Como siempre... sin la lección aprendida, y aún con tu desamor de barrera, la nostalgia no entiende de custodia compartida.
Al usar tus recuerdos como mi única hoguera... ¡No lo sé!, y además, no quiero saber qué te depara; pero es ahora cuando aún más presente te tengo, porque al oír tu nombre no puedo discimular la cara.
Y entonces huyo hacia atrás. Yo no me convengo, porque de pronto recuerdo que lo olvidé, y tu vacío se sigue llenando con tu mirada. Lo que nunca se fue no puede volver. Y es que echarte de menos, ya no me mortifica.
ESTÁS LEYENDO
OBITUARIOS, DIARIOS Y NUPCIAS
RomanceDel cómo se aprende a poetizar el dolor del romance...