10. ¡No soy una prostituta!

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CAPITULO 10
¡NO SOY UNA PROSTITUTA!

ROSIE:

Mi cabeza descansaba tranquilamente en su pecho, su respiración era profunda pero tranquila como si dentro de su cabeza no existieran ningún tipo de problemas o preocupaciones.



Hacía al rededor de dos horas que Robert se había quedado dormido, según mi estimado debería de ser la una de la mañana, pero por más que trataba no lograba conciliar el sueño, mi cabeza no paraba de pensar y recriminarme lo que había hecho, no debí de haberme acostado con él, algo me decía que eso sólo empeoraría las cosas, eso siempre empeoraba las cosas; por lo general cuando yo le gustaba a algún tipo y este me gustaba al menos un poco, decidía darle la oportunidad de visitar mi cama, pero esta vez era diferente, yo no sólo compartí una cama con Robert... Le había hecho una promesa y para mi las promesas son sagradas "¿Si juro ser solo tuyo jurarías ser sólo mía?" no sé si para él las promesas valgan tanto como lo valen para mi...


Me solté de su agarre y me puse de pie tratando de no hacer algún ruido que pudiera interrumpir su sueño. Busqué entre la oscuridad de la habitación algo de ropa para ponerme y mis tacones altos que había usado en la tarde. Me vestí apresuradamente, tomé mi celular y algo de dinero y salí cautelosamente de la habitación rumbo al ascensor.


—¿Se le ofrece algo señorita? —preguntó un botones al ver la manera apresurada en la que caminaba arreglando mi cabello y maquillando un poco mi rostro para que no se notara tanto mi insomnio.


—No, gracias... —dije y salí huyendo de allí dejándolo con la palabra en la boca.


Al salir afuera el frío de la madrugada y la leve brisa veraniega me golpearon en la cara haciéndome sentir un poco mejor, el simple olor de la noche me hacía sentir mucho más calmada era como si me susurrara que todo estaría bien.


Pensé que al acostarme con Robert las cosas simplemente continuarían igual y nada cambiaría, no era la primera vez que me acostaba con alguien y en ocasiones anteriores nada había sucedido, esta vez todo había sido diferente, tenía ganas de perderme y tener como única compañera a mi tan adorada Luna.


Comencé a caminar en medio de las luminosas calles haciendo resonar mis tacones en el suelo y moviendo mis caderas de una manera suave como suelo hacerlo al caminar. Decidí ir un momento al bar donde trabajo, me hacía falta bailar en el tubo, me hacían falta mis amigos... hasta Jorge me estaba haciendo falta.


Llegué luego de una corta pero relajante caminata de unos cuantos minutos, me gusta mucho caminar y admirar la ciudad, sobretodo cuando es de noche, como ahora.


Las luces Neón me dieron la bienvenida junto con el bullicio de los hombres, sus gritos y ovaciones desesperadas mientras veían a Silvana, una de las bailarinas del club, haciendo lo suyo en el tubo. Busqué con la mirada hasta encontrarme con Drew en su lugar habitual sirviendo los tragos como siempre. Lo miré desde una distancia prudente apreciando así sus rasgos masculinos, su cara un tanto cuadrada y con una leve cantidad de barba al rededor de su mandíbula, él batía un trago moviendo sus musculosos brazos y sonriendole de manera radiante a la cliente que atendía, una mujer castaña y de baja estatura. Comencé a caminar rumbo a la barra y me senté en uno de los taburetes.

¡HABLE AHORA! O Calle para siempre.(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora