Terry Grandchester

601 34 14
                                    

Mi padre era el duque de Grandchester en el norte de Inglaterra, que se ganó el respeto de todos los que lo conocían, y en sus años de juventud vivió holgadamente de los emolumentos combinados de una pequeña prebenda y unos bienes propios.
Mi madre, una americana que nunca se casó con él en contra de los deseos de los suyos, era la hija de un hacendado y una mujer de carácter. En vano le dijeron que, si se convertía en la esposa de un pobre duque, debía renunciar a tener carruaje propio y doncella personal y todos los lujos y finuras que eran para ella algo menos que lo esencial de la vida.
Un carruaje y una doncella personal eran grandes comodidades; pero, gracias a Dios, ella tenía pies para caminar y manos para atender a sus propias necesidades.
No eran desdeñables una casa elegante y un amplio jardín, pero ella preferiría vivir en una casucha con Richard Grandchester  que en un palacio con cualquier otro hombre del mundo.

Viendo que sus argumentos no surtían ningún efecto, su padre finalmente dijo a los enamorados que se casaran si querían, pero que si lo hacían, su hija perdería cada penique de su fortuna.

Confiaba en que esto enfriaría el entusiasmo de la pareja; pero se equivocaba.

Mi padre conocía de sobra lo mucho que valía mi madre, hasta el punto de darse cuenta de que era una fortuna valiosa por sí misma; y si ella consentía en adornar su humilde hogar, él estaría encantado de aceptarla bajo cualquier concepto.

Ella, por su parte, prefería trabajar con sus propias manos que separarse del hombre al que amaba, cuya felicidad le encantaría procurar y que ya se fundía con ella en corazón y alma. De modo que su fortuna fue a engrosar la dote de una hermana más sensata, que se había casado con un ricachón, mientras que ella acabó enterrándose en la sencilla rectoría aldeana, para sorpresa y pesadumbre de todos aquellos que la conocían. Y sin embargo, a pesar de todo esto, y a pesar del fuerte carácter de mi madre y los caprichos de mi padre, creo que no se encontraría una pareja más feliz aunque se buscase por toda Inglaterra.

Bueno.

Ésa es la versión que conoce todo el mundo, la versión falsa, la versión de Eleanor, la versión contraria, la que inventó el Duque, la que me contaron a mí...

Tú, Mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora