.
En las últimas semanas Brooke había hecho todo lo posible para volverme loco.
Usaba justo la ropa que sabía que me gustaba, me miraba de forma provocativa siempre que podía y no desperdiciaba ni un instante que pudiese poner sus manos sobre mí.
Da igual si era en mitad del pasillo fingiendo que se chocaba conmigo, da igual si era en una de las visitas a Kappa Beta, daba igual si estábamos en la cafetería... Le daba igual siempre y cuando su tacto fuese capaz de obligarme a prestarle atención.
Pero ese no era el único de mis problemas, además a segunda hora tenía química.
Porque por mucho que fuese san Valentín no era el día del amor y la felicidad, era sólo un día más, solo que te sentías un poquito más solo que los días normales.
Y yo iba muy preparado para que mi profesora me confirmara mi suspenso por no haberle entregado los ejercicios que el capullo de gafas me había llenado de café.
El timbre sonó dando fin a la clase y yo quise escapar de ahí cuanto antes. Pero San Valentín me odiaba.
— Chad ¿Puedes quedarte un segundo?— dijo la profesora evitando que pudiese escapar.
Vi como todos mis compañeros salieron de clase y yo me quedé a solas con la profesora, temiendo lo que yo ya sabia, mi suspenso.
— Quería hablar de tus ejercicios Chad.
— Lo siento mucho. Sé que debería haber entregado los ejercicios a tiempo pero...
— Los ejercicios los entregaste a tiempo Chad, ese no es el problema.
¿Cómo? ¿Estábamos hablando de los mismos ejercicios? ¿Esos que nunca entregué?
— ¿Ese no es el problema?
— No. Sé que ese día faltaste porque estabas enfermo pero tu amiga me trajo los ejercicios por ti. Por eso no hay ningún problema. — ¿Mi amiga?— El problema es que has cometido muchos errores de principiante.
— ¿Entonces esto significa que no estoy suspenso?
— No— dice confundida ella también de que la hubiese interrumpido — Pero si sigues sin saber cómo hacer los ejercicios tal vez sí.
¡No estaba suspenso!
— Genial— digo con una enorme sonrisa — Le prometo que me esforzaré mucho más.
Ella tenía un claro gesto de confusión. Me acababa de decir que no me enteraba de nada. Que tenía la mayoría de ejercicios mal y que muy posiblemente me iba a suspender. Pero yo sonreía como un tonto.
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Variante A [#2]
Teen Fiction"Lo curioso de la genética es como evoluciona con el tiempo. Desde hace poco se habla de una especie de mutación o variante a la que nombraron con la letra A, porque ¿Cómo no podía formar el amor parte de nosotros?" Después de un año en el internado...