Zarco ; [ Ringry ]

especial; parte 2

Sábado en la mañana, fue una noche acogedora. El viento muy fresco se se colaba por la habitación así mismo como lentamente la luz débil del amanecer, las cortinas eran abiertas con cuidado y lo notó, era Ran quien con silencioso caminaba por el cuarto.

—¿Qué tal estuvo tu primera noche como padre?— Soltó en tono casi como un susurro, el niño aún dormía tranquilo.

—¿Qué te digo? Es increíble, la gente dice que es horrible y que lloran por todo, él no hizo sonido alguno ni lloró.— Frotó sus ojos con cuidado, bostezó y lentamente se fue levantando del futón que instaló en el suelo.

—Es porque esa pesadilla ocurre los primeros meses ¿Qué edad crees que tenga el pequeño?— Se sentó a los pies de la cama observando al menor aún abrazado a la almohada, con sus ojitos cerrados y sus mejillas rosadas un poco regordetas.

— Le pedí a Kai.. Kaito que buscara información respecto a él.—

—¿Y si en verdad sus padres siguen vivos?—

—Tú viste esa masacre, no quedó alma alguna...—

—Oye, Rindō.—

El nombrado hizo un sonido a su vez elevaba su mirada para darle su atención.

—Tengo la certeza de que alguien lo dejó vivir.— Desvió la suya, fijándose en la ventana y el abochornado cielo invernal.

—Pienso lo mismo...—

Volteó a verle un tanto desconcertado.

—¿También lo crees?—

—El tiroteo empezó a las 00:37, se retiraron del lugar a las 1:49, o eso se vieron en las grabaciones.— Suspiró, dando un vistazo al infante.— Asaltaron cada habitación cautelosos y robaron pertenencias de valor de las chicas, claramente lo vieron y lo dejaron vivir.— Se puso de pie, el corazón se le estrujó un poco con su teoría, se sentó al borde de la cama y con cuidado se aferró al menor.

—Tienes razón... Pero mira, ese hijo de puta con corazón hizo realidad tu sueño.— Sonrió débil, admirando con ternura la escena de un padre apegado a su hijo.— Imaki llamó, viene en camino con cosas para la bolita dorada.—

—¿Bolita dorada?— Sonrió juguetón.

—Así te decía yo cuando eras un bebé, me complicaba aún decir tu nombre y decidí llamarte bolita dorada, no tenías los rizos de él pero tu cabecita rubia tenía un par de ondas.—

—Bolita dorada... Hm.— Intentó apaciguar su risa.— Es adorable...—

El timbre sonando sacó de onda al dúo.

—Debe ser Imaki, iré a abrirle...—

—Yo despertaré a la bolita dorada... no le vendría mal un baño.— Olfateó con cuidado cerca de su cuello.— Huele a tabaco, perfume de mujer y sangre...— Una ligera mueca de dolor se dibujó en su rostro.— Hehe... Bolita dorada.—