—¿Cómo has podido acostarte con Maverick?
Lo suelto así, de sopetón. Llevo desde el sábado por la noche, cuando vi la foto que lo demuestra, haciéndome esa pregunta una y otra vez. Hoy es lunes y estamos a quinta hora, en gimnasia con el entrenador Fisher.
Me he pasado toda la mañana mirando a Debra de reojo en todas y cada una de las clases que ambas compartimos, sin ser capaz de asimilarlo. Y sé que es absurdo, porque precisamente se suponía que yo estaba ayudando a Maverick a que consiguiera tirársela, pero es que no puedo entenderlo. Mi cerebro se niega a aceptar esa información.
Y mi mejor amiga no ha comentado ni una palabra al respecto. Estoy segura de que está al tanto de que he visto la storie porque sé que siempre revisa quién se mete a ver sus actualizaciones en Instagram. Entonces, ¿por qué no me escribió por WhatsApp al enterarse de que yo me había enterado? ¿Por qué no me llamó? ¿Por qué no ha dicho nada sobre el tema cuando hemos llegado esta mañana al instituto? ¿Tan avergonzada está de lo que ha hecho?
Pero ahora no puede escaparse. Acabo de formularle una pregunta muy directa y tiene que contestar sí o sí.
El entrenador Fisher no estaba muy inspirado hoy, así que nos ha mandado a todos a dar diez vueltas por la pista de atletismo. Debra, Caroline, Loreen y yo vamos corriendo al mismo ritmo, haciendo piña a la cola de la fila de compañeros que están haciendo exactamente lo mismo que nosotras bajo la atenta mirada del profesor.
Cuando mis amigas me escuchan hablar, se vuelven hacia mí, todas a una. Caroline tropieza y está a punto de caerse, pero Loreen la sujeta para impedirlo. Debra clava sus ojos azules en mí, cargados de confusión.
—¿Cómo que cómo he podido acostarme con Maverick? —repite, perpleja. Lleva un top deportivo y el largo pelo negro como la tinta sujeto en una coleta alta que le azota la espalda a cada paso que da—. ¿Tienes amnesia?
—Recuerdo perfectamente haber visto una foto postsexo de ambos en tu Instagram —replico, indignada y sin entender nada.
Mi mejor amiga frunce el ceño a más no poder.
—Pues claro —asiente, muy segura—, pero no hicimos nada. Era puro postureo para que Aaron la viera y se muriese de celos.
—¿Por qué actúas como si no lo supieras? —interviene Caroline, curiosa.
—Sus neuronas deben haberse declarado en huelga después de la cita con Liam. Demasiado que procesar aquí arriba —añade Loreen, con una risita y dándome unos toquecitos en la sien.
A mí la cabeza me empieza a dar vueltas.
—Pero... —empiezo a farfullar, completamente confusa—. ¿De qué demonios estáis hablando?
Parece que por fin entienden que yo me he perdido un capítulo de esta historia, porque las tres empiezan ponerse serias.
Debra resopla. No hemos dejado de correr en ningún momento y a mi ya me arden las piernas por el esfuerzo, pero ella está como una rosa.
—A ver, Cam, a mí Maverick me dijo que tú le habías contado que yo te había dicho que estaba saliendo con él solo para darle celos a mi ex. Así que montamos esa farsa de la foto para hacer creer a Aaron que nos hemos acostado. Pero obviamente no he tenido sexo de verdad con Maverick. Eso sería asqueroso —añade, simulando un escalofrío de desagrado—. Y Aaron nunca me lo perdonaría.
Yo parpadeo varias veces, incrédula.
—¿Y de quién fue la idea de la foto falsa? —inquiero.
—¡Fue idea tuya! —me espeta Debra, riéndose. Pero cuando ve que yo no sonrío lo más mínimo, aprieta los labios.
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Efectos colaterales
Novela JuvenilCameron y Maverick se odian. Pero a Cameron le gusta Liam, a quien Maverick conoce muy bien. Y a Maverick le gusta Debra, quien es la mejor amiga de Cameron. Así que, cuando Maverick le propone a Cameron aliarse para que ambos consigan salir con su...