Una chica separada de su familia, la cual crece entre las calles hasta que llega el momento de pagar todas las deudas tiene que acercarse a Christian, un multimillonario famoso pero lo que no sabía que todo le sale mal terminando enamorándose y enco...
Cuando me encuentro lo suficientemente alejada del edificio de Christian decido llamar a Jack, ya que él es la única persona que conozco y que se ha mostrado amable e incondicional.
Busco en mi teléfono el número, lo anoto en un papel y tiro el celular que me dio Christian en un bote de basura del parque. Camino hacia un teléfono público, y llamó al número de Jack.
Comienza a entrar la llamada y al tercer tono contesta
—Bueno?
—Jack!, Hola perdón que moleste soy yo, Rose.
—Rose? ¿de donde me estás llamando?, no reconozco tu número— Trato de esconder mi sollozo pero al parecer fue imposible.—Rose, ¿Sucede algo? ¿Mi hermano está bien?
—Jack, acabo de dejar a Christian para siempre.
Escucho por un momento silencio en la línea hasta que vuelve a hablar.
—¿En donde estas ahora? Voy a ir por ti.
—Estoy a una cuántas cuadras antes de llegar al parque que está cerca del departamento de Christian.
—Está bien, ahora mismo salgo para allá.
—Gracias Jack.
Cuelgo la llamada, tomo mi bolso y espero en un lugar visible para que Jack me espere. Mientas lo espero parada en la acera no puedo dejar de pensar ni de llorar por todo lo que ha sucedido y en cómo al fin había pensado que por fin podría tener un poquito de felicidad con alguien que pensé que podría quererme, pero al parecer solo fui yo la única que pensó que podíamos ser realmente una pareja.
Un auto se orilla a donde estoy yo bajando la ventanilla, se asoma Jack
—Rose, sube.
Subo al coche y salimos hacia la que creo es la casa de jack. Durante el trayecto tan solo me dedico a ver por la ventana del auto el precioso bosque que cruzamos y metida en mis pensamientos. El auto disminuye la marcha dando vuelta por una desviación dejándonos ver un portón de forja muy elegante, jack digita una serie de números y este se abre dejándonos pasar.
Al final del camino da la bienvenida una hermosa fuente en el centro haciendo el camino redondo y una impresionantes escaleras hacia la entrada.
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Miro maravillada la casa.
—Es preciosa, ¿no?—. Me pregunta Jack mirando por la ventanilla al igual que yo, asiento.
