Capítulo 4

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Estar sentada en clase de sociología por tres largas horas la noche del martes no había sido tan malo como pensé que sería, pero para el momento en que la clase acabó, me moría de hambre. Antes de dirigirme a mi apartamento, me detuve en el Sheetz, una conveniente tienda/estación de gas que no teníamos en Texas y obtuve un HAP. Una ensalada Hecha a Pedido, cargada de tiras de pollo frito y aderezo ranch. Mmm. Saludable.

El aparcamiento estaba lleno de autos, había algunos incluso en el campo cercano que se topaba con el campus oeste. No había sido así cuando lo dejé para mi clase de la tarde y me pregunté qué estaba ocurriendo. Me las arreglé para encontrar estacionamiento todo el camino cercano a la carretera y mientras apagaba el auto, mi celular se sacudió en el porta vasos.

Sonreí cuando vi que era un mensaje de Lucas. Habíamos intercambiado números en clases antes, desde que él vivía en uno de los dormitorios.

"Arte apesta, era todo lo que decía su mensaje."

Riendo, le envié una rápida respuesta acerca de nuestra tarea, la cual era identificar qué pintura pertenecía a qué era. Gracias a Dios por Google, porque era como estaba terminando mi tarea.

Recogí mi bolso y comida, y salí del auto. El aire era pegajoso y despegué el cabello en mi cuello, deseando haberlo acomodado en una cola de caballo. El aroma del otoño estaba en el aire, sin embargo me encontraba impaciente por ver el clima más frío. Quizá incluso nieve en invierno. Me dirigí a través del estacionamiento bien iluminado hacia el grupo central de apartamentos. Yo estaba en el último piso —el quinto— parecía que muchos estudiantes vivían aquí y la mayoría realmente no había comenzado a llegar hasta hoy, pero tan pronto como me detuve en la acera, supe de dónde venían todos los autos.

La música retumbaba de algún lugar dentro de mi edificio. Un montón de luces estaban encendidas y pude recoger partes de conversaciones mientras subía las escaleras. En el quinto piso, encontré al culpable. El apartamento al otro lado del pasillo, dos puertas abajo, estaba dando una fiesta. La puerta estaba abierta y las luces y la música se derramaban en el pasillo.

Un atisbo de celos se movió dentro de mi pecho mientras desbloqueaba mi puerta. Todas las risas, el ruido y la música sonaban divertidos. Todo parecía tan normal, como algo que debería estar haciendo, pero las fiestas... Las fiestas no terminaban bien para mí.

Cerrando la puerta detrás de mí, me quité los zapatos y dejé mi bolso en el sofá. Equipar este apartamento había dejado un hueco en mi cuenta, pero estaría aquí por cuatros años y me imaginé que podría venderlo cuando me vaya o llevarlo conmigo. Y todas eran mis cosas. Eso significaba mucho para mí.

La fiesta se propagó al otro lado del pasillo, mucho después de que terminé mi no tan saludable ensalada, me puse mis shorts de pijama, una camisa de manga larga y terminé mi tarea de arte. Fue recién después de la medianoche cuando me di por vencida leyendo la tarea de inglés y comencé a ir hacia mi dormitorio. Pero me detuve en el pasillo, mis dedos encrespándose en la alfombra.

Un estallido de risa ahogada sonó y supe que la puerta había sido abierta, porque sonaba más alto que antes. Estaba congelada, mordiéndome mi labio inferior. ¿Qué si abría la puerta y reconocía a alguien de clases? Obviamente eran universitarios dando una fiesta. ¿Tal vez reconocería a la persona? Entonces, ¿qué haría? No era como si me fuera a unir cuando estaba sin sujetador, usando mi pijama, y balanceando la más desordenada cola de caballo conocida por el hombre. Me di la vuelta y encendí la luz del baño, mirando mi reflejo. Fregando todo el maquillaje, las pecas en el puente de mi nariz aparecieron y mi cara parecía más ruborizada de lo normal. Me incliné contra el fregadero del que mi mamá se habría reído y presioné mi rostro más cerca del espejo.

Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora