32. Soy un desastre.

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CAPITULO 32

ROBERT

La cabeza me daba vueltas y sentía como si mi cerebro quisiera explotar volandome el cráneo, la sensación del alcohol seco en mi boca era repugnante y mi hígado ya no daba para mas... Era un absoluto desastre, una basura.

Tomé mi chaqueta del suelo y me puse de pie... Le di un vistazo a la rubia con la que había pasado el fin de semana y sentí como se me revolvían las entrañas con solo verla. Entré en el baño del hotel de mala muerte y me lave la cara, lucía quizás hasta mas horrible de como me sentía, con los ojos rojos, hinchados y repletos de ojeras, mi barba descuidada y mi cabello desprolijo...

Me puse a llorar como casi todos los días, nada en mi vida tenia sentido desde hace seis meses, cuando ella me dejó, cuando lo perdí todo, mi familia, mi trabajo, mi estatus... todo.

—Oye guapo... ¡¿Acaso pensabas irte sin pagarme?! —Los gritos de la rubia solo me hicieron doler aún más la cabeza.

—Yo... —Salí del baño y revisé los bolsillos de mis pantalones—. Solo tengo cincuenta dolares.

—¿Es en serio?

—Es todo lo tengo, y cuando digo todo es verdaderamente todo, lo único que tengo.

—Dios que patético eres, sabes que mejor ni me pagues nada, lo necesitas mas que yo, ah y al menos escucha un consejo de una simple prostituta, ya deja de beber, estás muy mal.

Me limité a mirarla un momento mientras se fumaba un cigarrillo aún envuelta en las sucias sabanas del hotel, me di la vuelta y salí de la habitación, caminé unas cuantas cuadras hasta conseguir un taxi y llegar al departamento de Jules, casi como todos los lunes desde hace seis meses.

—Hey, pensé que estabas en el trabajo. —medio le sonreí a mi amigo cuando ingresé en el departamento y lo encontré sentado en el sofá tomando café, su cara no era la mas cordial—. ¿Sucede algo?

—Tenemos que hablar, ya no aguanto mas esta situación.

—¿Qué situación?

—¡Tú situación Robert! ¿No te das cuenta de la forma en que estás destruyendo tu vida? ¡Mírate! estás irreconocible, desde hace seis meses no haces mas que vagar por las calles de nueva york tomando y acostándote con cuanta loca se te cruce por en medio, ni si quiera te has preocupado por conseguir un trabajo, por levantarte del piso y volver a ser ese exitoso hombre que eras antes de ella.

—No entiendo porque me estás diciendo todo esto... —reprimí las lágrimas y apreté el puño—. Se supone que eres mi amigo y debes de apoyarme.

—Justamente porque soy tu amigo, tu hermano —se puso de pie y caminó hasta mi—. Porque me duele verte mal, por eso te ruego que hagas algo con tu vida, que vuelvas a ser tú, ¡Ya ni siquiera visitas a Julia! no llamas a tu familia ni le contestas las llamadas a tus hermanos, te has vuelto un desastre absoluto.

—¡No entiendes nada! —Grité y me alejé de él, esta vez fue imposible reprimir las lágrimas—. No puedo ir a ver a Julia así como estoy, ¡Me da asco mirarme en el espejo! me da vergüenza ser la oveja negra de mi familia... No puedo permitir que Julia vea el desastre en el que me he convertido.

—Sabes lo mal que está ella y tu ausencia solo ha provocado que su salud se deteriore mas rápido, me duele decirte esto pero hoy llamaron del hogar de ancianos, Julia empeoró y según los detalles es muy poco probable que sobreviva una noche mas.

—¿De que estás hablando? —caminé hasta él con furia y le grité nuevamente en la cara—¿Estás diciendo que se va a morir?

—Deberías de ir a verla antes de que eso pase... Lo siento mucho, ¿Quieres que te lleve? por favor, dúchate, ponte algo de ropa decente, tomate algún calmante y tratemos de rehacer tu vida, demuéstrame que no eres un caso perdido y puedes salir de este infierno.

¡HABLE AHORA! O Calle para siempre.(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora