53; dedos

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Nahoya acariciaba el lacio cabello de Ran, estaba recostado y dormido sobre sus piernas, escuchaba su respiración suave que iba sincronizada con el sonido de las máquinas del pulso de Rindō

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Nahoya acariciaba el lacio cabello de Ran, estaba recostado y dormido sobre sus piernas, escuchaba su respiración suave que iba sincronizada con el sonido de las máquinas del pulso de Rindō. Observó su rostro, pálido, delgado y con las ojeras más notorias.

Tocó su mejilla, donde antes había color ahora sólo estaba blanca, se sentía mal claramente, si fuera su hermano quien estuviera en la situación de Rindō, simplemente no lo soportaría. Admiraba a Ran por eso, su fuerte amor por su menor y el sentimiento de cuidado y protección que lo caracteriza, no son tan distintos después de todo.

Observó al rubio quien aún estaba en coma, se preguntaba qué vio su hermano en él, un homicida, violento, egocéntrico, arrogante y despiadado.

Pero no se quejaba, se notaba el inmenso cariño que Rindō entregaba por Souya, pero no dejaba de preocuparse, sabe de los negocios ilícitos del dúo Haitani, y si Rindō fue apuñalado por eso, no quería imaginarse de lo que le pasaría a su hermano si sigue con él.

No quiere ser el villano en su historia de amor, pero Rindō es un peligro para su hermano menor.

Souya no fue ese día, tenía que estudiar para dos exámenes que tiene pendientes, así que fue sólo el pelinaranja con el fin de cuidar de Ran y asegurarse que haya almorzado.

Ahora lo tenía ahí, durmiendo como un bebé en sus piernas.

Volteó su vista al rubio.

—Ya van casi dos meses y medio...— Suspiró.— Ya despiértate y deja de hacer sufrir a todo el mundo.— Murmuró todo sin dejar de acariciar el rostro de Ran.

Las horas pasaban y el bicolor parecía no despertarse, las piernas de Nahoya ya dolían pero aún así no quería hacer que se levante. También se estaba aburriendo, observaba su alrededor una y otra vez, el suelo, el techo, la ventana, las cortinas, a Ran, los medicamentos de Rindō, la camilla, la puerta.

Los dedos moviéndose de la mano de Rindō...

Nahoya se sobresaltó y se puso de pie, aunque por consecuencia tiró al suelo a Ran, pero rápidamente le ayudó a levantarse.

—Mgh... hubiera preferido un beso de buenos días.— Sonrió débilmente y tomó su mano para ponerse de pie.

—Cállate y mira.— Apuntó directo a la mano izquierda del rubio, sus dedos índice y medio comenzaban a moverse.

Ran lo empujó y casi lo tira al piso pero daba igual, su hermanito comenzaba a reaccionar lentamente.

Pero su movimiento en las falanges sólo duró un par de segundos.

Llamó a la enfermera y ésta llegó rápidamente junto a una compañera, les pidió a ambos chicos que salieran de la habitación por un momento.

Después de mucho tiempo Ran volvió a tener brillo en sus ojos.

Después de mucho tiempo Ran volvió a tener brillo en sus ojos

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Zarco ; [ Ringry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora