Capítulo 37

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Mientras sostenía mi mirada, pensé en luchar o huir. Instinto. Correr. No tratar con ello. Pero José se mantuvo sosteniendo mi mirada y abrió algo dentro de mí. No fue fácil, pero las palabras fueron subiendo. No correría.

La calma me apoderó y tomé aire, lo dejé salir lentamente.

—Cuando tenía catorce años, fui a una fiesta de Halloween —me oí decir, sonando como si estuviera en un túnel—. Estaba allí con mis amigas. Estábamos todas vestidas y había un tipo allí. Era su casa y... y era tres años mayor que yo y amigo de mi primo.

Tomé otra respiración profunda, dejando caer mi mirada a mis manos.

—Él era muy popular. Así que también yo lo era. —Una risa seca, sin sentido del humor salió—. Eso puede no parecer importante, pero lo era. Nunca pensé que alguien como él podía hacer, podría ser como él era. Y tal vez eso fue estúpido de mí, como un error fatal o algo así. No lo sé. —Di una pequeña sacudida de mi cabeza, mientras miraba hacia arriba—. Hablaba con él y bebía, pero no estaba borracha. Te lo juro, no estaba borracha.

—Creo en ti, _____. —José cerró sus ojos brevemente mientras juntaba sus dedos bajo su barbilla—. ¿Qué ocurrió?

—Estábamos coqueteando y era divertido. Tú sabes, no le di importancia. Era un buen chico y era lindo. En algún punto, me tiró a su regazo y alguien nos tomó una foto. Nos estábamos divirtiendo. —Me reí de nuevo, otro sonido áspero—. Cuando se levantó y me llevó a una de las habitaciones vacías que estaba en la planta baja, tampoco le di importancia. Nos sentamos en el sofá y hablamos un poco por un rato. Luego, puso sus brazos a mí alrededor. —Froté mis manos continuamente, esperando aliviar los nudos que se formaban en mi estómago—. Al principio no me importó, pero empezó a hacer cosas que no quería que hiciera. Le dije que se detuviera y se rió. Empecé a llorar y traté de alejarme de él, pero era más fuerte que yo, y una vez que me tuvo sobre mi estómago, realmente no podía hacer nada, salvo decirle que se detuviera.

José se había quedado petrificado. La única forma de saber que respiraba era por el zumbido constante de los músculos a lo largo de su mandíbula

—¿Se detuvo?

—No —dije en voz baja—. Nunca se detuvo, no importaba lo que hiciera.

Pasó un momento y José se enderezó. Parecía como si quisiera pararse pero cambió de idea.

—¿Te violó?

Cerrando mis ojos, asentí. Hablar de eso, era casi como sentir las manos de Blaine

—Todavía soy virgen. —Forcé mis ojos a abrirse—. No me tocó allí. Así no fue como él... me violó.

José me miraba fijamente, y vi el momento en que entendió. La comprensión brilló en sus ojos. Sus manos se cerraron en puños en su regazo. El músculo de su mandíbula se aceleró.

—Hijo de puta —dijo, labios apretados—. ¿Tenías catorce años y te hizo eso?

—Sí. —Los nudos en mi estómago crecieron.

Otro momento pasó y José pasó sus manos por su cabello.

—Mierda, _____. Sospechaba algo. Pensé que algo así podría haberte pasado.

Envolví mis brazos en mi cintura. —¿Lo hacías?

Asintió. —Era la forma en la que actuabas a veces. Cuán saltarina podías ser, pero sólo esperaba que no fuera tan lejos. Y cuando me dijiste que eras virgen todavía, pensé que esa era la razón.

Esa era una suposición comprensible.

—_____, lo siento, lo siento tanto. Nunca debiste haber pasado por algo como eso, especialmente a esa edad... —Apretó la mandíbula y que parecía que iba a levantarse de nuevo, pero se detuvo—. Por favor dime que ese hijo de puta está en la cárcel por eso.

—Lo está ahora. —Me concentré en la TV muda—. Es una larga historia.

—Tengo tiempo. —Cuando no dije nada, habló de nuevo, y su voz sonaba descolocada—: ¿Qué más, _____? Por favor háblame, porque estoy a segundos de reservar un vuelo a Texas y matar a ese hijo de puta.

Me sacudí hacia atrás, llevando las rodillas a mi pecho. Sabiendo que le debía todo, tomé otra respiración profunda.

—Después que se detuvo, realmente creo que no tenía idea que había hecho algo mal. Me dejó en ese sofá y cuando pude levantarme, sabía que necesitaba decírselo a alguien. Sabía que necesitaba ir a un hospital. Estaba con tanto... dolor —Apreté los ojos con fuerza mientras un estremecimiento sacudió a través de mí. Los minutos siguientes después de que Blaine se fuera habían sido tan horribles como el ataque—. No podía encontrar a mis amigos, pero encontré mi bolso, y terminé saliendo de la casa y seguí caminando hasta que recordé que tenía mi teléfono conmigo. Llamé al 911.

Incapaz de sentarme por más tiempo, tiré mis pies en el suelo y me levanté.

—Terminé en el hospital y me hicieron un examen. La policía apareció y les dije lo que pasó y era la verdad.

—Claro que era la verdad —dijo, con su mirada siguiéndome.

—Para el momento en que la policía abandonó el hospital, la fiesta había terminado, pero Blaine estaba en su casa. Lo arrestaron y se lo llevaron. Fui a mi casa y estuve fuera de la escuela por los dos días siguientes, pero todos descubrieron que fue arrestado por lo que había hecho —me detuve frente a la TV—, y sus padres aparecieron.

—¿A qué te refieres?

Empecé a pasearme de nuevo.

—Sus padres y los míos eran, son amigos del club de campo. Mis padres y los suyos... todo lo que les importaba era su imagen. Mi mamá y mi papá tenían más dinero del que incluso podrían querer, pero... —Un espesor recubrió mi garganta y mi visión se hizo borrosa—. Los Firzgeralds les ofrecieron un trato a mis padres. Que si retiraba los cargos y guardaba silencio sobre lo que pasó, me pagarían a mí y a ellos una escandalosa suma de dinero.

Las fosas nasales de José se dilataron.

—Y tus padres les dijeron que se jodan, ¿no?

Me reí, pero salió mas como un sollozo.

—Les mostraron a mis padres la foto que nos tomaron a Blaine y a mí en la fiesta y ellos dijeron que si iban a la corte, nadie le creería a la chica con disfraz de zorra sentada en su regazo. Y mis padres, no querían lidiar con los escándalos. Más bien que todo desaparezca, por lo que aceptaron.

—Mierda —susurró José con voz ronca.

—Sucedió tan rápido. No podía creer lo que mis padres me decían que hiciese. No me habían hablado realmente sobre eso antes, pero ellos.... se preocupaban tanto por lo que todos pensaran si todo el asunto se hacía público, las fotos y el hecho de que yo había bebido. Estaba tan asustada y tan confundida y ya sabes, no estaba segura de que siquiera me creyeran. —Empujé mi pelo hacia atrás, odiando lo que iba a admitir—. Así que firmé los papeles.

José no dijo nada.

—Acepté tomar el dinero, el cual la mitad fue a mi cuenta así que cuando cumplí los dieciocho, tuve acceso a él, y acepté retirar los cargos y no hablar sobre eso de nuevo. —Dejé caer mis manos a mis lados—. Eso me hace una persona terrible, ¿no?

—¿Qué? —Las cejas de José se levantaron—. No eres una persona terrible, _____. Jesucristo, tenías catorce años y tus padres debieron haberles dicho que se jodan. Si hay que culpar a alguien, además del hijo de puta que te hizo eso, es a ellos. Tú no tienes ninguna culpa en esto.

Asentí mientras me sentaba en el sillón reclinable.

—En cuestión de días, todo el mundo en la escuela se volvió en mi contra. Aparentemente, no había nada en el arreglo sobre que Blaine mantenga la boca cerrada. Les dijo a las personas que yo había mentido. Que había hecho todas esas cosas con él de buena gana y que luego lo acusé falsamente. Todo el mundo le creyó. ¿Por qué no lo harían? Retiré los cargos. No hablaría de ello. La escuela fue... fue terrible después de eso. Perdí a todos mis amigos.

José pasó una mano por su mandíbula.

—¿Esta es la razón de que dejaste el baile?

—Sí —susurré—. No podía soportar que la gente me mirara y susurrara sobre lo que habían escuchado o hablaran abiertamente sobre eso frente a mí. E hice esto... —Levanté mi brazo izquierdo—. Mi mamá se enojó tanto.

Me miraba fijamente, como si no pudiera comprender la última cosa que dije.

—Se enojó porque tú... —Se fue apagando, negó con la cabeza—. No me extraña que no hayas ido a casa.

—Esa es la razón de que escogiera este lugar, sabes. Es suficientemente lejos como para escapar de todo. Pensé que eso era lo que necesitaba hacer, distanciarme.

—¿El mensaje que vi? ¿Era alguien que sabía lo que había pasado?

Asentí de nuevo.

—El que sea que inventó el dicho que no puedes escapar de tu pasado realmente sabía de lo que hablaba.

El músculo de la mandíbula de José saltó más rápido.

—¿Qué más ha estado ocurriendo, ____? ¿Dijiste que este Blaine — escupió el nombre—, estaba en la cárcel? Pero, ¿quién enviaba los mensajes?

Inclinándome hacia adelante, presioné mi frente en mis manos abiertas. Mi cabello se deslizó hacia adelante, ocultando mi cara.

—He estado recibiendo mensajes desde agosto. Simplemente pensé que era algún idiota y los ignoré. Y mi primo ha estado tratando de contactarme, pero lo ignoré también porque... bueno, por razones obvias. Finalmente hablé con mi primo cerca del receso de invierno, la noche antes de venir a tu apartamento.

—¿La noche de la pelea?

—Sí —dije—. Trataba de ponerse en contacto conmigo para decirme que Blaine había sido arrestado por hacer la misma cosa a otra chica al inicio del verano. De hecho, se disculpó. Eso significa mucho para mí, pero... no sabía que esta chica era la que quería ponerse en contacto conmigo todo este tiempo. —Tomando una respiración profunda, le dije cómo ocurrió todo con Molly.

Cuando terminé, José negaba con la cabeza.

—Lo que le pasó a ella es terrible y me alegra que ese bastardo esté en la cárcel. Mejor todavía, él debería ser castrado, pero lo que le pasó a ella no es culpa tuya, cariño. No lo obligaste a que le hiciera eso.

—Pero al no decirle a nadie le permití hacerlo de nuevo.

—No. —José se puso de pie, sus ojos llenos de fuego—. No te digas esa mierda. Nadie sabe lo que hubiese pasado si no hubieras retirado los cargos. Tenías catorce años, _____. Hiciste lo mejor que pudiste en esa situación. Sobreviviste.

Levanté la cabeza. —Pero eso es todo, ¿sabes? Todo lo he estado haciendo es sobrevivir. No he estado viviendo. Mira lo que nos hice a nosotros. ¡Y sí, hice esto! Te alejé de nuevo.

Su expresión se suavizó.

—Pero me lo estás diciendo ahora.

—¡He estado dejando que lo que me pasó hace cinco años todavía me afecte! ¿Cuándo casi tenemos sexo? No estaba asustada de ti o si habría dolor. No era eso. Estaba asustada de que una vez que empezáramos, que lo que Blaine había hecho, pudiera arruinármelo o que lo arruinaría yo misma. Soy una cobarde, era una cobarde. — Poniéndome de pie, crucé los brazos sobre mi cintura—. Pero es muy tarde, ¿no? Debí haber sido honesta contigo hace meses así sabrías en lo que te estabas metiendo y lamento tanto no haberlo sido.

—_____...

La parte de atrás de mi garganta quemó mientras las lágrimas llenaban mis ojos.

—Lo siento mucho, José. Sé que el decírtelo ahora no cambia nada, pero necesitaba explicarte que no habías hecho nada mal. Eres perfecto, perfecto para mí y te amo. —Mi voz se rompió de nuevo—. Sé que no puedes mirarme ahora mismo. Lo entiendo.

Los brazos de José cayeron a su lado. Lucía completamente sorprendido.

—_____—me interrumpió, su voz suave, y estaba de repente frente a mí, ahuecando mis mejillas—. ¿Qué dijiste?

—¿Qué no puedes mirarme igual?

—No eso. Antes de eso.

Inhalé. —¿Te amo?

—¿Me amas? —Sus ojos buscaron los míos intensamente.

—Sí, pero...

—Para. —Negó con la cabeza—. ¿Piensas que puedo verte de forma diferente? Te dije que siempre sospeché que algo había pasado...

—¡Pero habías esperado que no fuera eso! —Traté de alejarme, pero las manos de José cayeron en mis brazos, impidiéndome correr—. Antes me miraste con esperanza y ahora ya no lo haces.

—¿Eso es lo que en realidad piensas? ¿Ha sido eso lo que te estuvo deteniendo todo este tiempo de decirme?

—Todos me miran diferente una vez que lo saben.

—¡No soy todos, _____! No para ti, no contigo. —Nuestras miradas se encontraron—. ¿Crees que todavía no tengo esperanza? ¿Esperanza en que eventualmente superes esto? ¿De que no te persiga por cinco años más?

No sabía que decir, pero mi corazón se aceleraba mientras él deslizaba sus manos por las mías. Las puso sobre su pecho, justo sobre su corazón.

—Tengo esperanzas —dijo, su mirada nunca abandonando la mía—. Tengo esperanzas porque te amo, he estado enamorado de ti, _____. Probablemente antes de siquiera darme cuenta que lo estaba.

—¿Me amabas?

José dejó caer su frente en la mía, y su pecho se elevó bruscamente bajo mis manos.

—Te amo.

Mi corazón tartamudeó.

—¿Me amas?

—Sí, cariño.

Había fuerza en esas palabras, pero había poder en la verdad. Algo se abrió completamente dentro de mí, como una base en una gran pared gruesa que finalmente se venía abajo con el peso. Una tormenta de emociones se desató en mi interior, en busca de una salida. No podía detenerla. Ni siquiera lo intenté. Las lágrimas caían por mi rostro, tan rápido que no podía ver la cara de José a través de ellas.

Un sonido vino de la parte de atrás de su garganta y me tiró hacia su pecho, rodeándome con sus brazos con fuerza. Me sostuvo, susurrando suaves, palabras sin sentido. En algún punto, me levantó en sus brazos y me llevó de vuelta a su habitación. Me acostó en su cama y subió a mi lado, acunándome en sus brazos. Una vez que las lágrimas comenzaron, no se detuvieron. Eran de los grandes, del tipo feo de sollozos que no podía hablar ni respirar. Había algo renovador en ese llanto, como si cada lágrima que caía simbolizara que finalmente estaba dejándolo ir.

Lloré por Molly y todo lo que pasó. Lloré por José y todo por lo que lo hice pasar. Lloré, porque al final, todavía me amaba. Más que nada, lloré por todo lo que había perdido y por todo lo que sabía ahora que podía ganar.

Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora