EPILOGO.

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Narra José


Ahí es donde necesito estar.

Esas fueron las palabras de ____ cuando había hablado con la otra chica. Yo había luchado por no estar enojado cuando vi la marca roja en su mejilla. La única cosa que ayudo fue que estaba oyendo esas palabras.

Pastelito finalmente lo consiguió. La curación que necesitaba la hizo descansar en la verdad, al hablar con sus padres y hablar con Molly, pero había comenzado a sanar desde febrero y luego otra vez en abril. Texas era algo que sentía que debía hacer y lo hizo. Así que la lleve a su casa y aquí nos encontrábamos de vuelta en el Estado de algo más fresco de Virginia del Sur, la noche antes que ____ comenzara sus clases de verano y yo comenzara a trabajar con los niños durante el campamento.

Pastelito se sentó en el suelo de la cocina frente a mí, con las piernas desnudas metidas debajo de ella, llevaba una de mis camisas y eso era todo, tuve un momento difícil para pensar en nada más que eso. Entre nosotros, Michelangelo y Rafael constantemente se movían la cabeza el uno al otro.

—Es como una versión torturada de smack talk— dijo, elevando las cejas — no estoy segura que se agraden.

Sonreí mientras me apoyaba contra la nevera, pasando la mano sobre la piel desnuda de mis abdominales — todavía necesitan un poco de tiempo y Micky-Mike es territorial.

—Oh échale la culpa a mi tortuga— rodo los ojos— tú comenzaste esa mierda del movimiento de cabeza.

El temporizador sonó y me puse de pie en dirección a la cocina — Michelangelo es el que manda — Pastelito recogió a su pequeñín, poniéndolo varios metros atrás.

Mirando las galletas de chocolate y encontrándolas hechas, rápidamente me lave las manos, luego recupere las manoplas que estaba seguro que Pastelito nunca había utilizado. Todavía tenía la etiqueta, sonriendo, la arranque y luego retire la bandeja del horno. Las galletas eran de gran tamaño, doradas y de aspecto tan empalagosas.

— ¿Están listas? — ella levanto la vista con los ojos brillantes.

—Te vas a quemar la lengua—tire del guante a un lado — Otra vez.

Sonrió —Pero es que valen la pena.

—Uh uh — Me acerque a ella, disfrutando de la forma en que sus mejillas seguían sonrojadas cuando sus ojos cayeron por debajo de mi ombligo. Descendiendo, bese sus labios al revés —Dales...— mi celular sonó en la sala de estar — Ya vuelvo.

Asintió mientras yo evitaba cuidadosamente pisar a una pobre tortuga y traumatizar a Pastelito y a mí mismo. Tome mi celular de la mesita. Un suspiro salió de mi cuando vi que era de mi hermana.

"Fuera de cirugía, haciéndolo bien, te llamo luego".

Cerré los ojos y dije una oración. No había sido una cirugía mayor pero seguía siendo una cirugía y las cosas de mierda que pasan en los hospitales. Ella se encontraba en casa, eso era bueno pero...

— ¿Era Patricia?

Dejando mi celular abajo, me volví. ____ se hallaba en la puerta, sosteniendo dos tortugas retorciéndose, eso combinado con la camisa que decía "QUIERO SER TU MANWISH", era un espectáculo muy adorable de ver.

—Si.

Acerco a las dos tortugas a su hábitat colocándolas suavemente dentro. Mientras cerraba la tapa, los dos chicos verdes inmediatamente se miraron desde sus respectivas esquinas — ¿Esta bien? ¿Cómo estuvo la operación?

—Dice que está bien, era solo un texto— hice una pausa— me dijo que me llamaría más tarde.

Frente a mí, sus cejas se juntaron con preocupación. Si alguien sabía lo que Patricia enfrentaba en estos momentos, sería mi Pastelito, con todos sus años de baile.

— ¿No dijo nada sobre el baile?

Negué con la cabeza, mientras presionaba mis labios. Patricia se había desgarrado el ligamento cruzado interior hace una semana durante un recital. Para los atletas y bailarines, eso podría ser fatal para sus carreras. Todo lo que mi hermana siempre había querido hacer era convertirse en una bailarina profesional. Solo el tiempo diría si eso sería posible en absoluto. Pero por lo que mamá había dicho, no se veía bien.

Pastelito desapareció en la cocina, se lavó las manos y regreso. Viniendo a mí, envolvió los brazos alrededor de mi cintura y apretó su mejilla contra mi pecho. Su piel se sentía caliente.

—Lo siento— dijo.

— ¿Por qué te disculpas? — Cruce los brazos a su alrededor, abrazándola.

—Porque sé que estas preocupado— dijo, frotándose la mejilla a lo largo de mi piel— y sé que esta lesión es grave. Solo espero que no sea tan grave como puede ser.

Deje caer un beso en lo alto de su cabeza, mientras deslizaba mi mano por su espalda, sosteniendo la parte posterior de su cuello

—Yo también.

Guardo silencio por unos momentos —Gracias.

Riendo suavemente, me eche hacia atrás para poder ver su rostro. —Ahora ¿Qué estas agradeciendo cariño?

—Gracias por ir a _____ conmigo.

Tome su mejilla con una mano—Ya me has dado las gracias por eso.

—Y tú me dijiste que no tenía que darte las gracias— puso una mano sobre la mía— Pero tengo que darte las gracias una vez más, porque no lo habría hecho sin ti.

—Sí, lo habrías hecho.

Negó con la cabeza—Tal vez lo habría hecho, pero no se sabe muy bien. Te necesitaba ahí, y tú estuviste ahí, sin hacer preguntas. No puedo agradecerte lo suficiente... por todo.

—Oh Pastelito, no tienes que darme las gracias.

—Pero yo...— se detuvo frunciendo el ceño — ¿Pastelito?

Abrí la boca y después me di cuenta de mi desliz. Dejando caer mis manos, di un paso atrás y reí — ¿Dije eso en voz alta?

—Sí, algo así— tiro del dobladillo de la camisa prestada. La curiosidad le lleno la cara — ¿Qué pasa con eso?

Jodeme pero sentí que mis mejillas comenzaban a arder.

Sus ojos se abrieron mientras sonreía —¡Estas sonrojado! ¡Oh Dios mío! En realidad estas sonrojado. —Me pellizco la mejilla — necesito saber porque estas tan sonrojado.

— ¿Qué gano si te digo?

Me clavo una mirada maliciosa que decía que no conseguiría si no le decía. Esa mirada me excitaba. Por otra parte, cuando respiraba, me ponía caliente.

—Es un poco estúpido— tomando su mano, la atraje hacia mí, una vez que estuvo lo suficientemente cerca, me incline y deslice un brazo bajo sus piernas.

—¡Oye!— golpeo mi espalda— deja de distraerme— gritó cuando sus pies dejaron el suelo— ¡José !

Levantándola, la abrace a mi pecho cuando me volví hacia el pasillo— No estoy distrayéndote, te estoy ayudando a volver a la habitación.

Entrecerró los ojos —Además del hecho de que no necesito ayuda para volver a la habitación, ¿Por qué me llevas allí?

—No caminas lo suficientemente rápido— le dije mientras la llevaba a la cama — Oye.

Esa mirada exasperada creció — ¿Qué?

Le guiñe un ojo un segundo antes de que la dejara en medio de la cama. Su grito termino en un gruñido cuando salto. Su boca se abrió y yo sabía que estaba a punto de maldecirme en todas las maneras. Estuve sobre ella antes de que pudiera comenzar todo lo que iba a decir, deslizando mis manos bajo el dobladillo de su camisa. En un segundo se las quite y estaba hermosamente y magníficamente desnuda. Me quite el pantalón. Su respiración se filtró cuando me subí a la cama, admirando mi obra.

—Entonces— dijo con voz suave— ¿Qué pasa con este asunto de Pastelito?

—Bueno, es un apodo— bese el hueco entre sus pechos— Para ti.

—De eso me di cuenta.

Puse otro beso largo en la parte inferior de un pecho y luego por debajo de su caja torácica —Proviene de la primera vez que te vi.

—La primera... ¡Oh! — Se sacudió cuando lamí su ombligo, apretando las sabanas de la cama, cuando volvió a hablar su voz era ronca mientras me movía hacia abajo — ¿la primera vez que nos vimos?

—Sip— bese el interior de su muslo izquierdo y luego el derecho— fue el día que chocaste contra mí fuera de la clase de astronomía. Clase que necesitas retomar.

Pastelito gimió —no me lo recuerdes.

Yo no sabía si ella hablaba de la clase de astronomía o de la parte en que choco contra mí —Cuando te vi por primera vez a ti y tu cabello...— me detuve, besándola entre sus piernas. Su jadeo suave trajo una sonrisa a mi cara —todo lo que podía pensar era en ese Pastelito de fresa...— me detuve una vez más, pasando mi lengua por su longitud —ese Pastelito de fresa se me había escapado.

Se echó a reír cuando levante la cabeza, retrocediendo, así nuestras miradas se encontraban al mismo nivel — Wow, no entiendo cómo funciona tu cerebro.

—Lo amas.

—Así es— deslizo su pie a lo largo de mi pantorrilla— ¿Así que has estado llamándome Pastelito en tu cabeza todo este tiempo?

Asentí mientras me acomodaba entre sus piernas —Puede que lo haya hecho... un par de veces.

—Y nunca se te escapo hasta ahora. Guau. Eso es increíble— sus ojos brillaban con humor— y es lindo.

—Definitivamente es lindo. Es...— gruñí mientras rodaba sus caderas hacia arriba, uniéndonos — Bueno entonces...

Se rio y luego ninguno de los dos reíamos ni hablábamos, deje escapar un gemido irregular en su estrecho. Perdí el sentido de todo, excepto de su cuerpo y quería estar más profundo, más cerca, nos movimos juntos, nuestros cuerpos ruborizados y esforzados. Era ella. Mi boca se cerró alrededor de su pecho cuando empuje dentro de ella. Ella igualo mi movimiento hasta que su liberación se estrelló contra mí, teniéndola cerca me senté manteniéndola en mi regazo.

La nueva posición tuvo la lujuria zumbando a través de mí. No pude durar, no cuando sus pequeños dientes rasparon sobre mi cuello.

Minutos pasaron por el lugar donde todo lo que se oía era el sonido de nuestra respiración entrecortada. Yo seguí dentro de ella, había paz en esta realización. Y lo mantuve todo en mis brazos.

Más tarde, mucho más tarde, nos sentamos en la cama con el plato de galletas entra nosotros. Una pequeña mancha de chocolate termino en sus labios y me incline sobre el plato, besándola y quitándola, y bueno, la bese de verdad.

La bese y fue como besarla por primera vez. El ataque inicial, el impacto de nuestros labios no se había desvanecido, tontamente me di cuenta que el amor fue hecho de esa manera, asegurándose de que un simple beso nunca sea aburrido, nunca pierda su encanto.

Mi pecho se hincho cuando me aparte y mire a sus ojos cálidos y mi corazón hizo ese loco y estúpido salto. Algo que también sabía que realmente nunca desaparecería.

Pastelito puso su pequeña mano en mi mejilla. — ¿Qué?

Al principio no sabía que decir. Yo... yo había esperado a ____. La había esperado por meses. Diablos, la había esperado por años, pero ella...

Girándola en mi mejilla, le di un beso en el interior de su palma. — Gracias por confiar en mí.

Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora