Zarco ; [ Ringry ]

3; amenaza

El profesor revisó su hora, y viendo que ya quedaba poco para que acabara su clase se dirigió al alumnado mientras guardaba sus cosas.
—Oh, chicos se me olvidaba, los siguientes alumnos deben quedarse conmigo hasta tarde; Chūji Ritsu, Itō Kimi, Kawata Nahoya, Haraki Raito y Baji Keisuke.— Observó fijamente los rostros de sus alumnos desconcertados.— Así que los quiero aquí a las 14:45.— Tomó sus cosas y se puso de pie.— Nos vemos hasta entonces.— Salió del salón.

—No me jodas... ¿Tu también sacaste 0?.— Baji comenzó a reir junto a Nahoya.

—Con suerte puse mi nombre.— Continuaron riendo.

—¡Te enseñé toda la materia de principio a fin!.— Souya le tiró un de sus lápices en la frente.

—Ah... Se me olvidó lo que explicaste.— Rascó su mejilla nervioso.— Pero ya fue, ahora tendré que reforzar.—

—¿Al menos cómo te fue en el exámen de matemáticas?.— Apoyó su mejilla en su brazo.

—Oh, ahí me fue bien.— Volteó a verle con su característica sonrisa.

—¿De verdad? ¿Cuanto sacaste?.— Se incorporó viendo animado a su contrario.

—Primero dime tú cuánto sacaste.—

—Oh... 98... ¿Y tú?.—

Nahoya se tensó notablemente.

—... 48...—

—¡T-te fue horrible!.— volvió a tirarle otro lápiz.— Mamá va a castigarte...— Murmuró apenado.— Debiste poner atención a las clases que te di.—

—L-lo siento...— Su sonrisa se notaba apenada.

—Es cierto, Souya explica muy bien, debiste aprovechar la oportunidad, gracias a él subí mis calificaciones.— Mitsuya se puso de pie.— Pero bien, vayamos a almorzar, ya quiero irme a casa con mis hermanas.— Caminó hacia el grupo que ya iba saliendo del salón.— Apúrense chicos.—

—¡Bieen!... oye no le digas a mamá...— Murmuró lo último.

—Se terminará dando cuenta sola, idiota.— Se puso de pie, caminando hacia su grupo de amigos en dirección al comedor.

Pasada la hora del almuerzo dieron las 14:20, el grupo volvió a su salón a recoger sus bolsos y marcharse. Nahoya tuvo que quedarse junto a Baji, mientras el resto optó por irse cada uno a su respectivo domicilio. Souya por su parte decidió esperar a su hermano en la escuela, dando vueltas por el recinto intentando perder el tiempo.
Entró al gimnasio completamente vacío y se sentó en las gradas del fondo, sacando sus cuadernos y echando un repaso rápido a cada asignatura del día.

Después de unos minutos la puerta metálica chilló, alguien había entrado.

—¿Eh?.— Su rostro palideció de inmediato al ver a ambos dueños de Roppongi frente a sus ojos.

—Buenas tardes, enano.— Sonrieron de lado.

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