23. Siempre seras mi Luna.

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CAPITULO 23

Siempre seras mi Luna.

Robert:

No había nada ahí... Absolutamente nada, solo un vacío azul, sin tormentas, sin olas enloquecidas... Nada de nada, solo dos enormes ojos azules que me miraban inexpresivos.

Una mirada tan vacía que me destrozaba los huesos.

—¿Rosie Moore? —Fue lo único que pude pronunciar dentro de el estado de shock en el que me encontraba.

—¿Robert Steef? —Observé sus piernas temblorosas y sentí un poco de esperanza, a ella le afectaba tanto como a mi toda esta situación.

De todas las personas en el mundo justamente ella tenia que ser quien se encargara de planear mi boda, ¿Que daño tan grande he hecho en la vida? ¿Porqué se empeña el universo en hacerme pagar así?

Luna... O Rosie, como sea que se llame; sonreía ante mi como si no me reconociese, como si no hubiéramos vivido las más locas situaciones hace apenas unas semanas, como si yo no le hubiera dicho que la amaba, como si ella no me amara de igual forma.

—No puedo creer que estoy aquí... Esto debe de ser una pesadilla, me rehúso a creer que es real, Luna.

—Mi nombre es Rosie Moore, señor Steef, y le agradecería que se limitara únicamente a hablarme sobre cosas de trabajo, por favor.

—¿Te volviste loca? —Negué con la cabeza sintiendo hasta cierto punto, terriblemente enojado ante su indiferencia—. Eres tú... Eres mi Luna.

—Ya te dije que ese no es mi nombre, y yo no soy tuya.

—Claro que lo eres. —Casi me mordí la lengua para no gritar—. Eres mi Luna tormentosa.

—Soy la Luna que dejaste en las Vegas sintiéndose como una basura sin una explicación lógica para justificar tu crueldad al irte como si nada, eso soy, o más bien eso fui.

Apartó su mirada de la mía como para tomar fuerzas y volvió a mirarme con gélidos ojos.

—Tu mataste a Luna, así que mucho gusto señor Steef. —Me tendió su mano pero estaba tan paralizado que no pude tomarla—. Soy Rosie Moore, una neoyorquina como cualquier otra, ahora soy tu empleada y encarga de hacer que el mejor día de tu vida se memorable.

Mi respiración se agitó y mis ojos comenzaron a arder como si sus palabras fueran gotas de ácido cayendo sobre mi, estaba seguro que iba a llorar, iba a llorar de tristeza e impotencia, ¡Rayos! Quería gritar, gritar hasta que mi garganta se quedara muda, gritar hasta que se desgarraran mis cuerdas vocales, gritar hasta hacerla sentir al menos un poco del dolor que yo sentía.

—¿Que opinas de este, amor? —Nahomy apareció de la nada vistiendo un lindo vestido blanco con brillantes por todos lados y un asesino escote que dejaba al descubierto uno de los tantos lunares ocultos en su pecho.

Me limité a sonreír ante ella. Luna me lanzó otra de sus miradas vacías para luego sonreír radiante ante mi futura esposa y ajustarle un poco el vestido en la cintura.

—Me parece un muy hermoso vestido señorita Hall, aunque no creo que sea el más favorable para el tema de su boda, no lo sé, pero los detalles dorados que me recuerdan más al sol que a la Luna, detalles en un tono plata le sentarían mucho mejor creando contraste con su piel y cabello.

—Tienes razón. —Nahomy se miró al espejo para luego mirarme a mi—. ¿Tú que opinas?

—Lo que diga Lun... Es decir, Rosie, lo que diga la señorita Moore está perfecto para mi.

¡HABLE AHORA! O Calle para siempre.(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora