55; oferta

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Volvió al cuarto de su hermano, sólo queria llegar y acurrucarse en su brazo y dormir un buen rato, estar con su pequeño, su menor, su espacio seguro

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Volvió al cuarto de su hermano, sólo queria llegar y acurrucarse en su brazo y dormir un buen rato, estar con su pequeño, su menor, su espacio seguro.

Bajó las escaleras apenas, le daba igual si venía muy mojado o no, luego se cambiaría de ropa.

Abrió la puerta con cuidado, no sabía si Nahoya estaría dentro o no, pero su mochila no se veía en la silla al lado de la puerta, pero una vez la abrió por completo su sorpresa fue otra, no estaba Nahoya, si no alguien que realmente no quería ver.

—Ah, ahí estás.— El hombre sentado a un lado de su hermano se puso de pie sonriendo, sus penetrantes ojos púrpuras los podría reconocer a kilómetros.

—¿Qué haces acá?.— Cerró la puerta y se acercó a él.

—Es mi hijo ¿No tengo derecho a verlo?.— Sonrió burlesco y rápidamente su rostro cambió a uno de molestia obsoluta.— Ran... Un trabajo, les dejo un trabajo y la cagan.— Miró de pies a cabeza a su hijo mayor.

—Fue Nidan.—

—Lo sé, ya está muerto, no te preocupes.— Murmuró y echó hacia atrás sus rubios cabellos— ¿Quien era ese chico que llegó llorando y se llevó una mochila?.—

—¿Qué?.— Le observó intrigado.

—Uno pequeño, de cabello rizado y naranjo, parecía bastante triste, pobrecito.— Hizo una falsa mueca de dolor.— ¿Estabas con él?.—

—No es un tema que te interese.— Se apartó aún más de él.

—Quizás... Pero en fin, viendo el patético estado de ustedes dos vengo a proponerte una nueva oferta.— Se sentó nuevamente a un lado de su hijo menor.

—¿Qué mierda quieres ahora? ¿No te bastó con dejarnos a cargo de tus sucios negocios?.— Se sentó en el sofá a un lado del hombre.

—Te conviene.— Dijo entre risas bajas.— Pedí el certificado de calificaciones de ambos, nada mal a decir verdad... Cumplieron su parte del trato, ahora yo cumpliré la mia por adelantado, sólo porque me da pena mi pobre hijo menor en coma...— Echó la cabeza hacia atrás.

—¿Vas a subirnos de cargo en tu podrida empresa?.— Tiró burlesco.

—¿No te interesa irte a China?.— Le observó de reojo.— Lejos de todo, de la mierda de Japón, salir de una vez de esa casa y las personas que odias.— Sacó una tarjeta de su bolsillo.— Empezar de cero, hijo mío.— Se la entregó.— Un cargo algo, dirigiendo a quienes venden desde tu lujosa oficina y dejar de vender en las sucias calles.—

—...— Su pecho se sentía adolorido.— ¿Viniste a vernos sólo para ofrecer más de tu mierda? ¡¿En un momento como este?!.— Rompió la tarjeta.— No necesito otro de tus mil numeritos, llega a casa y nos vas a encontrar.—

—Tienes exactamente el mismo carácter de tu bella madre.— Rió por lo bajo.— Qué lástima que se enamoró de ese ser inferior...—

—Madre que tú mataste.— Apretó sus puños.

—¿Sigues creyendo eso? Fue un accidente automovilístico y ya...— Sonrió de lado.— Sigue en tus fantasías, yo debo irme a trabajar.— Apuntó al gran ramo de flores gencianas y orquídeas puestas en un florero.— Un pequeño regalo, para que piensen más en su mami.— Se puso de pie nuevamente y sin decir mucho más se largó de la habitación.

Ran ahogó un grito de rabia y no dudó en tomar el ramo de flores y lanzarlo por la ventana, inundado por el dolor y la furia las lágrimas silenciosas volvieron a caer. Quería que todo acabara pronto, quería volver a estar con su hermanito, queria volver a los días donde sólo eran los dos jugueteando alrededor de la falda de su madre.

Se tiró al sofá para llorar tranquilo, todo daba vueltas en su mente, su corazón no estaba soportando con todo, no sabía que hacer, siempre supo qué hacer, por su hermano, por su futuro juntos y su bienestar.

Pero aún debía ser fuerte por él y comenzó a respirar lentamente para recuperarse, y una vez se calmó volvió a ponerse de pie y observó al rubio.

Tenía ambos ojos un poco abiertos y pestañeaba.

—¡¿RIN?!.— Se abalanzó al borde de la camilla, pero se resfaló y cayó de rodillas, desesperado se elevó un poco y le observó impactado. De inmediato una emocionada sonrisa se formó en sus labios.

—M-mgh...— Sus brazos se movían de a poco.— R-ran...— Apenas podía hablar.

—Despertaste...— Sus ojos volvieron a llorar y no dudó en pararae nuevamente e ir a llamar a la enfermera.

La mujer entró y una sonrisa suave se formó en sus labios, llamó a más colegas y varias se acercaron a la habitación con varias máquinas médicas. Ran se apartó para dejarles trabajar, observando con su corazón rebosante de felicidad a más no poder.

Las cosas quizá... podrían mejorar al fin y al cabo.

 podrían mejorar al fin y al cabo

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Zarco ; [ Ringry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora