MUJER SIN ROSTRO.

12 0 0
                                    

Vos aún no venís, ni la vida nos ha presentado, pero yo ya sé que sos vos.

Aún no te he visto sentada, posiblemente con un café o una cerveza, un cigarro o una servilleta, y ya quiero acercarme a platicar con vos. Y me está gustando mucho nuestra primera plática, nuestra primera risa tímida, o esa carcajada que me vas a sacar cuando me contés algo que también te causó gracia.

Aún no se han pasado ni las horas, ni los minutos, y ya estoy sintiendo que de vos es el resto de mi tiempo. Te he estado pensando mucho, bastante o exageradamente. Te has de llamar como imagino, y da igual cómo te llames. Está bien si te falta un diente, si caminas de lado, si usas mucho o poco maquillaje. A lo mejor y hace una semana te teñiste el cabello, te lo cortaste, o simplemente en un arranque de libertad usaste una tijera sin trazo, y no mediste el corte.

Hablas mucho, o eres callada. Bailas, o te sientas a observar al resto. Lees o escribes, quizá, cantes o dibujes; tendrás a lo mejor una que otra manía, una afición o repites alguna frase que te guste.

Aún no nos ha presentado el destino, y me gusta ya andar de tu mano, caminando y charlando de todo un poco. Estoy viédonte con la misma alegría y el mismo placer, con el que uno admira algo nuevo, en un descubrimiento que a uno le parece ser el mejor del siglo.

Llegarás sin una pierna, sin dos dientes. Te comerás las uñas, tendrás ojeras malvas y un desdén del paso de noches burdas como las mías; posiblemente también seas nocturna y estés escribiendo algo en un rincón de tu silencio.

Vos aún no llegás, y yo ya me estoy despertando al lado tuyo. Y yo desde temprano quiero ponerte a vos en todos mis planes, en todas mis albricias o enajenaciones.

Acaricio tu cabello mientras observo al fin tu rostro sereno mientras sigues dormida. Y yo sonrío... sonrío, sonrío.

Y sonrío porque al fin estás aquí, luego de años, luego del caos, luego de preguntas y reproches. Valen la pena hoy que te digo esto, todas las veces que aún sin conocerte, sin siquiera haberte visto y oído hablar, yo ya te amaba.

Y valieron la pena mis horas revolcándome entre las sábanas. Cada cerveza, cada lágrima, cada duda y miedo. Cada caminata solo y golpeado hacia la casa. Cada boca besada sin sentirme acogido, y cada ilusión pasajera.

Vos ya estás aquí, y te amo desde ya sin que hayas aparecido aún para quedarte; pero de igual manera, todo sigue siendo terriblemente trágico. Aún no estás aquí, y ese, es el problema.

Te he esperado sabiendo que existes en algún lugar. Cerca, lejos, hablando lo mismo, en el mismo o diferente vocablo. De aquí, de allá, atada con fuerza o con tu libertad sin jaula... sin embargo, puede que mi espera, o quizá la tuya al pensarme no se concrete.

Si la vida, no nos llega a juntar, y si éramos cada uno nuestro destino; si un día, antes de encontrarme o de encontrarte, tuviéramos que partir hacia el otro lado del muro, yo quiero que sepas, mujer sin rostro, que un hombre un día te amó con todas las fuerzas que le eran permitidas, y más allá de lo permitido. Quédate sabida que éste hombre fue tuyo, completamente. Lo fui en alma, piel, tiempo, espacio y vida.

Y si es por el contrario, que la vida sin haberte tenido ni por un minuto de azar cerca, yo estaré completamente entendido de que aún sin conocerme, también me amaste.

Te amo, aunque aún no estés para besar mi boca luego de decírtelo. Si me lo permites, tengo que irme a dormir. Soñaré con vos, tenelo por seguro...

Mi Amor.

-Don Augusto.
(Para quien también espera encontrarme).

OBITUARIOS, DIARIOS Y NUPCIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora