Capitulo 27

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Todavía estaba en estado de shock la mayor parte del sábado, tanto así que cuando me reuní con Lucas y Sophia para nuestra cita de estudio en el café, ni siquiera podía recordar que demonios había hecho con ellos y luego después de comer una rápida cena de macarrones con queso, me di cuenta de que dejé mi bolso en el coche, junto con mi teléfono.

Demasiado distraída y un poco perezosa, ni siquiera me puse los zapatos cuando abrí de golpe la puerta y salí al pasillo, elaboré un corto camino cuando vi a Roberto subiendo las escaleras con una caja de cerveza en sus manos.

—¡Oye! —Sonrió—. ¿Qué estás haciendo aquí... en tus calcetines?

—Uh, estaba corriendo a mi coche para ir por mi bolso. —cambié mi peso—. ¿Tienes sed?

Roberto rió. —Aunque siempre estoy sediento, esto no es para mí. Hay una pelea esta noche y tenemos unas cuantas personas más.

—Suena divertido.

—Sí... —Miró a su puerta, cambiando la caja a su otro brazo—. ¿Por qué no vienes?

Mi corazón brincó. —Oh, no sé nada de eso. Tal vez otro...

—Vamos, la pelea principal no ha empezado todavía, así que no te has perdido nada.

Dudé. —No lo sé...

Roberto sacó el labio inferior, y era tan ridículo, que me reí. —José estará encantado de verte.

—Sí, no creo...

—Suena como un plan justo allí —me interrumpió—. No pienses en ello. Ven. Sólo por un momento, ¿de acuerdo? Tal vez podamos tomar a Raphael para dar un paseo.

Me reí de nuevo, pensando en Roberto y la pobre tortuga mientras miraba a su apartamento. ¿Por qué no he de parar por el camino? Sería una cosa normal para hacer y Roberto vivía allí. Él podía invitarme. Y si era honesta conmigo misma, quería ver José.

Yo... lo extrañaba.

Tomando una respiración profunda, asentí. —Está bien. Sólo por un rato.

—¡Estupendo! —Roberto ancló su brazo libre a través del mío, y antes de que pudiera cambiar de idea me condujo por el pasillo.

—¡Espera! No tengo zapatos.

—¿A quién le importa? —Me dio una sonrisa tonta mientras cruzábamos la distancia corta—. Los zapatos son sobrevalorados.

Mi ritmo cardíaco se levantó cuando Roberto abrió la puerta. De inmediato, el sonido de risa y lucha se amplificaron hasta que me sentí un poco abrumada. Todo el mundo estaba centrado en la TV. Roberto soltó mi brazo y puso la caja en la nevera. Tomó dos vasos de la encimera de la cocina. ¿Qué demonios hacía yo aquí?

—José te da la bienvenida. —Me ofreció uno de los vasos pequeños.

Mi mano temblaba un poco cuando lo tomé. La voz en mi cabeza me dijo que no, pero maldita sea, estaba cansada de esa voz. Era la misma voz que me dijo que le dijera que se fuera a José. La misma voz que me dijo que escuchara a mis padres. La misma voz que me dijo que dejara a Blaine llevarme a esa habitación. Esa voz había hecho más que mierda por mí. Me tomé el chupito y de inmediato mis ojos se humedecieron cuando el líquido me quemó la garganta.

—Santo cielo —murmuré, parpadeando rápidamente.

Roberto rió cuando sustituyó el chupito con una botella de cerveza y luego me agarró del brazo, llevándome de nuevo a la sala de estar. — ¡Miren lo que me he encontrado! —gritó.

Varias cabezas se volvieron, y mis dedos se apretaron alrededor del cuello de la cerveza. No vi a nadie, excepto a él y el momento en que puse los ojos en José, sabía que esto era una mala, mala idea.

Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora