El resto del día no resultó ser tan memorable como lo había sido mi mañana, para mi beneficio. No hubo más ardientes e inocentes chicos a punto de ser derribados por mí. Sin humillaciones. A pesar de tener que volver a repetir la experiencia nuevamente en el almuerzo, para entretenimiento de Lucas. Me alegré realmente de que él y Sophia tuvieran el descanso al mismo tiempo que yo. Realmente pensé en pasar la mayor parte de mi día sola, así que me resultó verdaderamente agradable hablar con gente... de mi edad.
El ser social es como andar en bicicleta, supuse.
Además de los innecesarios consejos de Lucas, la mayoría suponían el salir corriendo hacia José la próxima vez que lo viera; no había tenido momentos difíciles en mi primer día. Al final de la jornada, honestamente, prácticamente me había olvidado de mi desastrosa mañana.
Antes de salir de la escuela, me dirigí hacia el edificio administrativo para recoger una solicitud de trabajo y estudio. No necesitaba el dinero, pero necesitaba perder tiempo y mantener mi mente ocupada. Tenía un total de dieciocho horas de clase, pero no me gustaría tener un montón de tiempo libre. Un trabajo en el campus parecía ser lo mejor, sólo que no había espacios abiertos. Mi nombre fue a parar a una extensa lista de espera.
El campus era realmente hermoso, pintoresco y tranquilo. No era para nada como los monstruosos campus de algunas universidades. Ubicado entre el río Potomac y la ciudad histórica de Shepherds Town, era algo que verías en una tarjeta postal. Grandes edificios con torres mezclados con las estructuras más modernas. Los árboles estaban por todas partes. Aire fresco, limpio y todo lo que necesitábamos estaba a poca distancia. Podía caminar por días en el espacio del campus Oeste para evitar el pago del medidor.
Después de dar mis datos personales para ingresar a la lista de espera, caminé de regreso hasta mi auto disfrutando de la cálida brisa. A diferencia de esta mañana, cuando yo había tenido que correr por llegar tarde, tuve la oportunidad de observar las casas de camino a la estación de tren. Tres casas de cada lado, tenían porches llenos de chicos universitarios. Lo más probable es que sea ésta su versión de una fraternidad.
Un chico levantó la vista, cerveza en mano. Sonrió, pero volvió la vista hacia la puerta abierta, llevando una pelota de futbol en la mano. Se escuchó un chasquido en la parte trasera. Maldiciones por doquier. Definitivamente una fraternidad.
Mi columna se puso rígida mientras tomaba ritmo, corriendo junto a las casas. Llegué a un cruce, parándome y casi soy golpeada por una camioneta color plata —tal vez una Tundra—, que iba por el camino. Mi corazón dio un salto cuando pisaron los frenos y el auto bloqueó mi camino.
Di un paso hacia atrás en la acera, confundida. ¿El conductor acaso iba a gritarme? La oscura ventanilla bajó y casi me caí de bruces.
José me sonrió desde abajo de una gorra de béisbol al revés. Mechones de cabello oscuro escaparon por debajo de ella. Y estaba sin camisa —totalmente sin camisa—, y por lo que pude observar, tenía un pecho bastante fuerte. Y un tatuaje. Del lado derecho. Un sol, las llamas se extendían hacia atrás de sus hombros en brillantes tonos rojos y naranjas.
—_____ __(TA), nos volvemos a ver.
La última persona que querría ver y tuve la jodida suerte de conocer.
—José Madero... ¡Hola!
Se inclinó hacia adelante, dejando caer un brazo sobre el volante. Corrección. Tenía también unos bonitos bíceps. —Tenemos que dejar de vernos así.
Y esa es la cosa más verdadera dicha nunca. Tenía que dejar de mirar su bíceps... y su pecho... y tatuaje. Nunca pensé que el sol pudiera ser tan... sexy. ¡Guau! Esto es incómodo.
— ¿Tú corres hacia mí, yo corro hacia ti? —explicó—. Es como si fuéramos una catástrofe a punto de ocurrir.
No tenía ni idea de qué responder a eso. Tenía la boca seca, la mente dispersa.
— ¿A dónde vas?
—A mi auto —me obligué a contestar—. Voy con el tiempo justo. — No es necesariamente verdad, había sido generosa con el tiempo para evitar una multa de estacionamiento, pero él no tenía por qué saberlo—. Así que...
—Entiendo. Súbete cariño. Te invito a dar un paseo.
La sangre se drenó de mi rostro y se esparció por otras partes de mi cuerpo de manera extraña y confusa. —No, estoy bien. Está justo encima de la colina. No es necesario.
La sonrisa de lado que mostró en la mañana se extendió por su rostro, dejándome ver nuevamente ese hoyuelo suyo tan peculiar.
— ¡No hay problema! Es lo mínimo que puedo hacer después de hacerte correr.
—Gracias, pero...
— ¡Oye! ¡José! —El tipo de la cerveza saltó el porche y corrió por la acera, dándome un vistazo rápido—. ¿Qué haces?
Salvada por el chico fraternidad.
La mirada de José no se desvió de mí, pero su sonrisa empezó a deslizarse. —Nada Kevin, trato de tener una conversación.
Le hice a José un ligero asentimiento, y me apresuré pasando alrededor de Kevin por el frente de la camioneta. No miré hacia atrás, pero podía sentirlo mirándome. Con los años, saber cuándo alguien te mira se convirtió en uno de mis talentos. Me obligué a no correr hacia la estación de tren, ya que huir de la misma persona dos veces en un día, estaba más allá del nivel aceptable de rarezas. Incluso para mí. No me di cuenta que había estado conteniendo la respiración hasta que estaba al volante de mi coche y escuché el zumbido del motor.
¡Jesús! Dejé caer mi cabeza contra el volante y un gemido salió involuntariamente de mí. ¿Una catástrofe a punto de ocurrir? Sí, sonaba bastante bien.
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Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.
RomanceAlgunas cosas valen la pena esperar... Viajando miles de kilómetros de su casa para entrar a la universidad es la única manera para ___ ___(TA), de diecinueve años, para escapar de lo que sucedió en la fiesta de Halloween hace cinco años, un acontec...