CAPITULO 26

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P.O.V Anastasia

De camino hacia la casa nuestras manos van entrelazadas. No puedo mentir al decir que me siento extasiada, emocionada pero a la vez nerviosa.

Nos detenemos en el portón de la entrada, Christian introduce el código de acceso y las puertas se abren. Seguimos el camino hasta detenernos juntos en las escaleras hacia la puerta principal. Christian baja del auto para después abrirse la puerta y poder bajar del auto, todo un caballero.

Subimos las escaleras hacia la puerta, la abrimos y desactivo la alarma. Siento como todo mi cuerpo tiembla, hasta que siento las manos de Christian tomar las mías para acercarme hacia él.

—Hey, preciosa tranquila no pasará nada que tú no quieras—. Acaricia mi mejilla suavemente causando que me tranquilice.

—E..es solo que y..yo nunca he estado con nadie Christian, ni después de que nos divorciamos, es por eso mis nervios, no porque no quiera estar contigo—. Me sonríe.

—Lo se nena, y yo te esperare el tiempo que sea necesario hasta que te sientas lista. Y para relajarnos porque no asaltamos la cava de vinos privada de jack y hablamos de todo lo que no ha pasado en este tiempo, ¿te parece?—. Asiento.

—Me parece bien—. Besos sus labios para después yo ir por dos copas a la cocina y Christian hacia la cava a tomar una botella de vino.

Corto un poco de queso, jamón en rollo y unos pedazos de pan con aceite de oliva para acompañar. Al llegar a la sala principal encuentro a Christian encendiendo la chimenea dando un aire más romántico. Después descorcha la botella vertiendo el vino en amabas copas, tomamos asiento y comenzamos a beber y a charlar de todo lo que hicimos en este año.

Sin darnos cuenta estamos en la segunda botella de vino, un poco achispados por el alcohol.— E..enserio Ana, e..estaba muy cansado al llegar al hotel, trataba de abrir la puerta de una habitación que no era la mía, después me abrió un señor que comenzó a perseguirme por todo el pasillo porque según y..yo era el hombre con el que su mujer lo engañó—. Ambos nos reímos como loco ante lo que Christian está contando.

—N..no lo p..puedo creer—. Digo riéndome, me levanto para alcanzar de nuevo la botella y servirnos más vino pero sin poder bien caigo arriba de Christian.

—C..cuidado.

—C..creo q..que ya estoy u..un poco achispada por el alcohol—. Ambos nos reímos.

—Si, c..creo que igual yo—. Trato de levantarme para ayudar a Christian a levantarse pero fallamos volviendo a caer en el sillón. Ambos nos reímos de nuevo, hasta que caemos en la mirada de uno y otro creando una burbuja donde solo somos él y yo.

Acercó mis labios a los suyos, y comenzamos a besarnos desenfrenadamente. Siento como acaricia con una de sus manos la parte de mi espalda desnuda causando una exquisita sensación de placer.

Besó su cuello mientras con mis manos trato de desabrocharle los botones de la camisa. —R..rose tenemos q...qué parar—. Dice Christian excitado. Lo miro a los ojos.

—Hazme tuya Christian. Quiero ser tuya—. Retomo lo que estaba haciendo.

—¿Estas segura Ana? Después de esto no hay vuelta atrás, serás mi mujer y jamás te dejare ir—. Lo miro sonriendo.

—Por eso quiero que me hagas tuya porque no pienso ir a ningún lado—. Sin más me levanto al igual que él, entre besos y caricias subimos las escaleras rumbo a una de las habitaciones. Al entrar nos comenzamos a quitar nuestras ropas y zapatos sin importar en donde queden.

Me acuesta en la cama quedando encima él, mientras acaricia con sus manos mi cuerpo y principalmente mis pechos. Su boca acaricia, besa y marca mi cuello mandando una exquisita sensación en mi zona centro. Mientras se encarga de darme placer mis manos recorren su fuerte y musculosa espalda marcándola con mis uñas.

Deja mi cuello y me mira con ojos de excitación.— ¿Estás segura de esto?—. Asiento desesperada.

—Nunca he estado más segura en mi vida Christian, hazlo. Hazme sentir mujer, Tú mujer.

Toma mi boca con la suya, poseyéndome con ella. Siento como abre mis piernas acomodándose entre ellas para después sentir su miembro en mi entrada, poco a poco comienza a introducirse dentro de mí causándome de primero un poco de dolor que hace pegarme a él abrazándolo por el cuello mientras cierro los ojos.

—Tranquila preciosa, ya pasará, estoy contigo—. Me dice mientras besa mi cuello repetidas veces haciendo que poco a poco el dolor desaparezca y comience a sentir una placentera sensación.

—Muévete mi amor —. Casi ruego al sentir esto. Él comienza con un exquisito vaivén, lo cual causa que sienta un fuego recorrer todo mi cuerpo y lo exprese gimiendo. Siento un pequeño apretón debajo mío que hace querer temblar.

—Juntos nena—. Dice Christian apretando los dientes, entrando y saliendo. Sin poder más siento como me vengo al igual que él. Ambos jadeamos nuestros nombre al llegar sudados y extasiados. Aún dentro de mi, besa mis párpados, mis labios y por último mi cuellos.

Miro aquel bello rostro y no puedo creer que al fin soy su mujer. Paso una de mis manos por ese sedoso cabello para después rodear su cuello.

—Eso fue espectacular, mi amor, gracias por hacerlo inolvidable.

—Soy yo el que tiene que agradecer este hermoso regalo nena. No sabes cuanto te extrañe todo este tiempo que estuvimos separados.

—Igual yo Christian, admito que tenía miedo de regresar y ver que me habías olvidado. Y al verte entrar con esa mujer sentí que toda ilusión y posibilidad se desmoronaba.

—Créeme Ana al decirte que jamás pero jamás en este tiempo hubo mujer alguna que me llamara la atención. Solamente en mi mente tenía presente estos bellos ojos color azules que tengo frente a mi—. Acaricio tiernamente su mejilla para después besarlo nuevamente.— Te amo, mi piedra preciosa.

Sonrió ante el apodo que me puso.- Igual te amo, mi Dios griego bajado del Olimpo.

Y sin más palabras volvemos a amarnos recuperando todo el tiempo que pasamos separados. Olvidando los viejos recuerdos y creando nuevos.

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