36. Es un sueño

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Brooke Grey

— ¿Se puede?— la voz de William acaba sacándome de mi estado de concentración haciendo el trabajo de biología.

— Oh... Hola— digo con una pequeña sonrisa separando desde hace tiempo mi vista de la pantalla.

— ¿No vas a cenar?— pregunta algo confundido.

— ¿Qué hora es?

Él no necesita contestarme porque me giro a ver la hora en mi ordenador.

Las doce y media.

— Ni si quiera me había dado cuenta, creía que era más temprano.

— Ya se te veía, estabas muy concentrada— dice entrando en mi habitación asimilando que no me importaría su compañía. — Entonces... ¿Quieres que te suba algo para cenar?

— No hace falta— digo volviéndome a ver la pantalla del portátil — Ya casi he acabado, además no tengo hambre.

— Vale— dice asintiendo conforme consigo mismo ya que ya había cumplido el cupo de preocuparse de mí.

— ¿Quieres... Quedarte un rato?— pregunto titubeante.

En otro momento lo habría dicho con seguridad. Pero no habíamos hablado mucho desde lo que ocurrió antes del partido.

Me sentía de alguna forma menospreciada por lo que pasó. No me gustaba sentirme poco deseada y mentiría si digo que no me dolió. Pero al final siempre volvía a mi mente la idea de que era cosa mía, que él estaría pasando un mal día y que no pasaba nada, que todo era impresión mía.

Will era diferente a todos los chicos con los que he salido antes y por eso le elegí a él. Entonces tendría que acostumbrarme a eso mismo, a esa decisión.

A pesar de todo aquello, no era esa la principal razón por la que lo había alejado de mí. Porque esta segunda razón tenía mucho más peso y tenía nombre y apellido. Chad Roberts.

— Claro— la sonrisa dulce de su cara me apartó esas tontas preocupaciones.

También tengo que decir que todo esto se me mezcló con que todo a mi alrededor parecía derrumbarse y de alguna forma pensé que todo era un efecto dominó por la decisión que tomé. Porque tal vez Kappa Beta no estaría en esta situación si yo estuviese en buenos términos con Chad, o tal vez Quinton jamás hubiese llegado a poner todo patas arriba si yo no hubiese elegido a Will, o el equipo de Hockey iría mucho mejor si lo hubiese hecho de otra manera.

Me sentía culpable. No había forma positiva de verlo en la que no me sintiera culpable.

Entonces cuando Will me sonrió me quise concienciar de que mi decisión había sido la correcta.

Él se acerca al escritorio y se apoya en este para echarle un vistazo a mi trabajo.

— La variante A— dice interesado leyéndolo por encima.— ¿Tú te crees esto?

— No sé si creérmelo pero cabe la posibilidad de que sea real, quiero decir, tenemos poderes Will, después de eso imagino que cualquier cosa puede ser real.

Él se encoge de hombros y me mira — Puede que tengas razón, pero no hay nada científico que lo corrobore al cien por cien.

— Bueno, a mi me gusta creer que es verdad— digo encogiéndome de hombros mientras cierro el portátil. Aunque después me replanteé que tal vez haber dicho eso no era la mejor idea.

—¿Sí? ¿Tienes alguna experiencia que te diga que es verdad?— pregunta con curiosidad.

Definitivamente no tenía que haber dicho nada.

Variante A [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora