María, por lo visto no has aprendido nada. El amor no se fuerza. Soportas el desprecio a sabiendas de que tu destino también es perder.
Pues ¡Amén por ti!
Brindemos por las noches sin luna, por los tragos que nunca sacian y los cigarrillos que se apagan antes de tiempo.
Amén por tu corazón roto, por las lágrimas que nunca secan y las promesas vacías que guardas en tu bolsillo.
Que el whisky sea tu compañero, que el humo te envuelva en su abrazo frío, y que encuentres consuelo en las sombras de los bares oscuros.
Amén por la tristeza, por el desamor, y por todas las veces que caíste solo para levantarte y volver a intentarlo.
Porque en este juego cruel, María, nadie gana, todos perdemos.
Así que sigue, con el alma herida y la sonrisa rota, sigue buscando en la oscuridad, porque quizás algún día, encuentres lo que nunca supiste que necesitabas. Apuéstale todo, pues aquí aún no he terminado de apostar por ambos.
Amén... que te jodan bien.
ESTÁS LEYENDO
OBITUARIOS, DIARIOS Y NUPCIAS
RomanceDel cómo se aprende a poetizar el dolor del romance...