Capítulo 8

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No tengo ni idea de cómo dejé a José convencerme durante la clase de que él condujera en vez de tomar dos coches. Pero la noche del sábado, la noche de nuestra misión —justo antes del anochecer— me encontré subiendo al camión plata maciza. Mi estómago era un nudo desde la noche del viernes, cuando Lucas comenzó a acosarme sobre la fiesta a la que él y Sophia iban a ir. Había sido bondadoso y yo quería ir, pero no me atreví a hacerlo realmente. Además, yo no tenía idea de donde estaba la casa, había llegado tarde, cuando había empezado a enviar mensajes de texto, y había sido arrollador de nuevo. Y ahora estaba tan nerviosa como un ratón en una habitación llena de gatos hambrientos. Como cojo, ya que, nunca había estado en un coche con un hombre antes. Hombre, aun admitiendo eso para mí sonaba increíblemente patético. Como tomar ese pequeño secreto para mi nivel grave de patético.

José metió las llaves en el encendido mientras me echaba una mirada. La gorra de béisbol estaba de nuevo, torcida hacia atrás. Detrás de las gruesas pestañas, sus ojos brillaban.

— ¿Estás lista?

Tirando de mi ligera chaqueta, asentí. Cuando lo vi ayer por la mañana en astronomía, estaba de regreso en las bromas normales, el coqueteo y ofreciendo galletas. Tenía la esperanza de que eso significaba que lo que había pasado entre él y Roberto se había resuelto.

— ¿Estás seguro de que nosotros no podemos sólo hacer esto por aquí?

—Este lugar será perfecto. Nunca te llevaré incorrectamente, cariño.

—Está bien —murmuré, juntando las manos con fuerza. Miré hacia la ventanilla, observando cómo pasamos a través del campus y cruzamos el puente hacia Maryland.

Quince minutos más tarde, José se volvió hacia la carretera que conduce al centro del visitante en Antietam National Battlefield. La historia nerd en mí empezó a hacer volteretas, pero estaba demasiada nerviosa por estar aquí con José en la noche. No es que le pareciera del tipo de probar cualquier cosa, pero si yo supiera algo, no habría "tipo" cuando se trata de ese tipo de cosas. Mis nervios se sentían abasto y deshilachadas en los bordes.

— ¿Estás seguro que se permite estar aquí en la noche? —le pregunté, mirando a su alrededor.

—No. —Estacionó en un lugar del estacionamiento. Sólo había un puñado de coches.

Me quedé mirándolo. — ¿Qué?

Se echó a reír mientras apagaba el motor. —Estoy bromeando. Todo lo que tienes que hacer es decirle a uno de los Guardaparques que somos de la Universidad. Estarán bien con eso.

Eso esperaba. La idea de ser expulsados de los campos de batalla por un Guardaparque no estaba en mi lista de cosas por hacer antes de morir. Sin embargo, después de tomar un vistazo rápido a José, parecía que había algo extraño.

— ¿Estás lista?

Agarré mi bolsa del suelo y abrí la puerta de la camioneta. —Sí, vamos a terminar con esto.

José agarró una linterna de la guantera mientras se reía entre dientes. —No suenas muy emocionada.

Le sonreí. —No lo estoy.

—No mientas. —caminó alrededor del capó y se unió a mí, señalando hacia donde una torre de cemento con un top rojo se elevó en el cielo—. Ahí es donde queremos ir.

— ¿La torre en el carril de sangre?

Me lanzó una mirada rápida. — ¿Has estado aquí antes?

—No.

—Entonces, ¿cómo sabes que es carril de sangre?

Sonreí levemente mientras cogía un mechón de mi cabello, girándolo entre mis dedos. —Soy una especialista en historia, por lo que los principales lugares como este me atrae. Leí sobre ello antes. El día más sangriento de toda la guerra se llevó a cabo en ese pequeño tramo de vino de tierra.

Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora