48; raro

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Después de desayunar y bañarse Rindō fue a dejar a Souya a su casa

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Después de desayunar y bañarse Rindō fue a dejar a Souya a su casa. Después de todo no quería hacer enojar a su madre. Ella los recibió y le dio un abrazo y agradeció por cuidarlo esa noche.

Aprovechando la tarde fresca se encaminó al centro de Tokyo con el fin de visitar una sex shop.

Lo estuvo meditando un tiempo pero ya estaba decidido a dar ese paso y preguntarle por ir un poco más allá durante sus relaciones.

Entró a la gran tienda, algo nervioso a ver los curiosos artículos de... gran tamaño.
Pero debía concentrarse a lo que venía; unos dilatadores, algunas botellas de lubricante y condones.

Hubiera preferido comprar un dilatador normal, simple sin ningún accesorio, pero llamaron su atención los bonitos de plástico transparente color rosa que tenían una colita peluda, era un pack que incluía orejas de gatito y la cola

No lo quería, lo necesitaba.

Habiendo tantos colores a elegir no dudó en tomar el de cola celeste con la punta blanca. Ya estaba fantaseando en lo lindo que se vería con eso puesto, gimoteando y mordiendo su labio.

“—Concéntrate, joder...—”

Ahora tocaba ir al pasillo de los lubricantes y entre las incontables opciones se decidió por dos botellas simples de lubricante base de agua, era primera vez de ambos con un hombre y no quería que innovaran mucho aún.

Y por último la caja de condones.

Pagó todo y salió rápidamente del sitio para evitar distraerse y terminar comprando más cosas.

Una vez con todo guardado en su mochila subió a su motocicleta y dio un par de vueltas en el centro a ver si algo le llamaba la atención.

Ya era la hora de almuerzo y decidió comer en un restaurante del sector, algo rápido para irse a casa, después de todo probablemente Ran no estaría ahí.

Revisó su reloj; 15:06, ya era hora de irse.

El camino fue pacífico, sólo su mente concentrada en la carretera y tal vez un poco en Souya y lo lindo que se vería acostado boca abajo con esa colita en su cuerpo.

Agitó la cabeza un par de veces para poder seguir atento al tránsito y maldijo internamente un par de veces por su mente tan caliente.

(...)

Llegó a casa finalmente y estacionó su motocicleta, sacó sus llaves y la bolsa de la mochila y entró a su hogar, quitando sus zapatos y dando ligeros suspiros de agotamiento.

—¿Rin eres tú?.— Se oía la voz de Ran desde la sala de estar.

—Ah, estás aquí.— Entró directo a la cocina por un vaso de agua.

—Así es ¿Qué tal te fue en tu paseo por el centro?.— Dijo entre risas.

—Bien, compré un dilatador, unas botellas de lubricante y una caja de condones.— Salió de la cocina y caminó hacia su hermano.— Aunque no lo creas, esta mierda me pone nervioso, y creo que a él tamb-...—

Al entrar a la sala terrible su sorpresa de encontrarse a Nahoya totalmente sonrojado e impactado.

—...Creo que hablaste de más, RinRin.— Sonrió de lado.

—¿Qué diablos hiciste con mi hermano anoche?.— Más que enojado estaba nervioso.

—... Nahoya, tiene 16, no es un niño pequeño.— Murmuró.

—L-lo sé... pero...— Su labio temblaba y su cara cada vez ardía más por el sonrojo, no sabía que decir por el impacto y la vergüenza.

—¿Qué haces aquí de todos modos?.— Rin también estaba avergonzado, dejó la bolsa lejos de la visión del pelinaranja y se sentó en uno de los sillones cerca de ellos.

—Lo invité a que arregláramos las cosas ¿No es cierto, cariño?.—

—D-deja de llamarme así...— Murmuró molesto.

—... Supongo que te devuelvo la mano, voy con Ima... Eh, eso...— Un silencio incómodo se hizo presente.— No le digas nada a nadie... por favor Nahoya.—

—Ya vete...— Sus mejillas volvieron a tomar color.

Rindō volvió a colocarse su calzado y salió del lugar entre risas nerviosas.

—¿Y bien?.— Se acercó un poco más, entregándole una hoja doblada.— Revisa, estoy limpio.—

—¿Qué diablos es esto?.— Abrió el papel, leyendo su contenido.—...—

—Dijiste que no querías que te contagiara algo, revisa, de verdad estoy limpio.— Sonrió de lado.

—¿Enserio te hiciste un montón de exámenes sólo para que te de un beso?.— Enarcó una ceja.

—Exacto...— Tocó su mejilla con cariño.

—Sigue esperando...— Apartó el rostro.— No me interesas de ese modo.— Suspiró agobiado.

—Uf... Auch.— Intentó hacerse el fuerte, pero de verdad le había dolido eso.

—¿Podrías ir a dejarme a mi casa?.— Le devolvió la hoja.

—Bien...— Murmuró apenado.

Nahoya soltó una ligera risa.

—Luces tan patético con ese rostro de depresión.— Se abalanzó sobre el mayor.— Lo haré sólo porque valoro tu tonto esfuerzo.— Murmuró en su oído.

Su corazón se sentía tan caluroso y feliz.

Lo abrazó por la cintura y se quedó con él un tiempo en esa posición.

—¿R-ran? ¿Y el beso?.— Murmuró, correspondiendo lento el abrazo.

—Eres tan calentito, hueles a chicle y frutas.—  Se apartó un poco y besó su mejilla.

—...— Su rostro tomó color.

—Eres tan bonito, Nahoya-chan.— Se apartó lentamente y en un movimiento rápido besó los labios del pelinaranja.

El menor correspondió al beso de manera lenta y torpe, es su primer beso después de todo, aunque no le interesa mucho el tema de hacerlo con alguien especial.

Sus labios se acariciaban suaves y lento, sin prisa, un beso tierno y algo torpe por los nervios. Se sentía tan nuevo para Nahoya, el calor ajeno y las cosquillas en su vientre y espalda baja lo ponían de algún modo feliz, Ran por su parte sólo disfrutaba del dulce contacto con el menor, su abrazo se aflojó y dirigió sus manos a las mejillas del pelinaranja, uniéndose aún más a él.

Aunque lastimosamente la falta de aire los obligó a separarse.

—¿Feliz?.— Susurró en sus labios.

—Demasiado.— Besó su frente.

un beso se agradece 🥵

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un beso se agradece 🥵

Zarco ; [ Ringry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora