9; seducir

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Souya no supo articular palabra, más bien su cuerpo no se lo permitía, estaba temblando y con el rostro pálido

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Souya no supo articular palabra, más bien su cuerpo no se lo permitía, estaba temblando y con el rostro pálido.

—¿Q-qué haces?.— Retrocedió un poco.

—No te hagas ideas estúpidas, te voy a enseñar mis tatuajes.— Rodó los ojos notablemente molesto y algo sonrojado.— Es una forma de agradecerte... supongo.—

Tiró al suelo su camisa y rápidamente se deshizo del broche de su cinturón, desabotonando sus pantalones y dejándolos caer. Quedando únicamente con sus bóxer.

Su tatuaje delantero fue finalmente revelado.

—Oh... Qué extraña figura.— Su cuerpo dejó de temblar, pero aún así mantuvo su distancia.

—Controlo Roppongi junto a Ran, el tatuaje del frente es la mitad de la araña de Mamán... Mi hermano tiene la otra parte.—

—Ahora reconozco un poco mejor su forma.— Observó detalladamente el dibujo.— ¿Y el de atrás?.—

Rindō dio media vuelta.

—Ran también tiene la otra parte, son dos serpientes y unas flores... Ya sabes qué significa mi nombre ¿cierto?.—

—Creo... ah ¿son esas flores azules?.—

—Muy bien, Enano.— Volteó, quedando frente a frente nuevamente.— ¿Satisfecho?.—

Souya asintió.

Rindō lo observó por un momento, pero rápidamente una sonrisa ladeada apareció en su rostro.

—Perfecto... Oye, puedes tocar si quieres.— Se acercó aún más al pequeño, acorralándolo,  y tomando una de sus manos con fuerza.

—Espera... o-oye...— Su cuerpo volvió a temblar, y más aún cuando sus dedos sintieron la suave, caliente y dura piel del contrario, su abdomen estaba notoriamente marcado y bien trabajado.

—¿Seguro que sólo mirabas mis tatuajes? Mocoso hormonal...— Susurró en su oído, mordiendo seguido su lóbulo.

Soltó un gemido suave, pero inmediatamente cubrió su boca con su mano libre, sintiendo poco a poco el calor en sus mejillas.

—Vamos, enano... No tienes mala voz, lindos sonidos, por cierto...— Volvió a hablarle ronco al oído, intentando marcar su respiración caliente por el cuello de éste.

Souya colapsó por completo, miles de sensaciones que no supo descifrar, el escalofrío en su espalda y más aún el problema que comenzaba a aparecer entre sus piernas, no podía comprender nada y todo lo exasperó, intentó seguir forcejeando pero siendo claramente inútil.

Sólo le quedó ejercer su último recurso....

—¡S-suéltame!.— Y con fuerza pateó la entrepierna del rubio, haciendo que de inmediato cayera al suelo.

—¡AGH!.— Cerró con fuerza sus ojos, intentando soportar el dolor.

No perdió el tiempo y rápidamente tomó su bolso y salió del sitio, dejando a Rindō tirado, adolorido y semidesnudo.

—M-maldito mocoso de mierda...—

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Zarco ; [ Ringry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora