Zarco ; [ Ringry ]

23; recuerdo

La última hora se hizo presente, Souya ordenó sus cosas y rápidamente salió del salón, yendo a esconderse con la intención de no pillarse a Baji o Rindō y provocar alguna discusión o pelea entre ambos.

Mensajeó a su hermano, diciéndole que se escondería de ambos chicos, con el fin de evitar una catástrofe, él le dijo que está bien, que en casa se verían.

Pasados unos diez minutos probablemente Baji ya se hubiera ido, y pues así fue, el chico queria el reforzamiento, pero no esperaría tanto por Souya, y ya asumía que hablaba enserio al decir que no le enseñaría a nadie por hoy.

Salió de su escondite y rápidamente fue hacia la salida, alegre por salir sin ser descubierto por el rubio.

Una vez en la vereda del establecimiento fue interceptado por una motocicleta.

“—Mierda... Rindō...—”

Cerró sus ojos con fuerza, esperando alguna acción del rubio, tal como un secuestro, un golpe, amenaza, beso, ya todo se esperaba de él. Sintió que se bajaban del vehículo, se tensó aún más al sentir los pasos acercarse, pero no mayor su sorpresa al ser abrazado con fuerza y cariño, su nariz sintió un dulce olor a colonia femenina.

—Hola, Sou ¿Qué pasa?.— Se apartó ligeramente, observando como el chico lentamente abría sus ojos.

—¿Ima-san?.— Su cuerpo finalmente se relajo, soltando un suspiro de alivio.— ¿Qué haces aquí?.—

—Se dice Hola...— Soltó una risa.— Vayamos a dar un paseo, tengo muchas ganas de ir por helado.— Jaló de su brazo llevándolo a su motocicleta.— Súbete, Souyi.— Sus palabras sólo denostaban cariño, se subió primero, esperando a que el chico subiera también, y así fue, entre dudas y algo de nervios se aferró a la cintura de la mayor.

—¡Espera!.— Un grito les hizo a ambos girar la cabeza.— ¡Ima! ¿¡A dónde te lo llevas!?.— Rindō venía corriendo en dirección hacia ellos, notablemente molesto.

—¡Me lo robo un instante! ¡Nos vemos Rindy!.— Hizo rugir un par de veces el motor y rápidamente huyó del sitio junto a Souya.

—¡Agh!.— Por poco los alcanza pero no lo logró y con rabia pateó una piedra a su lado.— Malditos hijos de...— Mordió su labio.

(...)

La chica encendió el pequeño parlante en su manubrio yendo a toda velocidad por la carretera, evitando habilidosa los autos y pasando en rojo algunos semáforos. Souya se aferró con fuerza, aterrado por la imprudencia de Imaki al volante, sentía que desfallecería y su estómago tenia un nudo de los nervios.

Pasados unos veinte minutos en compañía de la música electrónica llegaron a su destino, una pequeña heladería en donde asumió sería el barrio central de Minato; Roppongi.
Y confirmó su teoría al ver la gran torre Roppongi Hills a unas cuantas calles.