Habíamos dos bohemios jóvenes recordando en la mesa de un bar, a un par de almas viejas que ya duermen, y aquellos vasos de cerveza nos susurraban al oído con las voces de cada uno viejos recuerdos.Entre el humo de los cigarros viajaban las siluetas de sus espíritus y el gris del mismo se asemejaba a sus canas... besé el alma de mi viejo en cada calada y aquel compañero, mezclaba el nudo de su garganta con el amargo sabor del alcohol.
¡Vaya porquería! (me dije a mí mismo) ojalá fuéramos 4 en la mesa; pero luego entendí que en nuestros cuerpos aquellos dos viajeros se sentaron a hablar de sí mismos a disfrutar de unos buenos tragos.
Marco Ruíz
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OBITUARIOS, DIARIOS Y NUPCIAS
RomanceDel cómo se aprende a poetizar el dolor del romance...