CapÍtulo 38

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Yaciendo a mi lado en la cama, Pepe se acercó y cogió un mechón de mi cabello. Hizo girar el mechón castaño rojizo alrededor de sus dedos, y luego golpeó con este el otro lado

—Entonces, ¿Qué se siente al ser, finalmente, un estudiante de segundo año en la universidad?

Cogí su mano y desenredé el pelo, sonriendo.

—No soy oficialmente una estudiante de segundo año. No hasta que la escuela empiece otra vez en el otoño.

—Te considero una estudiante de segundo año ahora. —Agarró mi pelo otra vez, esta vez arrastrándolo por mi mejilla—. Lo que yo digo se hace.

—Entonces, ¿Cómo se siente por fin ser un estudiante de último curso? Tu próximo año será el último.

—Increíble —respondió, trazando mi labio inferior con la punta de mi pelo—, es una sensación increíble.

Acercándome más a él, envolví mis dedos en el cuello de su camisa.

—Se siente malditamente bien ser una estudiante de segundo año.

—Sería mejor si no te inscribieras en las clases de verano.

—Cierto. —Yo tomaba biología durante el verano para sacarla del camino. Y saldría bien. Pepe estaba ayudando con un campamento de fútbol de verano para niños, por lo que estaría aquí la mayor parte del tiempo. Sin embargo iba a extrañar a Sophia y Lucas. Ya se habían dirigido a casa.

Sonriendo suavemente, me las arreglé para estar más cerca. Pepe abrió los brazos y puse mi cabeza en su hombro, lanzando un brazo y una pierna por encima de él.

—¿Lo bastante cerca? —preguntó.

—No.

Se rió entre dientes mientras sus dedos se arrastraban arriba y abajo de mi espina dorsal. Mi cuerpo se relajó bajo las suaves caricias. Sus labios rozaron mi frente y sonreí.

Las cosas eran diferentes entre nosotros desde que le había dicho la verdad. Había sido rudo e incómodo inmediatamente después. Más bien—admitió Pepe— no estaba seguro de cómo proceder adelante con nuestra relación. Al igual que lo que debía decir o hacer, y no era como un cambio milagroso ocurrido durante la noche. Tres semanas habían pasado antes de que algo sexual pasara entre nosotros. No era que él no quería, sino que yo sabía que no había querido presionarme. Me costó tomar el control y, básicamente, atacarlo para que recibiera el mensaje. Por supuesto, no habíamos tenido relaciones sexuales, aún, pero el tiempo se había recuperado con lo lejos que habíamos llegado en ese aspecto. En cierta forma él me miraba de otra manera, pero no era como yo temía. Sabía toda la historia ahora y eso nos cambió.

Para mejor.

Yo era de nuevo la misma, de la manera que era antes. Incluso fui a una fiesta el fin de semana pasado en lo de Jase. Hubo momentos de inquietud ahí, pero Pepe había estado para ayudarme a pasar por esto, en lugar de tratarlo por mi cuenta. Había bailado con Pepe. Él realmente había disfrutado eso.

No había ningún secreto entre nosotros y teníamos todo el verano por delante para explorar, pero había cosas en mi mente. Resolver los problemas con Pepe había sido importante y un paso muy necesario, pero aún había cosas que tenía que enfrentar, todavía necesitaba ocuparme de ellas y eran cosas grandes.

Rodando encima de Pepe, me senté a horcajadas sobre sus caderas.

—Hola.

Sus ojos tenían esa mirada pesada, sensual mientras él colocaba sus manos en mi cintura.

—Hola por ahí.

—Así que he estado pensando algo.

—Oh Dios.

—Cállate —me reí y entonces bajé mi cabeza, besando sus labios—. De hecho, he estado pensando mucho. Hay algo que quiero hacer.

—¿Qué? —Sus manos se deslizaron por encima de mis pantalones cortos y descansaron en mis muslos.

Mordí mi labio.

—Quiero ir a casa.

Las cejas de Pepe se alzaron.

—¿Te refieres a volver a ______?

—Sí.

—¿Por cuánto tiempo?

Colocando mis manos sobre su estómago, me senté de nuevo. Un parpadeo de tensión rebotó en su rostro mientras presionaba sobre él. Parte de esto fue a propósito.

—No te vas a librar de mí tan fácilmente. Por tan sólo un día o dos.

Su puño se apretó.

—Maldita sea. Ahí va mi plan maestro de pasar el verano como un soltero loco por el sexo.

Rodé los ojos.

—¿Qué quieres hacer si vuelves allí? —preguntó, pasando sus manos sobre mis muslos.

—Quiero ver a mis padres —admití—. Tengo que hablar con ellos.

—¿Sobre lo que pasó?

—Nunca he hablado con ellos acerca de lo que sucedió, no desde esa noche. —Pasé mis dedos por su pecho—. Tengo que hablarles. Sé que esto suena como que no será divertido, pero tengo que decirles que lo que hicieron estuvo mal.

Pepe dejó mis muslos y puso sus manos sobre las mías.

—No suena como una diversión, pero ¿crees que es prudente? Quiero decir, crees que va a ayudarte y no...

—¿Lastimarme? —Sonreí suavemente—. Realmente no hay nada más que mis padres puedan hacer que me vaya a doler, pero siento que tengo que hacerles frente. ¿Eso me hace una mala persona?

—No.

—Tengo que hacer esto. —Tomé una respiración profunda—. También tengo que hablar con Molly.

—¿Qué?

—Tengo que hablar con ella y tratar de explicarle por qué hice lo que hice. Sé que es arriesgado, y si regresa y me muerden en el culo con la cláusula de no divulgación, entonces lo harán, pero si puedo hacerle entender sólo un poco, entonces tal vez la ayudará y ella va a dejar de ponerse en contacto conmigo. —Y eso sería un buen cambio. Desde que hablamos, todavía me enviaba mensajes. Esporádicos, así que supongo que era una mejora, pero quería que se detuvieran. Quería pasarlo por completo.

Los ojos de Pepe se encontraron con los míos.

—Yo no sé nada de eso. La chica parece que no es la persona más estable que hay.

—No está loca. Sólo molesta y tiene una razón para estarlo.

—Y tú no eres la razón por la que esto le sucedió. Sabes eso, ¿verdad? No eres responsable.

No dije nada, porque no estaba segura de si eso era verdad. Si no hubiera retirado los cargos, Blaine no habría salido después de lo que había hecho y eso pudo haber sido suficiente para que dejara de hacerlo de nuevo. O no. Esa sería una gran incógnita.

—Tengo que hacer esto por mí y por Molly —dije finalmente. No iba a ser bonito—. No quiero correr más, Pepe. Y sé que en realidad no puedo dejar esto atrás. Lo que pasó... bueno, siempre será una parte de mí, pero yo no voy a ser esa. Ya no más.

Pepe se quedó en silencio por un momento.

—¿Sabes lo que pienso?

—¿Qué soy impresionante?

—Además de eso.

—¿Qué?

—Creo que ya has llegado tan lejos, _____. Que has aceptado que esto será parte de ti, pero que no eres tú. Simplemente no te has dado cuenta de eso. —Sus manos se movieron a mis caderas—. Pero si quieres hacer esto, entonces vas a hacerlo y voy a estar allí contigo.

—¿Quieres ir con...? —chillé mientras Pepe rodó de pronto y estaba sobre mi espalda y él estaba encima mío.

—No vas a hacer esto sola. Infiernos, no —dijo, apoyando su peso sobre el brazo—. Me voy contigo. Y no me dirás que me mantenga fuera. ¿Cuando quieres hacerlo?

—¿Tienes planes para este fin de semana?

Una risa silenciosa sacudió sus hombros.

—Jesús.

—Tengo que hacerlo.

Me dio un beso en la punta de la nariz.

—No creo que lo necesites, cariño, pero si crees que tienes que hacerlo, entonces eso es lo que importa.

Me encantaba su creencia en mí. Era hermoso.

—¿De verdad que quieres venir conmigo?

—Esa es una pregunta estúpida, _____. Y sí, si hay tal cosa como preguntas estúpidas. Esa fue una de ellas. Por supuesto que voy a estar allí contigo.

Mis labios se extendieron en una sonrisa. —Te amo.

—Lo sé.

—Presumido.

—Confiado —respondió, bajando su cabeza a la mía. Me besó suavemente, pero mi cuerpo se agitó a la vida—. Te amo, cariño.

Empecé a envolver mis brazos alrededor de él, pero se sacudió de encima y me agarró la mano.

—¡Oye! Vuelve aquí.

—No. Tenemos cosas que hacer. —Me arrastró fuera de la cama—. Y si empiezas a tocarme, no vamos a hacer nada.

—¿Qué vamos a hacer?

Agachándose de repente, me levantó sobre un hombro y se volvió hacia la puerta.

—Tenemos algunos boletos que reservar

Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora