50; pérdida

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Ese mismo día en la noche había llegado a la residencia de los Haitani un viejo conocido y alguno de sus compañeros

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Ese mismo día en la noche había llegado a la residencia de los Haitani un viejo conocido y alguno de sus compañeros.

No tan agradables...

—¿Y bien?.— El joven de aproximadamente 24 años observaba molesto al dúo sentado frente suyo.

—Nos sentíamos mal esa noche, eso es todo.— Ran acariciaba sus sienes intentando relajarse.

—¿Y a mi qué putas me interesa? Tuve pérdidas ese día, sin la fiesta no se vende lo importante.— Golpeó con fuerza la mesa.

—Ya cálmate...— Rindō rodó los ojos.

—Claro, como tú sólo vas a la fiesta a cogerte a ese enano de mierda.—

—¿Podrías cerrar tu puta boca?.— El rubio observó fijamente al mayor.— ¿Cuánta mierda perdiste? Después de todo no soy idiota, cada día vendes menos.— Sonrió burlón.— Te consume la avaricia, tontito... Todos saben que el vendedor no debe consumir su mercancía...—

El hombre enervado golpeó el rostro de Rindō.

—Agh...— Cubrió su labio de inmediato.

—¿¡Qué mierda te pasa!?.— Ran defendió a su hermano y sin dudarlo mucho golpeó de lleno en su nariz, rompiéndosela.

El hombre retrocedió un par de pasos por el impacto, pero uno de sus guardianes intervino y pateó directo en el vientre del de trenzas, dejándolo sin aire y tirándolo al piso.

—A-agh...— Apretó con fuerza su estómago con ambas manos, intentando contener el dolor y recuperar el aire perdido.

—¿¡Te crees la gran mierda Nidan!?.— Rindō se puso de pie rápidamente y sacó su revólver escondido en uno de sus bolsillos y apuntó al mayor.

—R-rindō... deja eso.— Ran débilmente se puso de pie.

El rubio preocupado se distrajo por un momento para ver a su hermano. Pero el tal Nidan aprovechó y tiró a un lado el arma con un puñetazo y con total furia y fuera de sí sacó una navaja y se abalanzó sobre el menor, apuñalando de lleno en su vientre.

Ran abrió los ojos con sorpresa y rápidamente tomó el arma que había caído cerca suyo y no dudó en disparar directo a la pierna del agresor de su hermano.

—¡Lárgate hijo de puta o no dudaré en reventar tu mierdera cara!.— Recargó el arma apuntando directo a la cabeza del sujeto.

—¡Que te sirva de advertencia, Hijo de puta! ¡Ésto no es un jodido juego!.— Con la pierna ensangrentada y con la ayuda de sus compañeros logró salir del lugar y montarse en su vehículo.

Ran rápidamente apenas salieron de su hogar fue hacia su hermano y lo acogió en sus brazos.

—Mierda... Rin, Rin...— Palmaba su rostro pálido.— ¡Rin!.—

—Ese h-hijo de puta...— Presionaba con fuerza la herida evitando que el sangrado siguiera.

Ran pasó uno de los brazos del contrario por su hombro y lo levantó apenas, dándose prisa en tomar las llaves del auto que casi nunca suelen usar.

Salió de la casa y cerró la puerta, preocupado como nunca, Rindō había comenzado a tocer sangre y sus energías iban disminuyendo.

Lo subió en los asientos traseros y en menos de 5 segundos se montó en el asiento del conductor y partió a toda la velocidad que pudiera al hospital más cercano.

Rindō respiraba más pesadamente y sentía que en cualquier momento se iba a desmayar, sentía el cuerpo frío y los escalofríos no tardaron en llegar, el olor metálico de la sangre inundó el auto y todo aquello sólo ponía más nervioso a Ran, quien luchaba por no recaer en el dolor y largarse a llorar. Intentaba con todo hacerse el fuerte por su hermano, como siempre lo ha hecho y siempre lo hará, revisaba constantemente por el retrovisor que siguiera respirando y en movimiento.

—Oye... Ran...— Murmuró.— Me siento como la mierda.— soltó un par de débiles risas.— Si algo me pasa... te debo decir que...— Suspiró.— Estoy feliz de haber sido tu hermano.—

—¡Cállate mierda!.— Mordió con fuerza su labio.— Ya estamos por llegar.

—En otra vida me encantaría volver a ser tu hermano... una y otra vez.— Lágrimas comenzaban a correr por las mejillas de ambos.

—¡CÁLLATE!.— apretaba con fuerza el manubrio, su pecho dolía como nunca y sentía que el mundo se le venía abajo.

Por suerte el brillante letrero de la cruz roja aparecía en el camino.

—Me gusta mucho ese niño... Angry.— Murmuró.— Se sintió bonito el amor...— Suspiraba cada vez de forma más pesada.— Se sintió bonito...— Su voz se debilitaba.

—Guarda energías, Rin.— Su voz ya se había quebrado y pestañeaba seguido para recuperar la visión, nublada por la gran cantidad de lágrimas que caían.

Logró estacionar frente a la puerta de emergencias, bajó sin cerrar la puerta y fue hacia su hermano, sacándolo del auto y en un grito desgarrador pidió ayuda, logrando llamar la atención de los paramédicos dentro del recinto.

Todo pasó tan rápido, la camilla, los gritos de los enfermeros, todo se oía tan difuso, sentía que las luces neón del hospital lo estaban dejando ciego. Sus piernas no respondían y lo último que vio antes de desfallecer por el extremo estrés fue el cuerpo de Rindō irse por los pasillos en una camilla.

Había caído al suelo desmayado.

Y la noche se sentía tan fría...

Y la noche se sentía tan fría

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ay, lo siento...

Zarco ; [ Ringry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora