Acababa de cambiarme a mi pijama y de deslizar mis piernas bajo las mantas cuando se oyó un suave golpe en la puerta del dormitorio. Me alcé sobre mis codos. Mi corazón dio un salto cuando José abrió la puerta hasta la mitad.
—Oye —dijo con una leve sonrisa en su rostro.
—Hola. —La palabra me salió a media voz, mitad graznido.
Esa media sonrisa se extendió un centímetro. —Quería darte las buenas noches.
Un aleteo empezó a residir muy dentro de mi pecho y en la parte baja de mi estómago. Mi mano apretó el borde del edredón. —Ya me diste las buenas noches.
—Lo hice. —Entró en la habitación y mi mirada se deslizó a lo largo de su cuerpo. José hacía que una camiseta gris y los pantalones de franela del pijama se vieran bien—. Pero no lo hice. No de la forma en que quiero darte las buenas noches.
Oh querida, dulce misericordia...
José cerró la puerta tranquilamente detrás de él. El clic del pestillo hizo que mi corazón latiera con fuerza con él estando aquí, mientras que yo estaba en la cama con nada más que una delgada camiseta de manga larga y pantalones cortos de algodón. Eso era todo. Contuve la respiración cuando le vi acercarse a la cama. Se sentó a mi lado, su cadera apoyada en mi pierna. En la penumbra de la habitación sus ojos brillaban como joyas oscuras mientras se movían sobre mi cara hasta mi pecho. Bajo su intensa mirada, mis pezones se pusieron duros inmediatamente contra la camiseta.
Su mirada se desvió hacia mi rostro y contuve la respiración. El nido de mariposas había regresado a mi estómago, intentando salir.
—Me alegro de que decidieras venir —dijo con voz ronca.
Me estremecí. —Yo también.
—¿De verdad? —José colocó una mano al otro lado de mi cadera—. ¿Acabas de admitir eso?
—Sí, en cierto modo lo hice.
Se inclinó de forma que la parte superior de su cuerpo se cernía sobre el mío. —Desearía tener mi teléfono para grabar este momento.
Mi mirada cayó sobre su boca. Una réplica ingeniosa escapó de mi alcance. Me humedecí el labio inferior y los suyos se separaron. Mi pecho se elevó bruscamente cuando obligué a mis ojos a alzarse para encontrarse con los suyos.
—He... he pasado un tiempo maravilloso.
—Yo también. —La mirada en sus ojos se suavizó sólo un poco, pero aún había un borde ardiente en su mirada—. Entonces, ¿qué crees que vas a hacer para las vacaciones de invierno?
Sabiendo que él había escuchado la conversación que tuve con su madre, no le mentí. —No lo sé. Pensé en ir a Washington D.C. uno de los días. Quiero ver el Smithsonian y el National Mall. Nunca he estado ahí.
—Hmm, eso podría ser divertido. Podría ser tu guía turístico.
Una pequeña sonrisa tiró de mis labios. —Eso... eso sería divertido.
—Lo sería —dijo, su voz cálida sobre mi mejilla—. Elije una fecha.
—¿Ahora?
—Ahora.
—El dos de enero —dije inmediatamente y luego me sonrojé—.¿Estarás disponible entonces?
—Estaré disponible siempre que quieras que lo esté. —Eso me encantó muchísimo y mi sonrisa se extendió.
—¿Sabes una cosa, _____?
—¿Qué? —Me pregunté si él podría ver lo rápido que latía mi corazón debajo de mi camiseta.
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Esperando por ti (Wait For You) - José Madero.
RomansaAlgunas cosas valen la pena esperar... Viajando miles de kilómetros de su casa para entrar a la universidad es la única manera para ___ ___(TA), de diecinueve años, para escapar de lo que sucedió en la fiesta de Halloween hace cinco años, un acontec...