Mucho después de que José se fuera, permanecí despierta en la cama. Esta noche sin sueño fue diferente a las otras. Logré superarla. Sentía mi cuerpo ajeno a mí, adolorido y demasiado caliente. Aparté el edredón de mí alrededor y las finas sábanas que abrasaban mi piel. Giré sobre mi lado, mordiendo mis labios mientras mis muslos se apretaban.
Odiaba a José.
No realmente.
Pero lo odiaba por sus "buenas noches", y por irse y tenerme tan colgada que cada vez que me movía, mi piel ultra-sensible pedía más. Más.
No odiaba a José.
Dejándome caer sobre mi espalda, empujé las sábanas hacia abajo.
El aire frío se apoderó de mis brazos y mi pecho. Debajo del top de algodón, las puntas de mis senos se endurecieron y hormiguearon, hasta el punto de ser más que molesto y a directamente el territorio de casi doloroso.
Levanté mis rodillas, y un gemido escapó de mis labios entreabiertos mientras la presión pulsaba de entre mis muslos a mi pecho. Enderezando mis piernas, apreté las sábanas debajo de mí y traté de vaciar mi cabeza, pero todo lo que podía pensar era sobre el beso de José, la forma en que sus labios se sentían contra los míos, cómo se había sentido su lengua húmeda y caliente dentro de mi boca. Todavía podía saborear el chocolate y todavía podía sentir sus músculos flexionarse bajo mis manos. Mi aliento se atoró ante el recuerdo del fantasma del dorso de su mano tocando mi pecho.
Lo que sentía era completamente nuevo para mí. Como si el beso de José hubiera activado un interruptor en mi cuerpo, pero no era estúpida. No era ingenua o inexperta como para no darme cuenta de que estaba encendida. Que mi cuerpo había sido despertado, como la Bella Durmiente saliendo de un profundo sueño, y mi cuerpo pedía más.
Mi mano cayó en mi estómago y salté. A lo largo de mi garganta, mi pulso se aceleró, mi corazón tartamudeó. Mis ojos se abrieron de golpe y fijos en el techo oscuro. Aguanté mi respiración mientras deslizaba una mano hacia abajo. Era como una experiencia fuera de mi cuerpo, como si no tuviera control sobre lo que hacía. Cerré los ojos y deslicé mi mano por debajo de la banda suelta de mis pantalones para dormir. Los músculos de mi estómago se apretaron, mi respiración se aceleró. Las puntas de mis dedos alcanzaron el manojo de nervios allí abajo y un disparo de electricidad pura se encendió por mis venas. Mordí mi labio para detener el llanto creciendo en mi garganta. Mi corazón ahora latía con fuerza, mis dedos se deslizaron a través de la humedad que se había reunido allí.
Parte de mí no podía creer que estaba haciendo esto. No podía creer que me había tomado tanto tiempo hacer eso. Pero estaba más allá del punto de detenerme. En mi mente, apareció la imagen de José. Sus ojos marrones encendidos con fuego y su boca contra la mía incitándome a abrirla, divinamente paciente y todavía determinado.
Mis dedos titubearon, porque en realidad no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero parecía estar funcionando. Me acaricié a mí misma y se sintió bien, pero todo lo que parecía hacer era avivar el fuego, haciéndolo arder más. Me sentía hinchada y estaba segura de que iba a estallar en gritos si el dolor crecía más. Atrapé mi labio inferior entre mis dientes. Mi dedo se movió hacia adelante y atrás antes de tomar una respiración profunda y empujarlo dentro. Un suspiro escapó mientras la tensión se enrollaba. Está bien. Eso era bueno. Empujé un poco más profundo y la presión de mi palma contra mi cima envió otra sacudida a través de mí. Mis caderas se sacudieron y el ardor se extendió por mi centro. Parecía que el instinto había tomado el control. Mis caderas se mecían en un pequeño círculo y la tensión crecía más y más. El sonido que salió de mi garganta me hubiera avergonzado si alguien lo hubiese escuchado, pero justo ahora, en la oscuridad de mi habitación, me puso más caliente.
Mis caderas chocaban contra mi mano y se sentía como una cuerda siendo tira da desde un nudo apretado en mi interior. Podía sentirlo y sabía que estaba viniendo, segundos de distancia. En un instante, imaginé a José haciendo eso, su mano, sus dedos y eso fue todo. Un gemido surgió de lo más profundo de mi cuerpo como un cable desenredado, azotando a través de mi cuerpo y esparciendo todos mis pensamientos.
A medida que mi ritmo cardíaco volvía a la normalidad y disminuyeron los temblores, me dejé caer hacia atrás contra las almohadas, los brazos y las piernas temblorosas. Mierda, ¿así que eso se sentía? Giré sobre mi lado, mis labios separándose en una débil sonrisa. La almohada amortiguaba mi risa gutural.
De alguna manera, sin embargo, aun con la paz agradable, la languidez invadió mi cuerpo, llevándome a dormir, sabía que todo lo que sentía, era insuficiente. Haciéndolo con el chico con el que quería estar, con José todo hubiera sido amplificado y quería eso.
Quería sentir eso con José.
*****
Sophia y Lucas estaban tan sorprendidos como yo de que haya aceptado ir a casa con José para el receso de Acción de Gracias. Tenía miedo de que me dieran un sermón acerca de cuan absolutamente loca estaba, pero no lo hicieron. Ambos actuaron como si no fuera la gran cosa. ¿Quizás la locura era contagiosa? Además, estaban más interesados en otros detalles de la cita.
—Así que ¿es buen besador? —preguntó Lucas.
Miré alrededor de la clase, rezando para que nadie nos estuviera prestando atención. El profesor todavía no había llegado y la mayoría estaban medio dormidos.
Sophia rió tontamente. —Dile lo que me dijiste ayer.
Mis mejillas se calentaron mientras pensaba en lo que le dije por teléfono cuando me hizo la misma pregunta.
—Entonces ¿sí te besó? —Los ojos oscuros de Lucas se ampliaron, pero afortunadamente mantuvo su voz baja.
Apretando mi portátil contra mi pecho, ignoré la forma en la que Sophia saltaba en su asiento. }
ESTÁS LEYENDO
Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.
Roman d'amourAlgunas cosas valen la pena esperar... Viajando miles de kilómetros de su casa para entrar a la universidad es la única manera para ___ ___(TA), de diecinueve años, para escapar de lo que sucedió en la fiesta de Halloween hace cinco años, un acontec...